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ARTÍCULO ORIGINAL
Morales-López L.
Un trastorno psicológico llamado TRAPSIPO
Rev Psicol Hered. 2020; 13(1): 12-19
de tal razonamiento es lo que ocurre, por ejemplo,
con las personas que sufren de diabetes; no todos
ellos presentan todos los signos y síntomas: mucha
sed (polidipsia), la sensación de mucha hambre
(polifagia), la necesidad de orinar continuamente
(poliuria), la pérdida de peso, el cansancio, la visión
borrosa, el hormigueo o entumecimiento de manos y
pies y las infecciones fúngicas en la piel recurrentes
(Organización Mundial de la Salud, 2018).
Entonces, haciendo esta salvedad, las personas
que sufren de este TRAPSIPO representarían
básicamente, parafraseando a Bauman (2003), “vidas
desperdiciadas” en quienes es común la sensación de
infortunio y desesperanza y que ya no es posible mejorar
las condiciones de existencia. En quienes sufren el
TRAPSIPO pareciera que la vida de prolongado
sufrimiento ha impactado la estructura psíquica y se
evidencia el fatalismo, el pesimismo, el sentimiento de
desvalorización, de pobre autoconcepto, etc.
“Ellos tienen todo lo que uno debe tener en casa. Cómo
quisiera tener lo que ellos tienen. Y a veces viene lo
peor, te das cuenta, ves la realidad, cosa que no vas
a llegar a tener, porque no gano suciente, gano diez
soles, gano cinco, a veces gano veinte, cómo puedo
tener lo que ellos tienen. Nunca la vida voy a llegar
a tener. Ellos tienen y yo no […] te pones a pensar
que vivir tranquilo, así seas humilde, el trabajo más
humilde, así sea botando basura, recogiendo erros,
lo que sea, estás trabajando, es humilde, no ganas
suciente, por lo menos sale para que puedas llevar un
pan a tu casa. Y creo que para mí es suciente. Ellos
tienen muchas cosas y yo me respondo entre yo mismo.
Quisiera tenerlo pero no puedo. La situación es fea y
es bien complicada. Y pienso que, con vivir tranquilo
sin hacer daño a nadie, sin buscar problemas a nadie,
así tengas un pan que comer, estoy feliz […]Trabajo,
para qué, sí trabajo…..pero, yo creo que de acá lo que
viene es lo peor porque quizás los huesos no me van a
responder como debe de ser, no me van a responder y
no quiero ser una carga para ellos”. Varón de 35 años,
Chimbote (Morales, 2020).
“[…] no hay ayuda no, no hay de parte de la
alcaldía, no hay mucha ayuda, a la vez nos quedamos
olvidados, en el campo… por eso, tristes nomás
crecemos, por eso hasta ahorita nomás hasta donde
Dios nos dé para vivir, ahí nomás estaremos que
vamos hacer pe´, no hay otra ayuda”. Varón de 69
años, Juliaca, Puno (Morales, 2020).
“Tengo una niñita de seis años […]muy despierta,
me dice: ´Yo quiero ser una ingeniera´ me dice y me
hace unas preguntas que me hacen llorar, ¿no?. Ella
me dice, ´mamá, te quiero decir algo, yo sé, yo sé leer
mucho´ dice, ´yo estoy aprendiendo todas mis tareas,
estoy aprendiendo todo pero te hago una pregunta. Si
mi hermana también estudió, acabó sus estudios qué
es ahora. Ella no es nada, no estudió más´. Ella me
reclama por su hermana la mayor. Porque mi hija la
mayor sí terminó su secundaria y ella me dice, ´qué
ha estudiado ella´, me dice. Bueno, le digo, no hubo
para darle más estudios. Y me dice. ´Para mí habrá?.
¿Hay para mí? Porque yo quiero estudiar, quiero ser
una ingeniera´. Sí, le digo, para ti sí se va a poder
le digo. Yo me voy a trabajar le digo. Porque uno de
ustedes tiene que ser algo en la vida, le digo. Cuando
yo esté más viejita, tú me vas a ver a mí le digo. Con
tu profesión, yo ya no voy a trabajar, tú me vas a
ver a mí, le digo. ´Ah ya´ dice. ´Entonces yo le voy
echar más fuerzas a mis estudios´, me dice. ´Porque
yo creo en tu palabra´, me dice. Y a veces, todo sus
palabras me hace llorar, me hace pensar. Su papá
también piensa ¿no?, y también llora. Él le dice, sí
hijita, nosotros vamos hacer un gran sacricio por ti,
porque por tus otros hermanos no lo hemos hecho. Tú
vas a seguir estudiando hijita, le dice. Pienso que mi
hija, ahorita, no nos entiende porque es chiquita ¿no?,
porque es una pequeña, pero de repente de aquí a unos
cinco años así, cuando ella ya sea mayorcita tengo
que hacerle entender que yo no tengo la posibilidad.
No le daré lo que ella quiere, porque usted sabe para
que sea ingeniera me parece que son gastos, que se yo,
¿no?. Para que sea en una universidad me parece que
es un gasto y como ella no entiende yo le comento así a
mi hija”. GF Mujeres, mayores de 50 años, Chimbote
(Morales, 2020).
Los testimonios gracan una característica central
del TRAPSIPO; la desesperanza aprendida, denida
como la percepción de que los eventos futuros no se
pueden evitar, que no existen esperanzas de cambio y
que es imposible escapar del destino (Ardila, 1979).
Además, el organismo aprende a no responder,
dado que la acción no ocasiona cambio alguno, por
consiguiente se genera la expectativa de que en el
futuro tampoco habrá relación de contingencia entre
las acciones y las consecuencias (Seligman, 1975).
Al respecto de esta característica del TRAPSIPO,
Medina y Florido (2005) señalan que la renuncia a un
mejor porvenir, la conformidad con la situación en la
que se vive, así como la actitud resignada de no ver
alternativa de cambio de los acontecimientos adversos
contribuyen a que el pobre fundamente su inclinación