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ARTÍCULO ORIGINAL / ORIGINAL ARTICLE
Rev Neuropsiquiatr. 2022; 85(1): 3-11
Esta obra está bajo
una Licencia Creative Commons
Atribución 4.0 Internacional.
1 Hospital Neuropsiquiátrico Dr. Alejandro Korn. La Plata, Argentina.
2 Capitulo de Psicofarmacología de la de Asociación de Psiquiatras Argentinos APSA. Buenos Aires, Argentina.
3 Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de La Plata. La Plata, Argentina.
4 Programa de Evaluación de Tecnologías Sanitarias. Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires. Buenos
Aires, Argentina.
a Médico especialista en Psiquiatría; b Médico.
Polifarmacia antipsicótica y patrones
prescriptivos de psicofármacos en internación
psiquiátrica de larga estancia: comparación
1995-2009
Antipsychotic polypharmacy and psychopharmacological prescription patterns in long stay psychiatry
hospitalization: 1995-2009 comparison
Pedro Damián Gargoloff 1,a;2, Alejandro Córsico 1,a;3, Ursula Reckziegel 1,a, Julián Sánchez Viamonte3;4,b
RESUMEN
Objetivos: Identicar cambios de patrones prescriptivos en pacientes con hospitalización psiquiátrica de larga
estancia entre los años 1995-2009. Material y métodos: Estudio comparativo transversal de dos censos diarios
(15/06/1995 y 14/12/2009) en el Hospital Neuropsiquiátrico Alejandro Korn, Argentina. Se examinaron listas de
agentes psicotrópicos prescritos a todos los pacientes de salas de larga estancia. Resultados: Disminución de 33%
de admitidos en el censo de 1995 (n=1048) comparado con el de 2009 (n=698), aumento de pacientes varones
(44% a 57%) y de internación de mayores de 20 años de duración (29% a 40%). El diagnóstico más prevalente
continuó siendo esquizofrenia seguido de retardo mental: 45% y 27%, respectivamente, en 1995, 44% y 33% en
2009. La dosis media de antipsicóticos para esquizofrenia fue similar, alrededor de un equivalente de 760 mg/d de
clorpromazina. Pacientes con dosis de antipsicóticos mayores a 1200mg/d de clorpromazina disminuyeron de 28%
a 23,9%. En pacientes con problemas de aprendizaje/retardo mental, cerca del 80% recibían antipsicóticos en ambos
censos. La polifarmacia antipsicótica aumentó un 6,7% en esquizofrenia (61%), disminuyó 12,6% en retraso mental
(45%) y 6,5% en todos los pacientes (49%). Haloperidol y levomepromazina continuaron siendo los antipsicóticos
más usados, en tanto que el uso de anticolinérgicos disminuyó en un 21%. En cuanto a drogas sedantes, creció el
uso de benzodiazepinas y prometazina (15% y 19% respectivamente), y alrededor del 35% continuó recibiendo
levomepromazina. Discusión: La introducción de antipsicóticos atípicos no dio lugar a grandes mejorías en el
uso racional de psicofármacos, excepto por la prescripción de menos fármacos antipsicóticos en pacientes con
retardo mental, y de anticolinérgicos en la población general. Conclusión: El aumento de polifarmacia antipsicótica
en esquizofrenia y del uso de benzodiacepinas subraya la necesidad de una práctica mejor basada en evidencias
provenientes de la investigación clínica.
PALABRAS CLAVE: Uso de drogas, polifarmacia, antipsicóticos, internación.
Rev Neuropsiquiatr. 2022; 85(1): 3-11
DOI: https://doi.org/10.20453/rnp.v85i1.4150
4
Gargoloff PD, et al.
Rev Neuropsiquiatr. 2022; 85(1): 3-11
SUMMARY
Objective: To identify changes of prescription patterns in long term psychiatric inpatients in 1995 and 2009. Material
and Methods: Cross sectional comparative study of two one-day-census, (06/15/1995 and 12/14/2009) at the
Hospital Neuropsiquiátrico Alejandro Korn, Argentina. Records of prescribed psychotropic agents to all patients in
long stay wards were examined. Results: The number of hospitalized patients decreased 33% from 1995 (n=1048)
to 2009 (n=698), with increases in male gender (44% a 57%) and hospitalizations lasting more than 20 years (29% a
40%). Schizophrenia remained as the most prevalent diagnosis followed by learning disabilities/mental retardation
(45% and 27% in 1995, respectively, 44% and 33% in 2009). The average antipsychotic dosis in schizophrenia
was almost the same, the equivalent of around 760 mg of chlorpromazine. Patients on antipsychotic doses above
an equivalent of 1200 mg decreased from 28% to 23,9%. Around 80% of those with learning disabilities were
prescribed antipsychotics on both census. Antipsychotic polypharmacy increased 6,7% in schizophrenia (61%) and
decreased 12,6% in learning disabilities (45%), and 6,5% in all inpatients (49%). Haloperidol and levomepromazine
were still the more frequently prescribed antipsychotics while the use of anticholinergic agents diminished in a
21%. Regarding sedatives, the use of benzodiazepines and promethazine increased (15% and 19% respectively),
while around 35% in both census was still receiving levomepromazine. Discussion: The introduction of atypical
antipsychotic was not followed by great improvements in the rational use of psychotropics drugs, except for less
antipsychotic polypharmacy in learning disabilities and of anticholinergics in the general population. Conclusion:
The increase in antipsychotic polypharmacy in schizophrenia and the continuous use of benzodiazepines highlight
the need to bring the usual practice closer to the evidence provided by clinical research.
KEYWORDS: drug utilization, polypharmacy, antipsychotic, inpatient.
INTRODUCCIÓN
Los psicofármacos se encuentran dentro de los
grupos farmacológicos más prescritos en el mundo.
En diversos países se han realizado investigaciones
tendientes a conocer cómo se prescriben estos agentes
en diversos ámbitos: público o privado, en pacientes
ambulatorios y en pacientes hospitalizados (1,2,3,4,5).
Uno de los principales puntos sobre el cual se enfoca
este tipo de estudios es el uso de psicofármacos por
fuera de las normativas o guías clínicas basadas en
la evidencia cientíca actual, siendo un ejemplo de
ello la prescripción simultánea de dos o más drogas
antipsicóticas (6,7,8), como también el uso habitual
de determinados psicofármacos más allá de las
indicaciones para los cuales han sido estudiados y
aprobados.
La polifarmacia antipsicótica (PAP) se dene
como el uso de dos o más antipsicóticos (9) al mismo
tiempo, siendo esta una práctica que va en detrimento
de la recomendada monoterapia antipsicótica (MAP)
(10,11). La combinación de drogas antipsicóticas se
encuentra generalmente desalentada en la comunidad
cientíca internacional debido al incremento del
riesgo de padecer efectos adversos, interacciones
farmacológicas, menor adherencia al tratamiento
y mayor morbilidad (12,13,14). Por otro lado,
son frecuentes los escenarios clínicos en los que
la combinación de psicofármacos se considera
como opción: situaciones de peligrosidad para
o terceros, agitación psicomotriz, necesidad de
medicación hipnótica, tratamiento de las fases
agudas y mantenimiento de los trastornos mentales
o como estrategias de potenciación (10,15).
Numerosos estudios muestran que estas estrategias
no son la excepción sino prácticas sumamente
frecuentes y extendidas en diferentes países inclusive
latinoamericanos, tanto en pacientes internados como
ambulatorios, con cifras de PAP que van desde un 31%
al 62% de los pacientes (2,6,8,16,17,18,19). El uso
de dos o más antipsicóticos podría basarse en factores
como la necesidad de aumentar la ocupación de
receptores dopaminérgicos tipo 2 y en consecuencia la
ecacia del tratamiento, la búsqueda de una reducción
de efectos adversos al utilizar menores dosis de cada
uno de los antipsicóticos por separado o mediante
combinaciones que involucren modulaciones de
diferentes receptores, y aumentar la adherencia al
combinar con antipsicóticos de depósito.
Este tipo de intervenciones con múltiples drogas
se relaciona con mayor riesgo de efectos adversos
de diferente gravedad e intensidad, incluso muchos
de ellos con riesgo para la vida de la persona
(11,20,21,22). Las interacciones medicamentosas,
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Polifarmacia antipsicótica y patrones prescriptivos de psicofármacos en internación psiquiátrica de larga estancia.
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ya sean farmacodinámicas o farmacocinéticas,
constituyen la base para la explicación de numerosos
efectos indeseados y en ocasiones la falta de efectividad
observada con la polifarmacia (23).
La introducción de los antipsicóticos atípicos a
mediados de la década de los noventa ha modicado
los tratamientos psicofarmacológicos de los trastornos
psiquiátricos. A pesar de las potenciales ventajas
de esta clase de drogas, numerosos estudios han
encontrado una frecuencia elevada de PAP y de uso de
elevadas dosis diarias de estas medicaciones (24,25).
Existe escasa información sobre patrones prescriptivos
en la población con internación psiquiátrica crónica en
Argentina (26,27), y de nuestro conocimiento a la fecha
no hay datos prospectivos publicados en la región de
Latinoamérica sobre pacientes con hospitalizaciones
de larga estancia.
El objetivo del estudio fue comparar patrones
de prescripción en pacientes con internación
neuropsiquiátrica de larga estancia en dos censos
correspondientes a los años 1995 y 2009.
MATERIAL Y MÉTODOS
Estudio descriptivo transversal comparativo de
los censos realizados los días 15-05-1995 y 14-12-
2009 en el sector de rehabilitación del HIGEAyC Dr
“Alejandro Korn”, correspondiente a pacientes con
internación neuropsiquiátrica de larga estancia.
La información del año 1995 fue extraída de la
publicación correspondiente a dicho relevamiento
(26) que se corresponde con el universo de personas
internadas en ese momento.
Como criterio de inclusión en el año 2009, se
consideró el universo de pacientes hospitalizados al
día 14-12-2009 en el sector de internación de larga
estancia. No se consideraron criterios de exclusión.
Los datos fueron extraídos de las historias clínicas
mediante un formulario diseñado a tal n. El hospital
cuenta con servicios internación de corta y mediana
estancia, admisión y agudos respectivamente, con
tiempos de internación menores a 12 meses; y un
servicio de internación de larga estancia, para quienes
requieren por motivos clínicos, pero también sociales
de hospitalizaciones más prolongadas. Se realizó
una prueba piloto con diez pacientes para evaluar
factibilidad e inconvenientes en la recolección de
los datos, esta información se utilizó para optimizar
el instrumento de recolección de los datos. Con
posterioridad a la recolección de datos se controlaron
los campos en todas las planillas y se volvió a las salas
para completar datos faltantes. Luego del ingreso de
los datos en la base se realizó una vericación de
consistencia, se tomó una muestra de 100 planillas
al azar y se registró el número de discrepancias
entre planillas y base de datos obteniéndose una
discrepancia del 4%, que se consideró no signicativa
y se corrigieron los datos erróneos.
Las dosis de antipsicóticos (AP) fueron
transformadas a equivalentes de clorpromazina
(CPZeq) (28,29). Se denió PAP como el uso
concurrente de dos o más AP. La levomepromazina y
prometazina son fármacos AP de baja potencia, que se
utilizan muy frecuentemente en nuestro medio como
sedativos en dosis que se consideran subterapéuticas
como antipsicóticos. A pesar de la intencionalidad de
su uso fueron consideradas dentro del grupo de los
AP, dado que así se las denió en el censo de 1995
y a los nes de utilizar la misma metodología para la
comparación. El Haloperidol decanoato se registró en
forma independiente de la formulación oral pues así
también se lo había considerado en el año 1995.
El tiempo de hospitalización fue denido en
años de internación. Los diagnósticos psiquiátricos
se registraron en el censo de 1995 a partir de las
historias clínicas recodicados de acuerdo con el
Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos
Mentales en su tercera versión revisada (Diagnostic
and Statistical Manual, DSM IIIR). En el censo del
año 2009 se siguió el siguiente orden de prioridad
para jar el diagnóstico: el registro de la cha de
medicación, el registro de la planilla de internación, y
en última instancia el informe judicial.
Se analizaron estadísticos descriptivos de los datos
con el programa estadístico SPSS v26.0.
El estudio fue aprobado por un Comité de Ética
Independiente y el Comité de Docencia e Investigación
hospitalario.
RESULTADOS
Entre los años 1995 y 2009 se redujeron la cantidad
de salas de 23 a 16 y de pacientes de 1048 a 698.
También se invirtió la relación de género, siendo el
masculino el predominante en 2009. Los diagnósticos
más prevalentes fueron similares en ambos censos,
donde esquizofrenia fue el más frecuente seguido
de retraso mental. Disminuyó la prevalencia del
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diagnóstico de Trastorno Mental Orgánico. Se registró
un porcentaje mayor de pacientes con tiempos de
internación de más de 20 años en el 2009, cuando
40.8% de los pacientes internados en dicho año estaba
en esa condición y 29,5% en 1995 (tabla 1).
Recibían algún psicofármaco 91,4% (n=958) en
1995 y 94,5% (n=660) en 2009, y de estos 89,1%
(n=854) en 1995 y 91,8% (n=606) en 2009 tenían
prescripto algún AP. En ambos censos se identicaron
pacientes con diagnóstico de esquizofrenia que no
estaban en tratamiento con AP, 10,7% (n=51) en
1995 y 4,8% (n=15) en el año 2009. La mediana de
dosis AP en CPZeq para esquizofrenia fue similar
en ambos censos, 756 mg CPZeq en 1995 y 768 mg
CPZeq en 2009. En aquellos diagnosticados de retraso
mental, recibían AP cerca del 80% en ambos censos,
disponiéndose de datos sobre dosis sólo del año 2009
cuando la mediana de dosis en este grupo fue de 500
mg (tabla 2).
Aumentó 6,7% la proporción de pacientes
con diagnóstico de esquizofrenia y PAP, 55,2%
(n=262/474) en 1995 a 61,9% (n=190/310) en 2009.
Sin embargo, se registró 12,6% menos de pacientes
con diagnóstico de retraso mental y PAP, 58,3%
(n=169/290) en 1995 a 45,7% (n=108/236) 2009.
A su vez, se redujo 6,5% la proporción del total de
pacientes internados con PAP 55,9% (n596/1048) en
1995 a 49,4% (n=345/698) en 2009 (tabla 3). Las tres
combinaciones de antipsicóticos más frecuentes en
el año 2009 fueron, en esquizofrenia (sobre un total
de 190 pacientes con dos o más AP): haloperidol oral
o decanoato con levomepromazina (53%, n=102),
haloperidol oral o decanoato con prometazina (17,8%,
n=34), haloperidol oral o decanoato con clotiapina
(10,5%, n=20); en retraso mental (sobre un total de
108 pacientes con dos o más AP): haloperidol oral
o decanoato con levomepromazina (39,8%, n=43),
haloperidol oral o decanoato con prometazina
(18,5%, n=20), levomepromazina con prometazina
(18,5%, n=20); en la totalidad de pacientes (sobre 606
pacientes que recibían dos o más AP): haloperidol oral
o decanoato con levomepromazina (26%, n=158),
haloperidol oral o decanoato con prometazina (11,2%,
n=68), levomepromazina con prometazina (7%,
n=43). En el 2009, las combinaciones más frecuentes
que incluían algún antipsicótico atípico, en el total
Tabla 1. Características demográcas
1995 (n 1048) 2009 (n 698)
Masculinos %(n) 44,2 (463) 57,2 (399)
Diagnósticosa %(n)
Esquizofrenia 45,2 (474) 44,4 (310)
Retraso Mental 27,7 (290) 33,8 (236)
Trastorno Mental Orgánico 12,2 (128) 6,2 (43)
Otros 14,9 (140) 25,4 (177)
Sin diagnóstico 1,5 (16) 0 (0)
Tiempo de hospitalización
> 10 años y ≤ 20 años % (n) 36 (377) 25 (174)
> 20 años % (n) 29,5 (309) 40.8 (285)
a En el año 2009 el porcentaje de diagnósticos fue mayor al 100% al sumar todas las categorías
por haber pacientes con más de un diagnóstico mientras que en 1995 el porcentaje de
diagnósticos fue menor al 100% pues se registraron 16 pacientes sin diagnóstico.
Tabla 2. Antipsicóticos
1995 2009
% (n) Dosis Medianaa% (n) Dosis Medianaa
Esquizofrenia 89,2 (423) 756 95,1c (295) 768
Retraso Mental 78,9 (229) b81,7 (193) 500
aLas dosis de antipsicóticos están expresadas en CPZeq3
bSin datos disponibles
cAntipsicóticos Atípicos solos 63%, Típicos solos 17%, Atípicos y Típicos a la vez 20%
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Tabla 3. Polifarmacia Antipsicótica
1995 2009
% (n) % (n)
Esquizofrenia 55,2 (262) 61,9 (190)
Retraso Mental 58,3 (169) 45,7 (108)
Todos los pacientes 55,9 (586) 49,4 (345)
Figura 1. Dosis de antipsicóticos en CPZeq
Tabla 4. Frecuencia y Dosis Diaria de Antipsicóticos y Anticolinérgicos
% (n)aDosis Mediana/Media en mg
1995b2009 1995 2009
Haloperidol 49,6 (520) 38,5 (269) 20 / 21,3 20 / 21,9
Haloperidol decanoatob 11,5 (121) 8,1 (57) 150c / 153,7 c 150c / 172,5.
Tioridazina 18,3 (192) 8,4 (59) 300 / 366 250 / 316,4
Triuoperazina 9,4 (100) 5,8 (41) 20 / 23,7 20 / 21,7
Clotiapina 3,9 (41) 6,9 (48) 120 / 106,3 90 / 88,8
Clorpromazina 3,7 (39) 5,7 (40) 200 / 212 300 / 254,0
Levomepromazina 34,4 (361) 35 (244) 50 / 51,6 50 / 51,6
Prometazina 7,1 (75) 18,8 (129) 50 / 58,9 50 / 51,4
Clozapina 3,9 (41) 13,2 (92) 225 / 238,1 300 / 378,7
Risperidona N/A 17,3 (121) N/A 3 / 3,9
Olanzapina N/A 1,8 (13) N/A 10 /
Quetiapina N/A (2) N/A 675 / 675,0
Biperideno 18,8 (197) 35,8 (250) 3 / n-d 2 / 2,8
Trihexifenidilo 27,2 (285) N/A 7,5 / n-d N/A
aN indica el número total de pacientes con datos disponibles
bEn 1995 había 25 pacientes con pipotiazina, 2 con pimozida y 1 con bromperidol
cDosis Mensual
N/A No aplica n-d No disponible el dato
de pacientes fueron, clozapina con levomepromazina
(n=33), risperidona con levomepromazina (n=30)
y risperidona con prometazina (n=26). Los datos
publicados de las combinaciones especícas de AP
correspondientes al censo de1995 no se encuentran
reportados (26).
Los AP de depósito estaban indicados en 13,9%
(n=146) de los pacientes en 1995 y en 8,1% (n=57) en
2009. Recibían a su vez otro AP el 91,7% (n=134/146)
en 1995 y el 92,9% (n=53/57) en 2009. Dentro de los
que recibían un AP de depósito en 2009, la asociación
más frecuente con otro AP fue con Haloperidol 68,4%
(n=39/57), seguida por Levomepromazina 56%
(32/57).
Cerca de la mitad de los pacientes tenían
prescripción de AP en dosis mayores a 600 mg CPZeq,
49,7% en 1995 y 47,2% en 2009. Disminuyó de 28%
a 23,9% la proporción de pacientes tratados con dosis
mayores a 1200 mg CPZeq (gura 1).
En la tabla 4 se muestra la frecuencia y dosis de
los AP y anticolinérgicos centrales. Se observa que el
Haloperidol oral era el AP más utilizado tanto en 1995
como en 2009 y que las dosis medias se mantuvieron
similares en ambos censos. Se redujo el uso de
Haloperidol decanoato hacia el 2009 a menos del
10% de los pacientes. De los AP atípicos la Clozapina
era el disponible en ambos censos registrándose
un incremento en la frecuencia y dosis media de
utilización. El primer AP atípico en frecuencia de
prescripción en 2009 era la Risperidona, seguido por
la Clozapina (tabla 4).
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Se redujo la frecuencia de uso de anticolinérgicos
de acción central en 2009. En 1995 se contaba con
los anticolinérgicos biperideno y trihexifenidilo, este
último más utilizado que el primero, mientras que
en 2009 se prescribía sólo biperideno y en una dosis
mediana menor que en 1995. La asociación de AP
con anticolinérgicos centrales se redujo del 56.4%
(n482/854) en 1995 al 40,9% (n248/606) en 2009.
En este último año se identicaron dos pacientes que
tenían prescripto biperideno sin AP concomitante.
Con relación al uso de psicofármacos ansiolíticos
y sedativos se registró un aumento del uso de
benzodiazepinas del 29% de los pacientes en 1995 al
43,8% en 2009, pero con un decremento del uso de
la combinación de benzodiacepinas del 4% al 1,4%
en ambos censos. La utilización de prometazina se
incrementó a más del doble de pacientes en 2009 con
casi el 19% de pacientes, no así la levomepromazina
que continuó prescribiéndose en alrededor de un tercio
de los pacientes (tabla 4).
DISCUSIÓN
Los momentos históricos comparados se diferencian
por la mayor disponibilidad en 2009 de los AP atípicos,
pues si bien en 1995 se disponía desde hacía poco
tiempo de Clozapina, era todavía muy limitado su
uso. La irrupción de los AP atípicos a nivel mundial,
con la Risperidona primero, luego la Olanzapina y
posteriormente el resto suponía potenciales ventajas
en la tolerabilidad y ecacia de este grupo respecto
de los anteriores AP denominados habitualmente
como típicos (30). En virtud de esto, era de esperar se
produjeran cambios en las modalidades prescriptivas
con la incorporación paulatina y progresiva de los
AP atípicos en los esquemas psicofarmacológicos
de tratamiento de los trastornos mentales severos,
particularmente en esquizofrenia, tal cual ha sido
recomendado por numerosas asociaciones cientícas
y guías de tratamiento (12, 13,14).
La población de pacientes hospitalizados se
redujo cerca de un tercio entre 1995 y 2009, lo que
puede explicarse por las políticas hospitalarias de
desinstitucionalizacion y generación de recursos para
la asistencia de pacientes en la comunidad. Si bien los
hombres pasaron a ser el género predominante, el perl
de los diagnósticos más prevalentes continuó siendo el
mismo, donde la esquizofrenia y el retraso mental se
mantuvieron como los dos primeros. Otra característica
relevante de la población estudiada fue el aumento de
pacientes con internaciones muy prolongadas hacia
el año 2009, cuando cuatro de cada diez pacientes
llevaban más de veinte años hospitalizados. Esto
podría explicarse por el perl del hospital, que siendo
de tercer nivel de complejidad recibe en internación
a los pacientes de mayor severidad provenientes
de numerosas regiones sanitarias de la provincia
de Buenos Aires, donde existen solamente cuatro
dispositivos públicos de hospitalización especializada
en psiquiatría y en trastornos mentales severos.
Las dosis medias de AP se mantuvieron con
escasas modicaciones, pero se redujo la proporción
de pacientes con dosis diarias muy altas. Esto puede
deberse a una mejor optimización del recurso de los
AP, entendiendo su utilidad pero reconociendo la
escasa evidencia y los riesgos que implica el uso de
dosis muy elevadas (12,15).
El incremento de la PAP en los pacientes con
diagnóstico de esquizofrenia puede deberse a la
búsqueda de mayores efectos ansiolíticos o sedativos
que se puede lograr combinando con prometazina,
clotiapina, clorpromazina (que se incrementaron en
su uso), o levomepromazina (que se mantuvo muy
elevada su utilización). La elevada frecuencia y escasa
diferencia en la PAP entre las décadas estudiadas en el
grupo de pacientes con diagnóstico de esquizofrenia,
está en consonancia con lo reportado para otras
regiones del mundo (31). No obstante, la reducción de
la frecuencia de PAP en la población total de pacientes,
y especialmente en aquellos con diagnóstico de
retraso mental, es un dato alentador a la luz del riesgo
del tratamiento con drogas AP en el largo plazo sin
indicación precisa (32).
La reducción del uso de anticolinérgicos podría estar
relacionada con menor incidencia de parkinsonismo
con AP atípicos (15), pero esto no puede conrmarse
pues no se evaluaron estos efectos adversos y existen
reportes que plantean interrogantes acerca de mejores
resultados en síntomas extrapiramidales con este
grupo de AP (33).
El mayor uso de sedativos, como la prometazina
y las benzodiacepinas, podría relacionarse con un
peor control de los síntomas positivos (34). De todas
maneras, en esta investigación no se evaluó la severidad
de la psicopatología, por lo que la hipótesis anterior
debería ser conrmada en un estudio prospectivo.
Las medicaciones de depósito tienen su principal
indicación en la falta de adherencia al tratamiento
(35). El frecuente uso de medicaciones de depósito
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en esta población de pacientes de larga estancia
podría explicarse por la simplicidad de no tener
que administrar diariamente el AP. Sin embargo, en
ambos censos se identicó que la amplia mayoría de
quienes recibían un AP de depósito también tenían
prescripto otro AP vía oral, y en 2009 casi la tercera
parte de las combinaciones eran con la misma droga
AP (Haloperidol). Dado que la falta de adherencia al
tratamiento AP ocurre en pacientes ambulatorios como
internados (36), que pueden desarrollar diferentes
mecanismos para evitar las tomas de medicación,
este hallazgo podría interpretarse como un intento de
proveer una base de efecto antipsicótico para los casos
en que hay dudas sobre la adherencia.
Como limitación, la inclusión dentro del grupo
de los AP de Levomepromazina y Prometazina,
independientemente de la dosis utilizada, incidió
en la frecuencia de PAP. Estas dos drogas son
frecuentemente utilizadas con nes ansiolíticos por
sus efectos sedativos, generalmente en dosis bajas a
la cual no presentan ecacia como AP. Por otro lado,
en el caso del Haloperidol decanoato, en el año 1995
había sido considerado como un AP aparte de la
formulación oral de Haloperidol; si incluimos todas
las prescripciones de Haloperidol -oral y decanoato-
del 2009 en la misma categoría, la frecuencia de uso
de PAP era de 56,1% y en esquizofrenia de 63,7%.
Una segunda limitación es en relación al método
de determinación del diagnóstico, pues no se
realizaron entrevistas clínicas para validarlos, lo cual
no se consideró factible, sino que se registraron según
como constaba en la historia clínica. Incluso en el
año 1995 se registró un solo diagnóstico por paciente
y en 2009 todos aquellos registrados al momento del
censo. Otra limitación adicional es la falta de reporte
de las combinaciones de antipsicóticos más frecuentes
en el artículo del año 1995, por lo que se describen
solamente las combinaciones registradas en el año
2009.
Existe evidencia que dos tercios de aquellos
pacientes en tratamiento con PAP se podrían beneciar
del cambio a MAP, medido esto en términos de
recaídas y seguridad, por lo que es un desafío poder
implementar la MAP en este grupo, dándole a ellos la
chance de no recibir más medicación antipsicótica que
la mínima necesaria (37). A pesar de ello, un estudio
reciente de seguimiento entre 1972 y 2014 de todas
las personas con esquizofrenia de Finlandia, se señala
que algunos tipos de PAP podrían resultar beneciosas
en términos de rehospitalización, tanto en aquellos
con un único como múltiples episodios (38). Estas
evidencias deberían ser incorporadas a las nuevas
guías y normativas de tratamiento, dejando abierta
la posibilidad del uso de ciertas combinaciones de
antipsicóticos para el tratamiento de la esquizofrenia.
A pesar de las limitaciones, este estudio agrega
evidencia al problema de la PAP y el uso de altas dosis
de AP. La introducción de los llamados AP atípicos,
como nueva clase, no fue seguida luego de casi quince
años de una mejoría en el uso racional de acuerdo con
normativas internacionales y guías para la práctica
clínica (12,13,14,15).
La información recabada a través de investigaciones
como la presente, tiene como objetivo fomentar el uso
racional de las terapéuticas psicofarmacológicas, y
conocer el punto de partida para realizar un proceso de
deprescripción de fármacos no indicados o utilizados
en dosis no apropiadas, todo lo cual para nalmente
redundar en reducir los riesgos y maximizar los
benecios del uso de medicamentos.
Las políticas de salud mental deben estar basadas
en datos epidemiológicos locales. Este es el primer
reporte comparativo prospectivo tanto en Argentina
como en la región de Latinoamérica. Se necesitan
más estudios prospectivos que acerquen las prácticas
asistenciales habituales a la evidencia.
Agradecimientos: Los autores agradecen la
participación de los residentes de psiquiatría del
Hospital Dr. Alejandro Korn de Melchor Romero, sin
los cuales hubiera sido imposible la recolección de
los datos necesarios para el estudio: Gaska JF, Gitto
PL, Quinteros Conticello MV, Canziani LN, Gianello
GN, Gallardo CN, Paez MB, Bielsa NA, Villanustre
SG, Radici ME,Cerra MA, Primante MN, Rubbo CM.
Agradecemos también a las autoridades directivas
Dr. Egidio Melía y Dra. Cecilia Lopez Santi, los jefes
de servicio y de sala y al personal de enfermería que
colaboró gentilmente el día del censo. Al Lic. Facundo
Tomás Rodriguez por el análisis estadístico.
Lugar de realización del estudio: Hospital Interzonal
Neuropsiquiátrico Especializado en Agudos y
Crónicos Dr. Alejandro Korn, La Plata.
Página de Declaración de Financiamiento y
de Conictos de Intereses: El estudio no ha
recibido nanciamiento externo y se ha realizado
exclusivamente con fondos aportados por los autores,
los cuales declaran no tener conictos de interés de
10
Gargoloff PD, et al.
Rev Neuropsiquiatr. 2022; 85(1): 3-11
orden económico, institucional, laboral o personal.
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Recibido: 15/07/2021
Aceptado: 21/01/2022