120
Bombón-Albán P, et al.
Rev Neuropsiquiatr. 2022; 85(2): 117-126
Por lo tanto, la infección viral puede ser un factor
agravante de la neurodegeneración en individuos
con variantes genéticas susceptibles. A pesar de esta
evidencia preliminar relacionada con COVID-19, se
necesitan más estudios para determinar las causas
subyacentes de estos síntomas y los mecanismos
involucrados en aquellos casos en los que el deterioro
cognitivo se presenta de forma persistente o exacerba
enfermedades neurodegenerativas (11).
Los datos neuropatológicos de los casos de
COVID-19 mostraron cambios hipóxicos y lesiones
desmielinizantes (26-28). Por último, una revisión
sistemática de neuroimagen, la mayoría de ellos
series de casos de pacientes con COVID-19 a los que
se les realizó un examen de imagen cerebral debido
a síntomas neurológicos, encontró que el 34% de los
casos presentaban lesiones cerebrales probablemente
atribuibles a COVID-19 y entre ellos, el hallazgo más
común fue la alteración difusa de la sustancia blanca
subcortical y profunda. Otros hallazgos comunes,
aunque menos prevalentes, fueron microhemorragias,
hemorragias e infartos cerebrales (29).
Manifestaciones cognitivas de COVID-19
Hay pocos estudios que informan síntomas
cognitivos relacionados con COVID-19, uno de ellos
el estudio prospectivo del Biobanco del Reino Unido,
el cual mostró que varios factores psicosociales
se asociaron con el riesgo de ser hospitalizado por
COVID-19, pero después de controlar otras variables
relevantes (sociodemográcas, socioeconómicas,
psicológicas, factores de estilo de vida y
comorbilidades médicas), el único factor signicativo
asociado con el riesgo de infección fue una menor
función cognitiva (30). Sin embargo, la causalidad y
los mecanismos involucrados en tal asociación quedan
por dilucidar. En un estudio retrospectivo realizado en
Chicago (Estados Unidos) de pacientes hospitalizados
con COVID-19 que ingresaron en una unidad de
neurología exhibieron síntomas neurológicos, el 24%
de ellos presento pérdida de la memoria a corto plazo
(31, 32).
Hay evidencia preliminar de deterioro cognitivo
después del alta hospitalaria. En este sentido, en un
estudio observacional, más de un tercio de los pacientes
manifestaron evidencia de deterioro cognitivo al alta de
la unidad de cuidados intensivos (UCI), especialmente
en forma de síndrome disejecutivo caracterizado
por inatención, desorientación y movimientos mal
organizados en respuesta a comandos (33). En una
serie de casos de pacientes con COVID-19 grave que
requirieron ingreso en la UCI, se detectó deterioro
cognitivo, identicado como décit de memoria
y síndrome frontal, después del alta, pero remitió
después de 5 días de terapia con inmunoglobulina
(34). Un estudio, reportó en una muestra de pacientes
hospitalizados por COVID-19, de los que fueron
diagnosticados con delirium durante su hospitalización
el 42% tuvieron puntuaciones cognitivas más bajas
en una entrevista telefónica de tamizaje después de 4
semanas del alta hospitalaria, aunque la comparación
entre grupos no alcanzó signicancia estadística
(p = 0,06) (35).
Manifestaciones neuropsiquiátricas de COVID-19
en los adultos mayores
Se ha observado que COVID-19 puede afectar a
cualquier grupo etario (36) y se ha descrito que algunos
grupos poblacionales son más vulnerables a los
efectos psicosociales de la pandemia, en particular los
adultos mayores que tienen una función inmunológica
comprometida, que viven o reciben cuidados en centros
de largas estancia, personas con enfermedades médicas
preexistentes, o quienes tienen patología psiquiátrica o
trastornos por consumo de sustancias (gura 1). De
manera general, se calcula que más del 20% de los
adultos mayores tienen una enfermedad neurológica
o un trastorno psiquiátrico, entre los cuales destaca la
demencia, el trastorno depresivo mayor y la ansiedad.
Asimismo, en epidemias anteriores se documentó
consecuencias en la salud mental, como la ansiedad,
el insomnio, el incremento del consumo de alcohol
y la pérdida del nivel de energía (37, 38), así como
baja autoestima y la pérdida del autocontrol como
consecuencia del aislamiento físico. Otros estudios,
mencionan que el incremento de síntomas de estrés
postraumático tiene relación con el tiempo de duración
de la cuarentena y otros factores psicológicos como el
miedo a infectarse, frustración, aburrimiento, recibir
información inadecuada, dicultades nancieras y
estigma (39).
Manifestaciones neuropsiquiátricas de COVID-19
en los adultos mayores sin demencia
Alkeridy y cols., describieron el caso de un hombre
de 73 años sin demencia que resultó positivo en las
pruebas de COVID-19. Los autores observaron que
los adultos mayores presentaban exclusivamente
delirium al inicio (40), en ausencia de los síntomas
más comunes observados en personas infectadas
por COVID-19 (es decir, ebre, tos y cansancio),