255Rev Med Hered. 2020; 31:255-265
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Atribución 4.0 Internacional.
CONTRIBUCIÓN ESPECIAL / SPECIAL CONTRIBUTION
1
Departamento Ciencias de la Salud, Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo. Lambayeque, Perú.
2
Escuela de Enfermería, Facultad de Medicina Humana, Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo.
Lambayeque, Perú.
3
Escuela de Enfermería, Universidad Ricardo Palma. Lima, Perú.
a
Docente
b
ORCID: 0000-0002-9287-9387
c
ORCID: 0000-0002-4972-1787
d
ORCID: 0000-0002-2333-7963
e
ORCID: 0000-0002-2333-7963
Principios bioéticos en el contexto de la
pandemia de COVID-19
Bioethical principles in the context of the COVID-19 pandemic
Cesar Ñique Carbajal
1,a,b
, Mirtha Cervera Vallejos
1,a,c
, Rosa Díaz Manchay
2,a,d
,
Constantino Domínguez Barrera
3,a,e
RESUMEN
El avance de la pandemia de COVID 19 a escala mundial ha desencadenado una crisis en los sistemas sanitarios que
muchos países no han podido superar. En nuestro país incluso se ha visto afectada la relación entre los profesionales
de las ciencias de la salud, los pacientes y sus familias, en parte inducida por un estado desorganizado, que al seguir
lineamientos de otras realidades sobre el manejo de pacientes bajo ciertos estándares del estado de salud, se han
estipulado normativas que inuyen en el tratamiento y pronóstico de la vida de la persona afectada, observándose
atentados contra la dignidad del ser persona, de igual forma el desabastecimiento de los recursos, la corrupción y
la pobre capacidad resolutiva del diagnóstico viral, no solo han permitido que se desconozca en tiempo real la
enfermedad en nuestro país, sino que ha conllevado al desánimo de los profesionales como médicos y enfermeras,
quienes al brindar atención y cuidado, a la variedad de estos pacientes también experimentan incapacidad, y
vulnerabilidad ante la pandemia. En este sentido creemos necesario repensar sobre el impacto de la pandemia en
nuestra población, así como en nuestro sistema de salud, para lo cual es importante volver al estudio de la atención
sanitaria, el cuidado humano integral, modelos o corrientes en bioética vigentes, principios éticos personalistas
para su abordaje; con la nalidad de brindar unos lineamientos y recomendaciones a tener en cuenta en la gestión y
practica biomédica ante la crisis causada por el SARS-CoV-2.
PALABRAS CLAVE: Bioética, infecciones por coronavirus, humanización de la atención, salud pública. (Fuente:
DeCS BIREME).
SUMMARY
The worldwide spread of the COVID-19 pandemic has triggered an international sanitary crisis that many countries
could not tackle. In our country the relationship among the health care professionals their patients and relatives has
been affected, in part due to a disorganized governmental response to the pandemic that dictated incorrect treatment
recommendations based on foreign experiences resulting in severe attempts against the individual dignity. On the
other hand, the lack of resources, the rampant corruption and the poor resolution capacity for diagnosing cases
Rev Med Hered. 2020; 31:255-265DOI:
https://doi.org/10.20453/rmh.v31i4.3860
CONTRIBUCIÓN ESPECIAL / SPECIAL CONTRIBUTION
Ñique-Carbajal C. y col.
Principios bioéticos en el contexto de la pandemia de COVID-19
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leaded not only of knowing the magnitude of the pandemic in the country but also to discouragement among health
care professionals who are at the frontline experiencing fear and vulnerability. We do believe that we need to rethink
on the impact of the pandemic in the country as well as on the critical reforms needed in our health care system
promoting integrated human care, following current bioethical models and personalized ethical principles in order
to improve current medical practices during the COVID-19 pandemic.
KEYWORDS: Bioethics, coronavirus infections, humanization of assistance, public health. (Source: MeSH
NLM).
INTRODUCCIÓN
Desde el mes de diciembre del 2019 cuando se
registró por primera vez algunos casos de neumonía
de origen desconocido en Wuhan, provincia de Hubei
(China) hasta la actualidad, la gran mayoría de países
en el mundo han sido afectados por la COVID-19,
causada por el nuevo coronavirus denominado SARS-
CoV-2, adquiriendo la categoría de pandemia.
Este virus tiene tropismo por las células del
epitelio respiratorio y se relaciona con una transmisión
zoonótica proveniente de una especie de murciélago;
cuando ingresa al ser humano puede progresar y
complicar generando cuadros de neumonía en personas
que presentan ciertas condiciones como edad avanzada
y la presencia de comorbilidades. La infección del
virus se da a través de la inhalación de aerosoles y el
contacto con supercies, permitiendo que el contagio
de persona a persona se facilite y en poco tiempo haya
un aumento exponencial en el número de individuos
infectados y complicados, los mismos que podrían
saturar los servicios de salud generando un aumento
en el número de fallecidos debido a la insuciente
cantidad y disponibilidad de camas con necesidades
especiales, como las que se encuentran en las unidades
de cuidados intensivos (UCI) en las instituciones de
salud (1).
En el Perú la crisis por la COVID 19 abarca también
otros ámbitos de la vida social como el político,
económico, poblacional, y en el sector sanitario ha
desnudado de manera cruda y real nuestra precariedad
institucional encontrándose hospitales viejos, falta de
materiales, de laboratorios especializados, de camas,
de ventiladores mecánicos, de especialistas, y una
población geriátrica abandonada, médicos no bien
remunerados, sin seguro médico, y como nunca, falta
de equipos de bioseguridad para combatir a este nuevo
agelo (2).
Es evidente que, para enfrentar a esta pandemia, no
solo se requiere de un plan protocolizado y recursos
materiales, sino también de un número adecuado
de profesionales sanitarios que maximicen sus
capacidades, para una práctica clínica que diere en
gran medida de la habitual, debido a cargas de trabajo
extremas, con la capacidad para enfrentarse a nuevos
dilemas morales. La perspectiva bioética basada en
los derechos humanos y en una visión integral de la
concepción de la persona humana en su estadio de
paciente debería desempeñar un papel fundamental
en el contexto de esta complicada pandemia. Ante
este panorama se ha priorizado la atención a nivel
comunitario, en actividades preventivas, empoderando
al paciente y realizando labores epidemiológicas como
la identicación de casos y la localización de sus
contactos, sin despreocuparnos por los pacientes dados
de alta, así como también brindando acompañamiento
aquellos que se encuentran en el nal de la vida,
teniendo presente a la población más vulnerable, y
todo esto sin olvidar la atención a demanda, el servicio
de emergencias y nuestros pacientes crónicos (3).
En consecuencia, después de esta breve descripción
sobre el efecto de la pandemia por COVID 19 en
nuestro medio, el objetivo del artículo fue dejar
acentuada la necesidad e importancia de reexionar
sobre los aspectos humanísticos y bioéticos de la
práctica sanitaria, con énfasis en el cuidado humano
integral, el análisis de los modelos bioéticos vigentes y
la práctica de principios éticos en la atención sanitaria
que se viven en nuestro medio. Es conveniente para ello
empezar por denir algunos términos como: pandemia,
atención sanitaria integral, cuidado humano, bioética
y principios éticos del actuar biomédico sobre todo
por ser una enfermedad que la comunidad cientíca
empieza a comprender, y que requiere de un análisis
reexivo ante cada situación complicada de gestionar
desde un solo enfoque o mirada, la observancia
multidisciplinaria como lo exige el análisis bioético
por el manejo interdisciplinar, pluralista y dialógico
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que tiene per se, ayudarían sin duda en este sentido, ya
que esta se sustenta en el análisis de valores y virtudes
que se operativizan en la práctica.
El virus SARS-CoV-2 y la Pandemia
El nuevo coronavirus es un virus constituido por
un genoma tipo ARN monocatenario que presenta una
alta tasa de mutación, lo cual aumenta la diversidad de
especies virales y asimismo le conere la capacidad
de adaptarse rápidamente a nuevos hospederos. En el
ser humano se ha determinado que la principal fuente
de infección son los pacientes infectados por SARS-
CoV-2 a través de las gotas respiratorias (> 5 micras)
cuando los pacientes tosen, hablan o estornudan, de
ahí que el contacto cercano se constituye en una fuente
de transmisión (1,4).
El virus SARS-CoV-2 presenta una envoltura
lipoproteica que contiene las glicoproteínas virales
que se proyectan hacia la supercie externa dando
el aspecto de corona. Estas glicoproteínas son
importantes para el proceso de infección del virus ya
que se relacionan con el tropismo o anidad por ciertos
receptores celulares. La glicoproteína S tiene anidad
por el receptor de la ACE2 (enzima convertidora de
angiotensina 2) que se expresa en células endoteliales
de los vasos y en el epitelio pulmonar, de allí la
posibilidad de que el virus afecte la vía aérea inferior.
Los estudios de la estructura del virus han mostrado
que hay una similitud en la secuencia del genoma del
SARS-CoV-2 y el SARS-CoV1 en el 79,5%, mientras
que existe una similitud del genoma del SARS-CoV-2
con el del Coronavirus de murciélago RaTG13, en
96,2%. Estos hallazgos han mostrado que la estructura
y secuencia de la glicoproteína S del SARS-CoV-2 es
diferente a la de la cepa SARS-CoV-1, pues tiene una
anidad 10 o 20 veces mayor por el receptor celular
lo cual puede explicar la efectiva diseminación en
poblaciones humanas (1,4).
Desde los primeros casos reportados como
neumonía de origen desconocido en Wuhan hasta
la actualidad, el virus se ha expandido por todo el
planeta, aproximadamente más de 180 países han sido
afectados, siendo histórico el 11 de febrero del presente
año, fecha en la que el Director General de la OMS
declaró la situación de pandemia; sin duda alguna
en el presente siglo la República popular de China
será recordada como el lugar de origen de diferentes
patógenos potenciales, especialmente agentes virales
que han causado emergencia en el mundo. Entre ellos
la gripe aviar en 1997, el síndrome respiratorio agudo
severo (SARS) en 2003, el Síndrome de ebre severa
con trombocitopenia (SFTS) en 2010, y el reciente
virus latente surgido en el sureste de China en Wuhan,
provincia Hubei en diciembre del 2019 (5).
La emergencia de esta enfermedad, se ha explicado
por el surgimiento de un nuevo coronavirus humano
con incrementados factores de virulencia. El número
exponencialmente creciente de casos en el mundo,
reeja en parte la rápida transmisión del SARS-
CoV-2, alcanzando la etapa de propagación en la
comunidad, dada la susceptibilidad del 100% de la
población mundial. Contar con datos detallados y
precisos permitirá comprender y hacer un seguimiento
del alcance de esta pandemia y fortalecer los esfuerzos
de prevención y respuesta, en virtud que hasta el
momento los tratamientos son experimentales y la
vacuna podría estar disponible a mediano o largo
plazo. Lo real es que el mundo se encuentra luchando
arduamente en contra de la que quizás es la pandemia
más severa a la que se haya enfrentado la humanidad.
Esta lucha liderada por la OMS, gobiernos del mundo
y respaldada por miles de cientícos y personal de
salud, quienes invaluablemente han ofrecido sus
conocimientos y experiencia para el control de la
pandemia con la nalidad de evitar más muertes. Las
medidas de distanciamiento social y la cuarentena han
sido claves para mitigar la pandemia y la respuesta de
la población aislándose ha representado un importante
sacricio, pero conforme pasan las semanas ha
demostrado un impacto signicativo en el desarrollo
positivo de la pandemia (6).
Atención sanitaria integral de salud en el contexto
de la pandemia de COVID-19
La actual situación de salud, expresa el impacto
de un momento del proceso de la pandemia de
COVID-19, problema de larga data que nos muestra
un presente caótico y un futuro indeterminado e
incierto. Por esta razón, su estudio se sostiene en los
fundamentos de la Salud Pública y su metodología
(ciencia interdisciplinaria), que en nuestra realidad
lógica “comunidad cientíca” no es considerada
como “ciencia emergente” (7).De tal manera, el
análisis crítico de la “situación de salud”, pilar de
la ciencia de Salud, se concibe como: “la posición
relativa y conjunta, que adoptan sus componentes, en
un momento determinado y espacio denido, entre
los cuales describimos: a) el estado de salud, b) el
sistema de servicios de servicios de salud (SSS) y
c) los determinantes sociales; encontrándose en un
permanente y constante proceso de establecer la
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atención integral de la salud colectiva en una sociedad”
(8).
Ante este panorama, el análisis crítico, desde
el enfoque sistémico método de la Teoría General
de Sistemas (TGS), sostiene que la “totalidad
organizada, hecha de elementos solidarios que pueden
ser denidos como los entes que se encuentran en
relación, es decir los unos con los otros en función de
su lugar en esta totalidad”(9). Esto podría trasladarse
al examen del “impacto de la pandemia Covid 19 en
el sistema sanitario” donde se encuentra implícito la
concepción de la TGS. Parafraseando el mito griego,
observamos que el impacto ha determinado el destape
de la “caja de pandora”, pilar del Sistema Nacional de
Salud (SSS) desde hace aproximadamente un cuarto
de siglo; permitiendo identicar los elementos que
no permiten la acción ecaz y eciente, en esta línea
de pensamiento, se determinan los obstáculos más
signicativos que dicultan e impiden la orientación
y denición de las acciones sanitarias consistentes e
inherentes; ejecutadas con eciencia y ecacia en el
marco de un SSS, factible y viable (10).
Por las razones expuestas, el análisis crítico de
este componente de la situación de salud, se encuentra
orientado por las concepciones de:
a) Impacto, en su acepción de “huella o efecto
producidos por el choque del COVID-19 con la
realidad de la sociedad del Perú.
b) Sector Salud (Sistema Nacional de Salud),
que según Decreto Legislativo N° 1161 de fecha
06-diciembre-2013, a la letra se menciona: “El
Sector Salud, está conformado por el Ministerio de
Salud, como organismo rector, las entidades
adscritas a él y aquellas instituciones públicas
y privadas de nivel nacional, regional y local, y
personas naturales que realizan actividades
vinculadas a las competencias establecidas en la
presente Ley, y que tienen impacto directo o
indirecto en la salud, individual o colectiva”.
Así el sector salud puede entenderse como
el espacio social de conuencia de personas,
organizaciones y entidades, que realizan actividades
(todas o algunas de estas) relacionadas directamente
con la salud individual o colectiva en el país, o que
repercuten indirectamente en ella. De esta manera,
dentro del sector salud se reconocen una gama
diversa de actores sociales o grupos de interés que
deben ser debidamente identicados.
c) Los juicios de valor, que se establecen son de la
comprensión inferencial de las Publicaciones de
Análisis de Situación de Salud (ASIS) del Centro
Nacional de Epidemiología - Prevención y control
de Enfermedades - MINSA – PERU, proporcionan
un panorama general de la situación de salud en
el Perú de los últimos cinco años, a través del análisis
de los determinantes socioeconómicos y sanitarios,
su inuencia en el estado de salud de la población y
la respuesta social, identicando los grandes
problemas existentes en nuestro país y realizando
su priorización, con la nalidad de proporcionar
conocimiento para la toma de decisiones en los
diferentes niveles del sector.
d) Identicar los obstáculos más signicativos
que dicultan e impiden la orientación y denición
de acciones sanitarias consistentes e inherentes;
ejecutadas con eciencia y ecacia en el marco de
la factibilidad y viabilidad (10).
Ante estos considerandos podríamos inferir que
nuestro sistema sanitario en el contexto de la pandemia
viene mostrando que:
- La estructura, organización y funciones no
implementan adecuadamente su doctrina,
sustentada en los Artículos 7°, 9°,11°y 16° de la
Constitución Política del Perú (1993)
- Las politicas, formalizadas en la concepción
de apoyo social, no tienen en cuenta la Carta de
Ottawa (1998), la Declaración de Yakarta (1997),
la Declaración de Shanghái (2016) y menos aún
la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, cuyo
objetivo principal es velar por la protección de las
personas, el planeta y la prosperidad.
- La Organización, es fragmentada y desarticulada,
por las diferentes políticas jurídica-administrativas
de cada uno de los componentes institucionales,
que no permiten el ejercicio eciente de la Rectoría
para establecer un sistema integrado por niveles de
complejidad articulados por régimen de referencia
y contrarreferencia en un modelo de atención
integral de la salud individual y colectiva.
- Escasez de recursos, económicos, humanos y
físicos, mal distribuidos y concentrados
privilegiando a ciertos espacios socioeconómicos y
políticos.
- Inadecuado perl de producción por el elevado
porcentaje de actividades de recuperación de la
salud en todos los niveles y espacios
sociodemográcos
- Deciente productividad por difícil acceso a los
servicios, determinada por las condiciones
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geográcas, económicas y culturales de la
población.
- Cobertura deciente y fragmentada de atención por
falta de delimitación de la población asignada.
En este sentido nos preguntamos ¿Cómo se debe
proceder ante tanta carencia y desorganización en
la debida atención a los pacientes infectados por
COVID-19 en nuestros centros de salud?, ¿Qué
principios éticos debe manejar el profesional
biomédico para enfrentarse a la pandemia? Son válidos
estos cuestionamientos con la nalidad de ofrecer un
trato digno en correspondencia a su esencia como
ser persona, en el cuidado humano integral, dada las
dicultades y precariedad de nuestro sistema sanitario.
Cuidado humano en un paciente con COVID-19
Cuando nos referimos al cuidado humano, es
equiparable a la preocupación auténtica por el “otro”
e incluye la amabilidad en aquellas acciones tan
“simples y milenarias” que hacen la diferencia al lidiar
con el dolor, la ansiedad, la angustia, el sentimiento
de pérdida, el temor de lo desconocido y tantos
otros sentimientos que acometen al paciente y a su
familiar en situaciones de vulnerabilidad. Para ello,
los cuidadores de la salud en especial el personal de
enfermería debe ofrecer un cuidado que proporcione
confort, no solo de orden físico, sino también
espiritual, utilizar técnicas de relajamiento, la escucha
activa, el silencio, el toque terapéutico, la mirada
cariñosa, pueden ser el hecho diferencial; y a veces, la
tecnología y el lenguaje técnico que los profesionales
de salud emplean, les hace fallar en percibir que las
pequeñas cosas o simples detalles son más importantes
para que el paciente se sienta cuidado, como, por
ejemplo, un masaje, peinar los cabellos, cepillarle los
dientes, mojarle la boca, moverle en la cama, tocarle
con cariño (11).
En tiempos de pandemia el cuidado humano
se ha visto afectado sin lugar a dudas por el exceso
de pacientes, el miedo intrínseco que causa esta
enfermedad por su alta contagiosidad, la escasez de
equipos de protección y aquellos miembros del equipo
que pueden usarla, parecen “robots”, no se les puede
identicar quienes son, son testigos presenciales del
dolor e incertidumbre que repara el sufrimiento de las
personas más vulnerables al sentir impotencia y ver
morir a numerosos pacientes cada día al extremo de
ser denominadas como experiencias desgarradoras
(12), todo ello unido a las largas jornadas laborales que
llevan a cabo por la escasez de personal de salud, ya
sea porque fueron contagiados y ahora son pacientes
que deben estar aislados en sus respectivos hogares,
o simplemente porque renunciaron por el miedo de
contagiar a su propia familia.
En nuestro país la pendiente de contagios ha ido en
aumento y los casos de infectados en nuestro medio
se ha descontrolado, el sistema sanitario peruano ha
colapsado, sobre todo cuando los pacientes tienen falla
respiratoria y requieren el uso de ventilación asistida
en las unidades de cuidados intensivos (13). El Estado
ha hecho su mejor esfuerzo en designar hospitales para
atender estos casos, pero el personal de salud sigue
de pie a pesar de la escasez de equipos de protección,
exponiendo su salud, su vida y posiblemente poniendo
en peligro a sus familiares, y deben sopesar la opción
de continuar trabajando o pedir licencia, aunque no
sea remunerada (14). En general, el equipo de salud
tiene la obligación de atender a los pacientes, incluso
si esto los pone en riesgo, pero los deberes para con los
pacientes a veces pueden verse limitados por los deberes
para con los demás. Al mismo tiempo, los hospitales
tienen obligaciones correlativas para proteger a sus
empleados y mitigar el riesgo, equilibrar estas tareas
requiere sopesar los benecios y riesgos, a menudo en
el contexto de una considerable incertidumbre (15)
Cuando hablamos de cuidado humano también
debemos jar nuestra atención y mirada en el equipo
de salud, quien como han denominado muchos se
encuentra en “pie de guerra”, ya que se enfrentan
día a día con la muerte sabiendo que se va perdiendo
la batalla, observando también atentados contra
familiares y amigos en el momento de atender los
enfermos por COVID-19 sin tener las medidas de
protección adecuadas, el práctico suicidio que se
realiza por la misma situación, la presión social de
tener que servir por “vocación” normalizando la
explotación laboral, y el aumento de la carga tanto
laboral, como emocional y académica, puede orillar
al personal de salud a un punto de quiebre mental,
del cual si no se toman medidas preventivas ahora,
terminará con consecuencias funestas a futuro (16) .A
su vez, las mujeres que trabajan en este sector no dejan
por ello de tener a su cargo personas dependientes o
que necesitan cuidados en sus hogares: deben seguir
asistiendo a sus trabajos con esta responsabilidad, lo
que aumenta sus sobrecargas de trabajo y estrés (17).
Como resultado del rápido incremento de
casos conrmados y muertes, la población general
y el personal de salud experimentan problemas
psicológicos, como ansiedad, depresión y estrés (18).
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Principios bioéticos en el contexto de la pandemia de COVID-19
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No obstante, también debemos reexionar sobre
el modo de facilitar un entorno más compasivo en
el morir de estos pacientes, y procurar el oportuno
acompañamiento de un ser querido en el momento de la
muerte, así como el apoyo espiritual o religioso cuando
lo soliciten, es un esfuerzo a todas luces justicado
y un acto superior de humanización, obviamente con
todas las medidas necesarias de bioseguridad (19).
¿Cómo humanizamos la atención de salud hacia
el nal de la vida en este contexto? Se conoce que
el cadáver de una persona con el virus continúa
contagiando, por ello las personas fallecidas no
pueden ser despedidas, mueren solas, ni veladas y se
sugiere la cremación, avasallando en este caso hasta
los cultos religiosos (20). Es necesario que la atención
en los momentos nales de su vida sea con la mayor
calidad asistencial y humana posible, que, de acuerdo
con la losofía de los cuidados paliativos, incluyen
criterios de atención psico-emocional, espiritual,
religioso y de acompañamiento familiar, pues todos
ellos contribuirán a evitar duelos patológicos y al
agravamiento de las situaciones de vulnerabilidad
(19).
Es así, que esta pandemia ha suscitado ansiedades y
temores sustanciales para los trabajadores de la salud,
y muchas de las técnicas habitualmente empleadas
por el personal de salud para brindar comodidad a
los pacientes y sus familias se vuelven más difíciles
o imposibles de implementar. Junto con el virus ha
proliferado el miedo, la ansiedad y la incertidumbre
para lo cual sería importante retomar o centrarse en las
mejores prácticas que rodean comunicación, empatía y
compasión. Esto puede ayudar a rebrotar el humanismo
en la atención de pacientes con COVID-19 (21,22).
Frente a ello, el desafío del equipo de salud será no
deshumanizarse en esta pandemia, buscar redactar
protocolos de actuación que contemplen el trato
humanizado en este contexto, que se evalúe el caso
concreto, sobre la base de los pilares de la Bioética, de
la dignidad del ser humano, del trato digno al paciente
desde una perspectiva de derechos humanos (20).
Corrientes en Bioética y manejo de los pacientes
con COVID 19
La enciclopedia de Bioética de Reich (23), en
el año 1978 dene a la bioética como el “estudio
sistemático de la conducta humana en el ámbito de las
ciencias de la vida y de la salud, analizados a la luz de
los valores y principios morales”, valoración sin duda
de tipo ético porque calica la bondad o maldad del
actuar humano el cual debe realizarse a la luz de un
determinado sistema de referencia; análisis que aplica
a los siguientes escenarios: a) todo lo relativo a las
cuestiones de valor que se plantean a los profesionales
de la salud; b) la investigación biomédica y a la del
comportamiento independientemente de que tengan o
no implicaciones terapéuticas; c) cuestiones sociales
relacionadas con la salud pública que van desde la
salud en el mundo al control de los nacimientos y d) la
vida animal y vegetal; básicamente considerando los
principios éticos sobre el respeto a la vida humana, que
pertenece al orden de la objetividad y debe servir de
nalidad a la actuación ética, y la autodeterminación
de la persona, que remite al dominio de la subjetividad
y es esencial en la ética.
Actualmente existen diferentes modelos éticos de
referencia práctica, con muy desiguales consecuencias
y jerarquías de valores a la hora de evaluar cualquiera
de las cuestiones debatidas y sobre todo a la hora
de enfrentarse con los dos principios de la bioética
comentadas en el párrafo anterior: el respeto a la
dignidad de la vida humana y la defensa de la libertad
de la persona, estos modelos o corrientes se encuentran
enfocados desde perspectivas de valoración muy
distintas, con la consecuencia de que, partiendo de
los mismos principios, se lleguen a conclusiones
muy diferentes, e incluso difícilmente compatibles
entre sí, estableciendo diversos cuerpos de doctrina.
Se reconocen al menos cuatro tal como se muestra en
la tabla 1: el modelo liberal radical, el pragmático-
utilitarista, el socio-biológico y el personalista (24,25).
Teniendo como argumentos una denición de
bioética que implica valorar nuestra conducta en el
debido actuar ante los pacientes con COVID 19 y
los diversos enfoques conceptuales que operan hoy
en día en la práctica biomédica, consideramos que
el prototipo que ofrece una protección y defensa de
la vida humana y de la libertad como paradigmas de
la ética del cuidado humano integral que venimos
analizando, en contraste con el impacto que viene
causando la pandemia trascendiendo la afectación
a nivel individual para alcanzar la afectación a nivel
familiar y social, sin duda seria la visión personalista,
aquella corriente que nos brinda mayores fundamentos
ontológicos y antropológicos para el debido actuar
ante conictos éticos donde la bioética amerita actuar,
resaltando su importancia y recordándonos la parte
más humana de nuestro quehacer como profesionales
de las ciencias de salud. Este modelo se ampara en la
formulación de cuatros principios éticos: a) Principio
de defensa de la vida física; b) principio de totalidad; c)
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Principios bioéticos en el contexto de la pandemia de COVID-19
Tabla 1. Características de las corrientes en bioética (25).
Corrientes en Bioética Características
Liberal-radical
Cuyo marco de referencia y suprema del juicio ético es la libertad: es lícito lo que es
libremente querido, libremente aceptado y no daña la libertad de los demás. Este modelo
realza un aspecto fundamental de la referencia ética, que es el valor de la libertad. Este
es un valor que todos debemos defender, y en el que este modelo pone la prioridad. Las
conclusiones de este modelo en la vida cotidiana, tal y como se suele aplicar, serían: la
liberalización del aborto, la elección del sexo de los hijos, el cambio de sexo por parte
del que lo desee, la libre actuación en la fecundación «in vitro», la libertad de decidir el
momento de la propia muerte. La principal debilidad de este método está en que, desde un
punto de vista estrictamente ético, al establecer una jerarquía de valores es evidente que hay
valores que anteceden a la libertad. Por ejemplo, el derecho a la vida antecede a la libertad:
todo acto libre lo es de un hombre que actúa libremente. Sin vida humana, no es posible ser
libre.
Pragmático-utilitarista
Este modelo pone su fundamento en que lo importante en la vida es lo realmente útil y
práctico, y busca su justicación en el utilitarismo social. Es una posición bastante difundida
en algunos centros y comités de bioética. En lugar de buscar verdades universales o
absolutas, o de tratar de denir una moral válida para todos y para todos los tiempos, recurre
a una moral pragmática: la moral del cálculo de la utilidad evaluable, de la relación entre
costo y benecio. El criterio de la utilidad no puede ser nunca el n último en bioética:
siempre debe considerarse y evaluarse el criterio de utilidad teniendo en cuenta la nalidad
del acto médico, que es la salud de una persona enferma. El n de nuestras acciones lo marca
de modo último la dignidad de la persona enferma, y no otros tipos de criterios de utilidad.
Un ejemplo de esta modelo seria elegir al paciente que más criterios de sobrevida tendría
en relación al tratamiento en situaciones de complicación por infección de COVID 19 en la
unidad de cuidados intensivos.
Socio biológico
Según este modelo, la vida y la sociedad están sujetas a la evolución biológica, sociológica, y
los valores morales deben también modicarse de modo evolutivo. El motor es el «egoísmo
biológico» que da lugar al derecho y la moral, como expresiones culturales. Desde esta
perspectiva, el único valor ético es el que permite mantener el equilibrio evolutivo del
ecosistema, en continuo progreso. Todo lo que esté a favor de ese progreso está bien, y
lo que comprometa el equilibrio está mal. Este modelo aporta como valor importante la
atención al equilibrio evolutivo del ecosistema. Pero hay que tener en cuenta que, para que
un acontecimiento se pueda entender como progreso, o en su caso como un retroceso, es
necesario hacer referencia a un valor que permita evaluarlo. El planteamiento del supuesto
continuo progreso, tomado en forma literal, choca con la experiencia histórica, invalidaría el
juicio ético y detendría nuestros esfuerzos por mejorar las situaciones que se nos presenten.
Es preciso, por tanto, que el progreso haga referencia a un valor que lo haga auténtico, por
el que pueda medirse, y que necesariamente estará por encima de criterios socio-biológicos.
Personalista
En el panorama cultural actual, la concepción personalista es la que sostiene el primado y la
intangibilidad de la persona humana, considerada como valor principal, punto de referencia,
n y no medio. Se parte de la base de que la persona humana es digna en virtud de su propio
ser, y no en virtud de lo que tiene. Plantea que desde este fundamento se puede construir una
bioética plenamente respetuosa con la dignidad última de la persona humana. Esta dignidad
es la que exige el máximo respeto y una efectiva tutela, desde el momento de la concepción
al de la muerte natural. Según nuestro parecer, esta concepción responde más plenamente al
propio ser del hombre y explica mejor la relación existente entre dignidad de la persona y
libertad, no como valores divergentes, sino complementarios.
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principio de libertad y responsabilidad, y d) principio
de la sociabilidad y subsidiaridad (26).
Principios personalistas en el manejo de pacientes
con COVID 19
La pandemia por la COVID 19 encarna un ejemplo
elocuente donde emergen variedad de problemas que
colocaron al mundo en el quiebre de la seguridad
económica-sanitaria e incertidumbre ante el peligro
del contagio inminente afectando a personas de
cualquier condición, profesión y credo. Ningún
país estuvo preparado para afrontarla al contar con
sistemas de salud desorganizados y economía débil
frente a la previsión de recursos materiales y humanos,
que ante posibles crisis deben poseer premisas éticas
en su asignación (27), priorizando a la persona como
centro de la atención y no considerarla sólo con
razonamientos de utilidad o subjetividad con ausencia
de una concepción holística y poseedora de historia
personal (28), encarnado en los pacientes afectados
de COVID-19. Además, el surgimiento de litigación
entre ética y economía se evidencia cada día más ante
el gasto sanitario abrumador y la ausencia de capital
moral de quienes la dirigen, motivando por otro lado a
las autoridades a una variedad de recaudar fondos para
contribuir a superar la falencia de estos.
Desde la bioética personalista el principio sobre
la defensa de la vida física del enfermo, con ello el
respeto, su defensa y promoción se constituye en el
primer imperativo ético del profesional de la salud
(PS) ya que el cuerpo no es un simple instrumento
sino forma parte de la propia esencia, como base
única y necesaria para la existencia en el tiempo y en
el espacio. Resultado de este principio cerciora que
todo acto sanitario e intervención en el cuerpo es la
acción de una persona sobre otra porque uno de ellos
es sujeto de intervención sanitaria. De esta manera el
cuerpo es coesencial, el fundamento único, por medio
del cual la persona se realiza e irrumpe en el tiempo y
en el espacio, construye los demás valores, implícito
la libertad, la sociabilidad, también el propio proyecto
futuro (28).
En la práctica, la interacción entre los actores
del acto biomédico, se fue distanciando y diluyendo
hasta evitar el acercamiento a los enfermos, los
tratamientos eran enviados vía virtual olvidando la
visión global del enfermo, emergiendo en el lenguaje
de trato “otro caso de COVID-19”; acompañado de
una actuación automatizada por no decir mecánica,
y donde la tecnología también hizo su aparición,
ausente en algunos hospitales e insuciente en otros
por su inmensa demanda, pero que no hablan de la
profundidad humana del enfermo y si de la existencia
de un reduccionismo evidente (28). Estas razones
conducen a pensar que el equipo de salud en general
no lo poseía en su cognición como práctica (en unos
más que en otros), aunque los códigos de ética les
invite a prestar atención de calidad y en su totalidad
a los enfermos según necesidades; hubo adopción de
posturas reduccionistas tanto lineal como horizontal
con supuestos teóricos provenientes de una sociedad
invadida por el bienestar y el utilitarismo que
pronto hacen olvidar los deberes fundamentales sin
intervención de ningún comité de ético-hospitalario
para redireccionar las acciones, reclamar guiar y
asesorar.
Con respecto a la responsabilidad y libertad de
los profesionales de la salud en el acto de atender y
cuidar, enrola la dimensión ética, pues en situaciones
de crisis hay que tomar decisiones con inuencia de
manera positiva o negativa en la salud y afrontarla de
un modo u otro (25), y es allí donde el profesional
actúa y asiste a los pacientes, proporcionándoles una
atención humana de orden moral, con seguimiento
continuo, con el compromiso de usar los recursos
necesarios para lograr el bien de la salud y la de los
demás; sin embargo, dicha responsabilidad encuentra
obstáculos en el propio sistema, que exige pero no da
lo necesario para trabajar de manera armoniosa aún
con exigencias públicas en bien del más vulnerable,
llegando en ciertos casos a omitir el deber dando
órdenes y contraordenes de actuación, sin guías
precisas para actuar con ecacia y prontitud.
Entonces, sucedió lo que en muchos países pasó,
servicios de emergencia con acumulo de pacientes,
desabastecimiento no sólo de recurso material sino
también humano, obligados a atender en circunstancias
extremas que no facilitaron el buen diagnóstico por
ausencia de pruebas, valoración del enfermo con
acercamiento continuo y las vidas de los afectados
se iban como agua entre las manos, al faltar espacio
para el monitoreo de la corporalidad u oxígeno para
equilibrar la función respiratoria; mucho menos la
aplicación de tratamientos certeros para mejorar
la situación de salud. Además, en dichas muertes el
cuerpo del fallecido tampoco recibió la atención post
morten, menos el trato de objeto moral, más bien sí,
como acúmulo de basura, olvidado, que nadie quiere
recoger, y las familias sin posibilidad de acercamiento
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a su ser querido, sufriendo también soledad y
desamparo sin que nadie le fortalezca en el estado de
duelo (28).
Escenario a fuego vivo que debilita el principio
de libertad y responsabilidad de forma diferente en
los profesionales de la salud como personas libres,
en lograr el bien de sí mismo, de las otras personas
y de todo el mundo. Entonces el Bien no es logrado a
cabalidad, porque se presenta por otro lado la fuerza
del deber abstenido de laborar ante los riesgos de
la propia vida y la protección de la familia frente
a la indiferencia en el abastecimiento de equipos
de protección personal (EPP), disyuntiva donde
la elección, resulta moralmente admisible (29). Lo
cierto es que el principio de libertad y responsabilidad,
implica que la libertad toma a cargo responsablemente
la vida propia y la ajena (28); para ser libres, se
requiere estar vivos, en nombre de la libertad de
elección, no se tiene derecho a decidir la supresión de
una vida, aspecto que un sistema desorganizado y la
presencia de una pandemia facilitó ante la avalancha
de enfermos de COVID-19, con muerte en espera de
atención.
Incluso la ausencia de la sinergia terapéutica
entre médico y paciente (28) porque los segundos
reclamaban a gritos atención y los primeros no eran
sucientes. Los cuidados indispensables para la vida
y la supervivencia quedaron abolidos, como bien
personal y social. Ante algunas narrativas de colegas
“donde las papas queman”, es decir al lado del enfermo
de COVID, en las UCI, emergencia, hemodiálisis
o servicios improvisados, el grito unánime fue “no
estábamos preparados”, porque tenemos que recurrir al
llanto para que nos dejen EPP, gritar fuerte ante la falta
de personal, muerte de médicos, enfermeras, técnicos
y parte de sus familias para que recién comprendan la
falta que hacen; sumados a los incontables cadáveres
copilados en crematorios fétidos y la pregunta salta
entre lágrimas ¿en qué momento la sociedad perdió
su humanidad? Si para la salud personal, el riesgo de
enfrentar el coronavirus es bastante alarmante, también
es inaceptable el riesgo de infectar a las familias a
causa de la exposición en el lugar de trabajo; lo cierto
que en un momento determinado tendremos que dar
cuenta de nuestra actuación en respetar la dignidad de
cada paciente, sin diferencias personales, enfermedad
de base, u otras. Pero sin duda la necesidad imperativa
de cuidar de manera especial al equipo de salud y
entender que existe una responsabilidad compartida
cuando sucede una pandemia (30).
El principio de totalidad o principio terapéutico,
haya su fundamento en que el cuerpo es un todo
unitario resultado de partes distintas, unicadas en
sistemas conectados por la existencia única y personal,
con las siguientes exigencias en su aplicación: 1) que
se trate de una intervención sobre la parte enferma o la
que es causa directa del mal, para salvar al organismo
sano; 2) que no existan otras maneras o medios
para evitar la enfermedad; 3) que haya una buena
posibilidad, proporcionalmente alta, de éxito, y 4) que
se dé el consentimiento del paciente, imbuida dentro
de la norma de la proporcionalidad de las terapias,
es decir al practicar una terapia, ésta se evalúe en el
contexto de la totalidad de la persona, que exige cierta
proporción entre los riesgos y daños que comporta
y los benecios que procura (28), circunstancias
que tuvieron quiebres porque ante el acelerado
proceso infeccioso la globalidad de la persona y la
proporcionalidad de la terapia no era asequible, por el
desabastecimiento de las UCI, y otros de servicios de
cuidados críticos debidamente equipados.
Entonces, surgieron las clasicaciones de
pacientes: prioridad 1, aquí se encontraban pacientes
críticos e inestables; necesitados de monitorización y
tratamiento intensivo que no puede ser proporcionado
fuera de la UCI; prioridad 2, aquellos con necesidad
de monitorización intensiva y con necesidad de
intervenciones inmediatas, con altos requerimientos
de oxigenoterapia; prioridad 3, pacientes inestables y
críticos con pocas posibilidades de recuperarse a causa
de su enfermedad de base o de la aguda; y prioridad 4,
pacientes cuyo ingreso no está generalmente indicado
por obtenerse un benecio mínimo o improbable (30).
Lo cierto es que todos requerían ser atendidos con
medidas proporcionadas a la situación de salud y hasta
el momento sigue una gran brecha de desatención y
olvido ante la escasez de recursos.
Finalmente, el principio de sociabilidad y
subsidiariedad, para Sgreccia (28), obliga a todas y
cada una de las personas en su propia realización al
participar en la realización del bien de sus semejantes
como son la promoción de la vida y de la salud.
Todo ciudadano se compromete en considerar su
propia vida y la de los demás como un bien no sólo
personal, sino también social, y compromete a la
comunidad a promover la vida y la salud de todos y
cada uno, en términos de justicia social, obligando a la
comunidad a garantizar todos y cada uno los medios
para acceder a los cuidados necesarios, realidad súper
débil por parte de quienes gestionan el sistema ya
que los servicios de salud no cuentan con planes de
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contingencia ante pandemias, con lo cual emergió
el desorden y la improvisación. Por otra parte la
presencia de ciudadanos religiosos y civiles solidarios
comprometidos con su comunidad sufriente inspirados
en la caridad y el bien del prójimo que les condujeron a
realizar un sin número de acciones para llevar ayuda a
los mismos hospitales, familias y enfermos, mostrando
lo que es capaz una sociedad solidaria, comprometida
e inspirada con la salud de sus semejantes con ciertos
quiebres ante la obligación de guardar cuarentena, con
inconciencia ante el autocuidado al no ser su rutina
de vida o cambiar de obligaciones para resguardar la
salud de los demás (31,32).
CONCLUSIONES
-Nuestro sistema de salud y la gestión en general en
el contexto de la pandemia por COVID 19 debe
tener la capacidad de redireccionar sus estrategias
basada en sólidas bases antropológicas y éticas,
aplicando la justicia distributiva en cuanto a los
recursos y buscando el bienestar de sus trabajadores.
-Los profesionales de la salud que se encuentran
en primera línea de batalla ante la pandemia deben
buscar en todo momento apoyar y consolar a los
pacientes que se complican en concordancia con
sus derechos inalienables como el de cuidado
de la vida y la salud, proporcionándole los medios
necesarios para recuperarla en cualquier situación
crítica que se encuentre o brindándole el soporte
psíquico y espiritual hasta su muerte natural,
cuando no se puede curar.
-Como marco normativo ético ante la pandemia
recomendamos disponer de los lineamientos
para garantizar el ejercicio de la Bioética desde el
reconocimiento de los Derechos Humanos, según
el Decreto Supremo N° 011-2011-JUS, el cual
destaca el reconocimiento integral del valor y
sentido de la vida humana, así como el respeto
de la dignidad humana como n y no como medio,
principios primordiales que podrían aplicarse tanto
para los profesionales de las ciencias de la salud
como para los pacientes y su interrelación.
Declaración de conictos de intereses:
Los autores declaran no tener conictos de intereses.
Correspondencia:
Cesar Ñique Carbajal
Correo electrónico: cnique@usat.edu.pe
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Aceptado: 27/09/2020