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ARTÍCULO ORIGINAL / ORIGINAL ARTICLE
Escajadillo Davalos K. y col.
Calidad de vida en personas con discapacidad
física que practican actividad física
Rev Hered Rehab. 2019; 2:40-52.
INTRODUCCIÓN
A partir de los últimos años del siglo XX se empezó
a tomar mayor importancia al estudio sobre calidad de
vida(1,2). La Organización Mundial de la Salud (OMS)
la dene como “la percepción del individuo sobre su
posición en la vida dentro del contexto cultural y el
sistema de valores en el que vive y con respecto a sus
metas, expectativas, normas y preocupaciones”(3); la
denición ha demostrado tener capacidad predictiva
tanto para la utilización de los servicios de salud como
para morbimortalidad en diferentes enfermedades. En
tal sentido, la calidad de vida se constituye como un
indicador reconocido internacionalmente, de resultado
o de necesidad en salud.
Otros autores, denen “calidad de vida” como las
condiciones de vida que lleva todo individuo, dentro
de las satisfacciones que experimenta con la educación
que recibe y con el empleo; así como la apreciación
que le otorgue a cada situación vivida, inuenciada
por el bienestar físico, mental y social, además del
lugar donde reside. Todo esto dependerá de la cultura,
ambiente, época y grupos sociales en los cuales la
persona realice sus actividades. Por tanto, se considera
muy importante como parte de la evaluación dentro de
la salud de las personas, ya que inuye en este aspecto,
y se interviene en la parte de prevención, porque al
tener una buena calidad de vida, se mejora y controla
el estado de salud de las personas(1,4,5).
Para la OMS, la discapacidad abarca las deciencias,
que afectan a la función corporal; las limitaciones al
realizar tareas y las restricciones de la participación en
situaciones de su día a día. En el 2001, la OMS aprobó
la Clasicación Internacional del Funcionamiento,
la Discapacidad y la Salud (CIF), para incluir el
funcionamiento humano y la discapacidad como
componentes de la salud; y establecer un lenguaje
común entre los distintos profesionales que tienen
contacto con personas que presentan algún tipo de
discapacidad. Este modelo permite asociar aspectos
desde las dimensiones corporal, individual y social,
con los factores ambientales que pueden actuar como
facilitadores o barreras de la situación de discapacidad
(6–9).
Asimismo, cabe señalar que una persona presenta
discapacidad cuando experimenta dicultades para
poder realizar actividades que son necesarias para
llevar una vida independiente, tanto en las actividades
de la vida diaria (AVD) como en las actividades
instrumentales de la vida diaria (AIVD). Las AVD
son esenciales para el autocuidado de la persona;
mientras que las AIVD requieren de mayor control y
funcionamiento autónomo en un determinado entorno
(9).
En el 2012, un total de 931 993 personas a nivel
nacional declararon, en la Primera Encuesta Nacional
Especializada sobre Discapacidad, tener al menos una
limitación física (3.1% de la población total); de las
cuales el 54,4% eran mujeres y el 31,5% se encontraba
entre los 30 y 64 años(10). El 10,2% de las personas
que presentaban algún tipo de discapacidad física,
tenían una lesión a consecuencia de ello, lo que se
constituye en un factor de riesgo; y algunas de ellas
sufrían de exclusión social(11).
Por otro lado, la actividad física se dene como el
movimiento corporal producido por la contracción de
músculos esqueléticos que aumentan el gasto de energía
por encima del nivel basal, aceptada a nivel mundial
como una prioridad para poder prevenir enfermedades
de tipo cardiovascular, obesidad y depresión. También
mejora la capacidad músculo esquelética, la cual se
asocia positivamente a la independencia funcional.
Por tanto, una persona físicamente activa mejora su
fuerza muscular, equilibrio y coordinación(12).
El tiempo recomendado para tener buenos
resultados con la práctica de actividad física es de
mínimo 5 días a la semana por 30 minutos diarios; estos
tiempos pueden variar de acuerdo a las capacidades de
cada persona(13–15).
Las personas con discapacidad pueden realizar
cualquier actividad física adaptada, que si bien, antes
solo se practicaba como medio de rehabilitación para
contrarrestar la discapacidad física; en la actualidad
es recomendada para aumentar el contacto social,
mejorar la autoestima y generar una mejor imagen
corporal de sí mismos(15–17,18). Sin embargo, es
importante llevar a cabo una evaluación médica antes
de comenzar a realizar algún tipo de actividad física,
sea competitiva o no(19).
La tasa de participación en deportes y actividades
físicas adaptadas es variable, de 11% a 60% en
Estados Unidos y de 32% a 39% en los Países Bajos.
Asimismo, notamos que es inuenciada por factores
como el nivel socioeconómico, la educación, cantidad
de tiempo libre, edad y estado de salud(18).
Se espera que así como la actividad física mejora
la calidad de vida en la población general(16,20),