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INVESTIGACIÓN ORIGINAL / ORIGINAL RESEARCH Javier-Pedrajas R.
Nivel de conocimientos sobre prevención del abuso sexual en
menores de una comunidad Shipibo-Conibo en Lima, Perú
Rev enferm Herediana. 2020; 13:5-11
INTRODUCCIÓN
El Abuso Sexual Infantil (ASI) es un problema de
salud pública, considerado una de las peores formas de
agresión contra las niñas/os y adolescentes. Así; el ASI
consiste en el contacto o interacción entre un niño/a y
un adulto, siendo este último el agresor, quien utiliza
al niño/a para obtener alguna forma de estimulación
sexual personal, para estimular al niño/a o a un tercero.
Cabe destacar que también se considera ASI cuando el
escenario de abuso es realizado por un menor de edad,
quien en este caso es, por lo general es mayor que la
víctima o cuando el agresor ejerce poder o control
sobre el menor (1). Las actividades por contacto físico
pueden incluir tocamiento de los genitales, senos, sexo
oral y/o penetración; mientras que el abuso sexual
sin contacto puede involucrar la observación del
cuerpo desnudo del niño, el exhibicionismo, mostrar
pornografía al niño o usarlos en la producción de
pornografía (2).
Según reportes mundiales de la Organización
Mundial de la Salud (OMS), al menos 150 millones
de niñas y 73 millones de niños fueron víctimas de
alguna forma de ASI antes de cumplir la mayoría de
edad (3). Según el Fondo de las Naciones Unidas para
la Infancia (UNICEF), a nivel de América Latina y el
Caribe, al menos dos millones de niños son víctimas
de ASI cada año, lo cual equivale a un promedio de
228 abusos infantiles por hora (4).
En el Perú, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones
Vulnerables (MIMP), a través del Programa Nacional
Contra la Violencia Familiar y Sexual (PNCVFS),
difundió el informe estadístico respecto a los casos
de violencia familiar y sexual registrados en el
año 2018, en la cual se informa que los Centros de
Emergencia Mujer (CEM) han atendido 41809 casos
correspondientes a los diferentes tipos de violencia
ejercida a Niñas, Niños y Adolescentes (NNyA)
de 0 a 17 años, comprendida en el periodo de enero
a diciembre del 2018. Del total de reportes sobre
violencia infantil en el mencionado año, el 21,4
% corresponde a violencia sexual, de los cuales el
46% de ellos sufrió violaciones sexuales. El mismo
informe señala que en el año 2018, se registraron 8957
casos de violencia sexual; de los cuales 705 estaban
comprendidas entre las edades de 0 a 5 años cuyos
principales agresores fueron sus padres; 2743, tenían
entre 6 a 11 años de edad; y 5509 estaban comprendidas
entre los 12 a 17 años, cabe destacar que en los dos
últimos casos el principal agresor fue el vecino(a). Si
resaltamos los reportes de violación sexual en NNyA
por regiones en el año 2018, se tuvo mayor incidencia
en departamentos como Lima 1 087 casos, Junín 300
casos y Cusco 261 casos (5).
La problemática del maltrato infantil,
especícamente del abuso sexual a NN y A, causa
en los niños un daño irremediable a su integridad
física, psicológica y moral. El abuso sexual ocurre
en diferentes clases sociales, independientemente de
la edad, género, grupo étnico y nivel cultural. Ocurre
comúnmente en el entorno familiar y por conocidos de
la víctima, debido a la convivencia y cercanía que se
da entre ellos (6).
Según estudios, existen factores de riesgo en
entornos sociales, familiares, ambientales y de
características personales que pueden conllevar a
la aparición del abuso sexual infantil. Dentro de los
factores, a nivel familiar, existen dos tipos de estructura
y composición familiar con mayor probabilidad de
abuso sexual; uno de ellos es la familia multiparental
o reconstituida, este tipo de familia que puede darse
por el distanciamiento de los padres biológicos del
menor, por deceso o por incapacidad de uno de los
padres. En estas circunstancias, el progenitor que
convive con el menor tiende en ocasiones a dejarlo
con un tercero, que puede ser un tío, abuelo, hermano
u otro, a quien se le asigna el rol paternal o maternal;
o, en ocasiones, el progenitor con quien vive el menor
entabla una nueva relación afectiva, estructurando una
nueva relación sentimental. Este tipo de escenarios,
puede llevar a la nueva pareja a no tener claro el rol
y la responsabilidad que deben tener con el niño.
Según estudios, se determinó que el hecho de tener
un padrastro o un tercero que asuma el rol paterno,
quintuplica el riesgo de sufrir abuso sexual para el
niño a que si viviera con su progenitor (7).
El segundo tipo de estructura familiar es el
monoparental, en este tipo de familia, al igual que la
familia multiparental o reconstituida, se caracteriza
por el distanciamiento de los padres biológicos; en
este caso el progenitor no entabla una nueva relación
afectiva y no delega el rol parental a terceros ( tío,
abuelo, primo, etc.), sin embargo, el progenitor pasa
más tiempo fuera del hogar por causas laborales,
quedando el menor solo en casa o, en ocasiones,
quedándose al cuidado de vecinos, empleados, etc.,
con lo que se origina un distanciamiento afectivo
entre progenitor e hijo, conllevando a que el menor se
exponga a relaciones interpersonales que le ofrezcan
afecto o atención y llegar a un abuso sexual (7).