Acta Herediana vol. 64, N° 1, enero 2021 - junio 2021
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de Herrera, reriéndose a esta enfermedad
anota lo siguiente: “es algo enferma (Piura)
en especial de los ojos por los grandes vientos i
polvaredas del verano i grandes humedades del
invierno.”
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Un medicamento que los aborígenes del
antiguo Perú empleaban para curar algunas
enfermedades de los ojos era la carne fresca
de vicuña, la que se aplicaba sobre las partes
inamadas. Reriéndose a ella, el padre Cobo
dice: “Es una carne de complexión fría, la cual,
aplicada sobre los ojos y demás miembros del cuerpo
inamados los deshincha y los desinama”.
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Por su parte, al padre Acosta le sobrevino un
intenso dolor en los ojos que fue curado en
poco tiempo por una indígena quien le aplicó
en los ojos carne cruda fresca de vicuña.
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El
religioso narra la curación de la siguiente
manera: “Caminando por la sierra del Perú llegué
una tarde a un tambo con un terrible dolor de ojos
que me parecía que querían saltar. Accidente que
suele acaecer al pasar por donde hay mucha nieve
y mirarla. Estando sentado con mucho dolor que
creía perder la razón; llegó una india y me dijo:
Padre, ponte esto en los ojos y estarás bien. Era un
trozo de carne fresca y sangrante de vicuña recién
muerta. Y poniéndome esa medicina me aplicó el
dolor, y dentro de muy breve tiempo se me quitó el
dolor de todo, que no lo sentí más.”
En lo que concierne a los medicamentos
de origen vegetal que usaban para tratar
las enfermedades de los ojos, los cronistas
mencionan algunos de ellos. Cobo indica que el
cocimiento de choclla con llantén se empleaba
para “curar las llagas de los ojos” (probablemente
conjuntivitis purulenta o queratitis); que
el cocimiento de la Acana cura “las nubes”
(posiblemente cataratas o pterigion); y, que el
cocimiento de una piedra verde que llamaban
Coravari, “quita y gasta las nubes, clarica la vista
y detiene las lágrimas.”
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Garcilaso de la Vega, no solo hace referencia al
matecllu si no que lo alaba diciendo que es uno
de los medicamentos más empleado por su
gran ecacia. De esta planta el cronista escribe
lo siguiente: “el zumo echado la primera noche en
los ojos enfermos, y mascada puesta como emplastro
en los párpados y encima una venda para que no se
caiga la yerba, gasta en una noche cualquier nube que
los ojos tengan y mitiga cualquier dolor o accidente
que sientan.”
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Garcilaso reere un caso de
curación efectuado por él mismo empleando
matecllu. “Yo se la puse a un muchacho que tenía
el ojo para saltarle del casco; estaba inamado como
un pimiento, sin diferenciarse lo blanco ni prieto del
ojo, sino hecho una carne, y lo tenía ya medio caído
sobre el carrillo, y la primera noche que le puse la
yerba se restituyó el ojo a su lugar, y la segunda
noche quedó del todo sano y bueno.”
El molle también fue utilizado para las
enfermedades de los ojos. El religioso jesuita
Antonio de la Calancha maniesta que “la leche
del molle deshace las nubes de los ojos.”
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Es importante mencionar que, a los ciegos
como otros discapacitados, el Estado Incaico
y la sociedad los protegían. Al respecto, el
cronista Guamán Poma de Ayala nos cuenta
que, en Cusco, los gobernantes incas reunían
en un mismo barrio a ciegos, jorobados, mudos
y a los que tenían la nariz hendida (labio
leporino), obligándoles a casarse entre los que
tenían el mismo defecto o malformación con el
objetivo que no se extinguiesen.
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Respecto al trabajo que desempeñaban los
ciegos, Garcilaso de la Vega anota lo siguiente:
“el ocio propio de los ciegos era limpiar el algodón
de la semilla o grano que tiene dentro en sí, y
desgranar el maíz de las mazorcas en que cría.”
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Finalmente, según el historiador Juan
Lastres el cirujano (sirkak) del antiguo Perú
demostró destreza manual y cierta habilidad