1 Profesor principal. Facultad de Ciencias y Humanidades,
Univresidad Peruana Cayetano Heredia, Lima. Presidente de
la Academia Nacional de Ciencias, Lima, Perú.
RogeR gueRRa-gaRcía cueva,
MaestRo en las altuRas,
(1933-2020)
Roger Guerra-García realizó sus estudios de
medicina en la Universidad Nacional Mayor
de San Marcos, donde se graduó en 1959
con la tesis “Hipósis, adrenales y testículos
de cobayos a nivel del mar y en la altitud” y
que fuera dirigida por otro brillante cientíco
peruano, el Dr. Javier Arias-Stella. Aquí empezó
su motivación por la medicina y biología de la
altura. Su inicio en la endocrinología lo hizo
con otro ilustre maestro, el Dr. Javier Correa
Miller.
En 1961 formó parte del grupo de sanmarquinos
que fundó un 22 de septiembre la nueva
Universidad Peruana de Ciencias Médicas y
Biológicas, y que en 1965 cambiara de nombre
a Universidad Peruana Cayetano Heredia. En
la UPCH se nutre de uno de sus más grandes
maestros, y que dejó una impronta en su
vida; me reero al profesor Alberto Hurtado.
In MeMoRIaM
gustavo F. gonzales-RengIFo
1
R
oger Guerra-García, profesor emérito
de la Universidad Peruana Cayetano
Heredia (UPCH), ha dejado de existir
en Lima, el martes 11 de agosto de 2020 a los
87 años de edad. Roger fue un extraordinario
maestro para mí y más aún fue como un padre;
con él pude compartir más de 40 años de vida
enriqueciéndome con sus enseñanzas, en una
unión maestro-discípulo que se mantuvo hasta
poco antes de su eterna partida.
El maestro fue dueño de una gran sabiduría y
de una mente enciclopédica, caracterizándose
en vida por su don de gente, su integridad, su
lealtad, su sindéresis, honradez a prueba de
todo y su gran amor al prójimo.
Aunque nació en Pacasmayo, un 2 de abril de
1933, él siempre se consideró cajamarquino, la
tierra de sus padres y abuelos. Su nacimiento
en Pacasmayo se debió a que su padre, Don
Antenor, ejercía en esa localidad, el cargo de
juez de Paz, y temporalmente residía allí con
su esposa, Avelina Cueva Souza. Por ello,
Roger Guerra-García estudió parte de su
etapa escolar en el colegio Andrés Rázuri de
San Pedro de Lloc. Al retorno de la familia a
Cajamarca, en julio del 43, continuó y terminó
sus estudios en el colegio San Ramón.
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Con el profesor Hurtado desarrolló una larga
amistad, que se mantuvo hasta la muerte del
Profesor en 1983, y cuya labor mantuvo viva
Roger Guerra-García, incluso hasta antes de su
propio fallecimiento.
Guerra-García creó la Catedra Alberto Hurtado
con la cual mantuvo el recuerdo de tan gran
cientíco. Destacan ahí, las numerosas ediciones
de libros que reejaban el rol de Hurtado en la
investigación, en la vida académica y en la vida
civil. En el libro “Alberto Hurtado Medicina e
Investigación”, publicado en diciembre de 1993,
el Dr. Guerra-García, como rector de la UPCH,
destacó en el prólogo que la Universidad se
honraba al presentar a las jóvenes generaciones
a un paradigma.
El reconocimiento a sus maestros y el apoyo a
los cientícos jóvenes fue algo en la que destacó
sobremanera Roger Guerra-García. Recuerdo
su apoyo decisivo a mi elección como jefe del
Laboratorio de Endocrinología, en 1985, y a la
dirección del Instituto de Investigaciones de la
Altura, en 1989, en la UPCH.
Por su formación junto a grandes líderes de
la investigación en temas de la altura y de la
endocrinología, él desarrolló una especial
predilección por la investigación en las
poblaciones que residen en las grandes alturas
tratando de identicar sus problemáticas y
buscar su solución; allí se encuentran sus
descripciones de la menor prevalencia de
diabetes mellitus en las poblaciones de altura
que desarrolló junto con su discípulo José Solís
y de la mayor tasa de acromegalia en la altura,
que realizó con un grupo de estudiantes de
medicina.
Su contribución sobre la androgénesis en la
altura es valiosa y ahora sirve de base para
desarrollar varias hipótesis de estudios que
explicarían los mecanismos de adaptación a
la altura. Toda esta etapa inicial la desarrolló
de manera espléndida en su tesis doctoral que
lleva un título bastante sugestivo “Dinámica
de la androgénesis en las grandes alturas”,
sustentada en 1971.
En 1969, a los 36 años de edad fue designado
director de Planicación de la UPCH, lo que
permitió vislumbrarlo como una importante
gura de la gestión universitaria. Su rol como
investigador y gestor de la investigación lo
desarrolló de manera impecable en el Instituto
de Investigaciones de la Altura (IIA) donde fue
su director en dos periodos, entre 1971 a 1980
y entre 1987 a 1989. En el IIA implementó la
técnica de cromatografía a gas para la medición
de esteroides urinarios, que introdujo al
país luego de su adiestramiento en Boston,
EE.UU. Con otro de sus discípulos, el Dr. Juan
Coyotupa Vega, desarrolló una importante
etapa del IIA en los estudios de investigación
en reproducción al incorporar la técnica del
radioinmunoensayo, que había implementado
el Dr. Coyotupa luego de su entrenamiento en
California, EE.UU.
Siempre dando un paso delante de sus colegas,
fue pionero en los setentas en el IIA junto con
investigadores del Instituto de Biología Andina
de la Universidad Nacional de San Marcos en los
estudios de exposición intermitente a la altura,
hoy de tanta utilidad por la mayor actividad
minera en el país. Fue pionera también su
intervención en la década de los ochentas con
los estudios sobre envejecimiento en la altura
que el lideró como investigador principal y
que abordó tanto temas biomédicos como de
ciencias sociales. En ellos destacó el trabajo
realizado en Lima y Cusco con el Dr. Arturo
Villena. En todos ellos tuvo la capacidad de
incorporar investigadores de diferentes áreas
promoviendo la actividad multidisciplinaria
que no era común en esa época.
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El amor por Cajamarca lo demostraba a
diario. Por ello no era extraño que dedicara
una investigación a su tierra querida; así, en
los ochentas, el doctor Roger Guerra-García
realizó con su discípulo Isaac Crespo Retes
y conmigo un estudio para conocer si en la
población escolar del Colegio San Ramón de
Cajamarca había ocurrido el cambio secular del
crecimiento de la estatura que se utiliza como
un marcador biológico del desarrollo social de
una población. Este artículo fue publicado en
1983 en la revista Archivos de Biología Andina.
Algo digno de resaltar de Roger Guerra-García
era su gran capacidad para enfrentar los grandes
retos; así, en las situaciones más difíciles ya
sea para el país o para la institución, asumió
la dirección del Instituto de Investigaciones de
la Altura (1971), la presidencia de CONCYTEC
(1980), el rectorado de la UPCH (1989), y
la presidencia de la Academia Nacional de
Ciencias (2009).
Es preciso destacar que cuando asumió
la dirección del IIA en 1971, lo hizo en
momentos en que había ocurrido la diáspora
de investigadores al exterior y otros que se
retiraron por edad; más aún, cuando dirigió el
IIA entre 1971 y 1980 hubo crisis de la economía
nacional y mundial. La ayuda extranjera se
había reducido a una mínima expresión; sin
embargo, la actividad y producción cientíca
del IIA bajo su dirección llegó a 253 trabajos,
en particular de los laboratorios de cardiología
y de endocrinología.
En 1980, luego del n del gobierno militar y
con el retorno a un gobierno democrático,
Roger Guerra-García aceptó y asumió el reto
de presidir el recién creado CONCYTEC.
Como presidente de CONCYTEC, entre 1980-
1985, generó los cimientos para un ente rector
importante de la investigación en el país. Entre
otros, creó el Fondo de Apoyo al Investigador
que permitió que jóvenes investigadores
pudieran recibir un suplemento adicional
para su subsistencia. Las políticas en ciencia
y tecnología actuales se han logrado en gran
medida gracias al esfuerzo fundacional que
realizó el CONCYTEC bajo su presidencia
y al excelente consejo directivo que logró
conformar en los años 1980-1985. Hoy día,
dicha entidad del estado lleva 40 años de vida
apoyando la ciencia, tecnología e innovación
tecnológica.
Igualmente, asumió el rectorado de la UPCH
en momentos de crisis económica y social
del país y cuando la universidad, que recibía
apoyo del estado para cumplir con su lema que
Ningún estudiante dejara de estudiar por motivos
económicos”, por decisión del gobierno dejó de
percibir dicho apoyo. Roger Guerra-García y su
equipo de gestión logró revertir esa situación y
mantuvo incólume ese principio solidario.
Como rector puso especial énfasis al
desarrollo de la biblioteca de la Universidad,
incrementando el acervo bibliográco y
dotándolo de equipos modernos de cómputo,
logrando que sea el Centro Coordinador
Nacional de la Red Peruana de Bibliotecas
de Salud. Previamente, y cuando director del
IIA había logrado para el país tener la mejor
biblioteca con temas de medicina y biología de
altura, donde destacaba el Memorial Hurtado,
con artículos, trabajos inéditos y algunos
equipos de laboratorio del profesor Alberto
Hurtado.
En su rectorado, Rector Guerra-García dio
especial apoyo para que continuaran las
obras de los Laboratorios de Investigación y
Desarrollo (LID) de la Facultad de Ciencias y
Filosofía, consiguiendo apoyo de la empresa
privada en la donación de materiales de
construcción. La construcción del LID se inició
en marzo de 1989, durante el rectorado del
Dr. Alberto Cazorla Tálleri y el decanato del
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Dr. Abraham Vaisberg Wolach, gracias a un
aporte de los esposos Cristina e Ismael Cobián
Elmore.
Estos son claros ejemplos de la capacidad de
gestión de don Roger Guerra-García que lejos de
amilanarse ante las dicultades supo hacerles
frente y salir adelante para lograr el éxito. Ello
se debe, además de su gran capacidad, por
saber elegir a sus colaboradores, los cuales
aportaron sobremanera en estos logros. Ahí
destacaron, para sólo mencionar dos, las
guras del Dr. Ramiro Castro de la Mata en
CONCYTEC y de la Dra. Graciela Risco de
Domínguez como su vicerrectora académica
en la UPCH.
A través del IIA, Roger Guerra-García
generó programas de entrenamiento con
aporte extranjero; así, se desarrolló un
programa conjunto tanto de adiestramiento
como de investigación denominado Centro
Multinacional para la Enseñanza Avanzada de
Fisiología y Patología de Altura (CEMUAL)
que tuvo un rotundo éxito. En este programa
se entrenaron decenas de profesionales
nacionales y extranjeros.
A partir de 1985, logró un importante apoyo
de la Organización Mundial de la Salud
(OMS) a través de un donativo de Desarrollo
Institucional (LID grant) para investigación
y entrenamiento en investigación en
reproducción humana. Este apoyo duró
cerca de 20 años y permitió que el IIA sea un
importante centro de referencia internacional,
en particular por sus estudios de reproducción
en la altura. Al asumir el Dr. Guerra-García el
rectorado de la UPCH, me encargó asumir el
Programa de Reproducción Humana con la
OMS.
El reconocimiento a su labor en la enseñanza
y en la investigación cruzó nuestras fronteras
y por ello no es de extrañar su elección como
presidente de la Asociación Latinoamericana
de Investigadores en Reproducción Humana
(ALIRH) en Buenos Aires, Argentina, en 1993.
En el 2015, fue el presidente honorario de la
XXIV Reunión Bienal del ALIRH (Figura 4).
El Dr. Roger Guerra-García fue miembro del
Comité Editorial de la revista Acta Herediana,
desde 1968, y en los últimos años miembro del
Consejo Consultivo. Fue en esta revista donde
publicó su último artículo [Acta Herediana.
2020; 63(1):85-91]. Dicho artículo fue en base al
otorgamiento del Premio Nobel de Fisiología
y Medicina 2019 a tres insignes investigadores
que descubrieron como el organismo detecta
la presencia (normoxia) o la falta (hipoxia) de
oxígeno, y está dedicado a la Escuela Peruana
de Medicina y Biología de altura.
Roger Guerra-García ha sido un símbolo del
éxito, no porque lo buscara, sino que ello
ocurría gracias a sus grandes capacidades
para dar respuesta a los problemas, y siempre
pensando en el bienestar de la población, en
particular de aquellos más necesitados.
Fue un gran maestro y sus enseñanzas
continuaron aún después de cesar en la
Universidad a los 70 años conforme a Ley.
Al cumplir 70 años sus hijos le editaron
un libro titulado “Roger Guerra-García,
Hombre de altura”, donde sus hijos, sus
maestros, colegas y discípulos escribieron sus
experiencias al lado del gran maestro. Luego
de culminar la vida activa en la UPCH fue
distinguido como profesor emérito, mientras
continuó participando en las actividades de
la Universidad. Todos los martes teníamos el
privilegio de contar con su visita al Laboratorio
de Endocrinología y Reproducción que él
fundara y de mostrar su espíritu jovial y
manteniendo sus dotes de maestro. Ahora él
enseñaba a los alumnos de su alumno; nunca
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cesaba en enseñarnos, en aconsejarnos o
darnos ideas de lo que podríamos hacer para
mejorar nuestro desempeño. Siempre dejando
la libertad de opinar y actuar, terminaba con
la siguiente alocución: “Este es mi consejo, si
desean lo toman o lo dejan”.
En los últimos años continuó el reconocimiento
por su excelencia y por ello fue electo como
presidente de la Academia Nacional de
Ciencias (ANC) en el período 2009-2012 y
como presidente de la Academia Nacional de
Medicina (ANM) en el período 2012-2013. Los
últimos años de su vida siguió colaborando con
la UPCH, y con la ANC y ANM, instituciones a
las que amó sobremanera.
Durante la pandemia seguía comunicándose
conmigo con frecuencia, pues siempre se
le ocurría una brillante idea que le gustaba
compartir. La mayor parte de sus ideas las
hemos llevado a cabo. Así como Roger Guerra-
García mantuvo una gran unión maestro-
discípulo con Alberto Hurtado, igual él
mantuvo conmigo una comunicación directa,
y me consideraba su discípulo predilecto.
Él deseaba en vida, y así me lo comunicó,
que yo hiciera un epitao frente a su féretro.
Esta pandemia no lo permitió, pero ello no es
óbice para rendir los homenajes que tan gran
maestro se merece.
Como persona, Roger Guerra-García fue un
caballero como hay pocos el día de hoy, un
hombre íntegro y bondadoso, que siempre
creyó en la buena intención de las personas;
inteligente, creativo, siempre con ideas y
propuestas para innovar y mejorar. Fue una
persona apasionada de las bibliotecas y de los
libros y un gran lector; gozaba leyendo sobre
la historia de la ciencia y de la medicina en
general y la peruana en particular. Tarde le
llegó la tecnología y tuvo muchos problemas
para adecuarse a la computadora. Todos sus
escritos, hasta los últimos fueron realizados
a mano pero tuvo el apoyo incondicional
de excelentes colaboradoras, de las cuales
mencionaré dos que en los últimos años
continuaron apoyándole, entre ellas destacan
la Sra. Emilia Tito, de la UPCH, y la Sra. Grisel
Valdivieso, de la ANC.
Roger Guerra-García fue una persona que
amó mucho a su familia, a su primera esposa,
Mabel Campos fallecida hace 40 años luego de
una penosa enfermedad; a su segunda esposa,
Luisa Parodi, una excelente compañera; a sus
seis hijos: Martín, que adelantó el viaje de
este mundo, Antenor, Nano, Pancho, Paulo
y Alberto; y sus 15 nietos y 3 bisnietos de los
cuales él mostraba un orgullo sin igual. Roger
Guerra-García tuvo una especial consideración
con mi familia, la cual era recíproca. Sus sabios
consejos fueron importantes para que mi hija
Carla luego de exponerle su tesis doctoral
decidiera presentarla a un concurso y que
ganaría un importante premio nacional a
través de la Asamblea Nacional de Rectores.
Sería interminable escribir todas las anécdotas
y momentos tan importantes en la vida que
he pasado con el gran maestro. Ahora él se ha
adelantado a nosotros en partir de esta vida
terrenal pero su recuerdo quedará perennizado
para las futuras generaciones. Él no solo es, y
será, un paradigma para los que lo conocimos
y disfrutamos de sus enseñanzas sino también
para las generaciones venideras.
Maestro Roger Guerra-García, descanse en
paz, con el orgullo del bien cumplido.
Gustavo F. Gonzales
Discípulo