Acta Herediana vol. 62, N° 1, enero 2019 - marzo 2019
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investigaciones fundamentales (básicas). Otra
particularidad es que los premios del 2014 y el
2018 son por trabajos en física óptica que en los
últimos años han fortalecido tanto a la física
fundamental como a la tecnología. Los inventos
de Ashkin, Mourou y Strickland han ampliado
signicativamente las aplicaciones prácticas
de la presión de la luz gracias al progreso en
el desarrollo de generadores ópticos cuánticos,
concretamente de los láseres que es lo común
en el trabajo de los tres cientícos.
La hipótesis sobre la presión de la luz no es
nueva ya que, en 1619 con la ayuda de esta
hipótesis, Kepler pudo explicar el porqué
la cola de un cometa se orienta en sentido
opuesto a la dirección del Sol. (1) En general,
fue un acierto lo de Kepler, solo que debe
precisarse que la cola de un cometa se forma
bajo la acción de los vientos solares.
En 1873, a partir de sus ecuaciones, Maxwell
dedujo la existencia de la presión de la luz y de
cualquier tipo de radiación electromagnética.
Estas predicciones se comprobaron, entre los
años 1899 y 1901, en los trabajos de Lebedev,
Ernest Fox y Gordon Ferrie.
La presión de la luz visible es “exageradamente”
débil. Para tener una idea de esto, se puede hacer
el paralelo de la fuerza con el que la luz solar
repele a la Tierra, que es aproximadamente 60
trillones de veces menor que la atracción solar.
En 1905, en la Sociedad Británica de Física,
Poynting comunicó que los experimentos, para
determinar la magnitud de la presión de la luz,
habían demostrado que estos efectos son tan
insignicantes que “pueden ser excluidos de
cualquier fenómeno en condiciones terrestres”.
Esta conclusión fue válida hasta la aparición
de los láseres.
El laser tiene propiedades únicas, como es la de
su pureza espectral que ofrece la posibilidad
de generar radiación monocromática casi ideal
y su altísima coherencia espacial, permitiendo
la posibilidad de focalizar en un punto cuyo
diámetro no es mayor al de una longitud de
onda. Un láser de unos cuantos vattios puede
proporcionar una intensidad de radiación
que supera en varios miles a la intensidad de
la luz visible proporcionada por el Sol. Las
posibles aplicaciones que se puedan imaginar
son múltiples, uno de ellos es que permite
comunicar a las partículas pequeñas una
aceleración superior en más de un millón de
veces a la aceleración de la caída libre en la
Tierra.
Fue precisamente Arthur Ashkin uno de los
primeros en valorar estas propiedades únicas
de los laseres. A inicios de los años 1960s,
Ashkin realizó experimentos con láser en los
Laboratorios Bell, como resultado construyó
la trampa luminosa con las que se podían
sostener objetos pequeñísimos, sin importar su
naturaleza. Estas investigaciones le tomaron
alrededor de un cuarto de siglo; así, Ashkin
y sus colaboradores publicaron el primer
artículo, con la descripción de atrapamientos
de partículas dieléctricas de dimensiones
desde algunas decenas de nanómetros hasta
algunas decenas de milímetros, en 1986. Este
artículo, de apenas tres páginas, apareció
en la revista Optics Letters, donde describió
los resultados de investigaciones cientícas
fundamentales y trascedentes de casi 25 años;
esta forma compacta de presentar resultados
trascendentes se encuentra en no pocos
trabajos de esta envergadura.
(2)
Con el tiempo, la trampa de luz de Ashkin fue
denominada pinza óptica o pinzeta láser (optical
tweezers, laser tweezers). En los años siguientes,
esta tecnología se desarrolló, perfeccionó
y fortaleció grandemente, ampliando de
manera signicativa sus posibilidades de
uso. Las pinzas ópticas, actualmente, no solo