Acta Herediana vol. 62, N° 1, enero 2020 - junio 2020
Manual para
OlvidarlO TOdO
Manual to Forget Everything
Germán Valenzuela Rodríguez
1
E
s una tarde de miércoles, creo. Estamos
en un auditorio improvisado en el
espacio que ocupa la salita de espera del
piso tres. Somos como treinta, quizás un poco
más. Es improbable que seamos menos.
Junto a mí hay tres o cuatro personas que como
yo, están en silla de ruedas. Debo ser el menor
de todos y lo digo especulando sobre la forma
que mi rostro debería tener. Pocas arrugas,
ninguna cana, eso espero.
Mientras escucho el sonido de una voz
desconocida, descubro que puedo mover las
piernas y los brazos. Que mis sensaciones
están conservadas también.
¿Quién se habrá atrevido a colocarme en
esta silla? ¿Cómo habré terminado aquí?
Esos cuerpos decrépitos se han confabulado
para hacerme pasar un mal rato, digo, pero
casi instantáneamente un miedo intenso me
CuenTO
1 Médico internista y cardiólogo.
Cuento ganador del Concurso de Cuento, Colegio Médico del Perú-
Consejo Regional III, Lima, octubre del 2019.
gobierna. Ellos tienen la mirada perdida,
visten ropas desgastadas y huelen mal.
Mi acompañante es una mujer bajita, de unos
cincuenta años, sin belleza y sin glamour. Ha
descubierto que puede vigilarme desde una
distancia prudencial dando la impresión de
que no estuviera. No sé su nombre. Tampoco
entiendo qué hago en esa extraña reunión, por
lo que me entretengo con una risa, de esas que
vienen acompañadas de otros sonidos casi sin
pensar.
Sin pensar te he hablado en una noche de setiembre.
Tú no me crees pero yo soy un cobarde. No sé cómo
se me ocurrió invitarte a salir. Debe ser porque ya
me cansé de recibir tus reprimendas en las clases
de Anatomía sin explicarte mis motivos: me río
porque creo que la vida es divertida. Me río de los
demás porque no saben dónde se ubica el Triángulo
de Scarpa o el Homúnculo de Peneld. Lo hago
simplemente porque me provoca hacerlo. Algunas
veces me he reído de ti. No ahora, por supuesto.
Tú me dices que soy interesante, que te parece
raro encontrar a un hombre a quien le guste “The
Smiths”.
“The Smiths” se fundó en el año 1982 y sus miembros
“I don´t owe you anything, no
But you owe me something,
Repay me now”
STeven
paTriCk
MOrriSSey
Acta Herediana vol. 63, N° 1, enero 2020 - junio 2020
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procedían de familias inmigrantes irlandesas.
En sus cinco años de unión lanzaron 4 discos de
estudio y muchos compilatorios. Morrissey cuyo
verdadero nombre es Steven Patrick Morrissey
admiraba a Oscar Wilde y se caracterizó por escribir
e interpretar canciones cuyas letras eran verdaderos
poemas. Sin embargo, las letras de las canciones no
son únicamente responsables de esa magia-te digo.
Mucho se le debe a John Martin Maher, que es el
nombre original de Johnny Marr, pues sus acordes
fueron la compañía perfecta para esas letras e
hicieron que las adoptáramos, confundiéndolas con
algunas experiencias de nuestra vida. Como nos
sucede ahora. Tú eres como esas letras y yo soy un
grupo de acordes complejos. Juntos somos más que
dos.
Dos unidades serán necesarias si existiera un
efecto incompleto. Esto quiere decir que si se
mantuviera la agitación o la incapacidad de
incorporarse a las labores de la cotidianeidad,
podrían eventualmente ser necesarios hasta
dos parches de 5 cm2. Aún no han llegado los
parches de 10 pero dos de 5 son equivalentes
y con su uso es posible evaluar de manera
más cercana el efecto terapéutico, ¿entendido?
-dice el hombre frente a nosotros, vestido de
mandil blanco y que contesta a las preguntas
de manera hostil, como si lo hubieran obligado
a hablarnos.
A pesar de ello, las mujeres jóvenes que
acompañan a los ancianos lo escuchan
atentamente anotando algunos datos en
libretas, en pedazos de papel o en las palmas
de sus manos.
Manos gruesitas tienes, pienso. Manos con palmas
endurecidas por la vida, por las malas experiencias,
porque son ellas las que nos endurecen. Las buenas
nos dejan íntegros, como si fuésemos sus testigos
privilegiados. Tú me has dicho que viniste a Lima a
los quince. Que postulaste a la facultad de Medicina
y la agarraste a la tercera. Menudo sacricio el tuyo,
¿eh?. No puedo imaginarte viviendo en un cuarto
de adobe con puertas de madera. Cargando baldes
de agua los días impares porque en esa vieja casa,
los inquilinos más antiguos habían decidido que
era la mejor manera de reducir los gastos comunes.
Decorando las paredes con guras religiosas,
posters de Morrissey y estrellas - en los pequeños
oricios por donde la luz se camuaba- porque las
estrellas y los ángeles, sabemos bien, se encuentran
sólo lejos de la tierra.
Dicen que los ángeles son blancos pero yo nunca he
creído en ellos.
Sólo sé que el blanco es el color más difícil de cuidar.
Las pieles blancas son débiles y cambian de color
con las temperaturas altas o con el frío. Las ropas
blancas terminan casi siempre siendo negras o
grises.
Te recuerdo blanca, llena de vida, el cabello ondulado,
castaño. Recuerdo tus formas exageradas. Las
tetas grandes, decoradas por dos pezones rosados.
Esas nalgas redondas sobre las cuales me dormía
después de una guardia en nuestro internado.
Hospital Guillermo Almenara, Avenida Grau 800
¿te acuerdas?.
El abdomen blando, plano, decorado por una cicatriz
de una operación antigua. Tu rostro frente al mío.
El cuerpo protegido por unas ropas ligeras y un
mandil sucio que contrastaba con la candidez que
reejabas, con el amor que equivocadamente pensé
que solo era mío, que solo sería para mí.
Mi enfermedad comenzó a los veintiséis.
Un monstruo interior comenzó a devorarse
mis recuerdos. Al principio olvidé números,
direcciones, síntomas, resultados, nombres.
En pocos meses olvidé a “The Smiths” a
pesar de que volví a escuchar sus canciones
repetidamente sin reconocerlas.
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Con la esperanza de minimizar los síntomas
me transformé en un ser ordenado que cubría
sus caminos con papeles, a modo de señales
o alarmas, para entender qué estaba haciendo
o qué había hecho, aún cuando el método
habitualmente fallaba; eso me dijeron los
cinco, seis o más neurólogos que analizaron mi
caso (sus nombres los he olvidado, sus rostros
también). Ellos me hicieron algunas pruebas
sanguíneas, punciones lumbares (siempre son
dolorosas), repetidas tomografías (la mayoría
de contrastes inaman las venas) y un número
mayor de resonancias cerebrales (el sonido
que emiten es inversamente proporcional a la
calidad de sus imágenes).
Los meses más fáciles estuviste conmigo. A tu
lado aprendí a no extrañar los recuerdos pues
mi cuerpo se entretenía con el tuyo, algunas
veces en el hospital (lo hubiera olvidado si
no estuviera aquí mismo), en un hotelito sin
nombre escondido en el Jirón Cangallo frente
a la Emergencia (de “can” que es lata en
inglés, y “gallo” que es el ave dibujada en mis
zapatillas), otras en sitios que no vienen a mi
mente, por no haber sido planeadas quizás.
Sin embargo, algunos recuerdos hacen daño.
Tú me hiciste daño al hacerme la promesa de
tu compañía eterna (sabíamos que nada en
esta vida dura para siempre).
Por eso estoy aquí. Solo. Amarrado a esta
estructura de metal. Recordando tu cruel
manera de decirme adiós: me voy porque
no quiero sufrir. Intentaré olvidarte aunque
es posible que tú ya me hayas olvidado, me
dijiste, abandonándome a mi suerte, con
una dirección extranjera en el bolsillo y una
extensa carta llena de frases hirientes que mis
familiares decidieron no leerme jamás.
Decido sumergirme en el mar de mi pasado.
Busco el color de algunos pedazos de ti. No lo
consigo. Eres como una sombra que a veces
pierde su forma irregular hasta que desaparece.
Observo mis manos y los rostros de los
ancianos vigilando los pisos o los techos de la
salita, buscando quizás cielos o inernos en
esta tierra. Decido hacer lo mismo dirigiendo
la mirada hacia un punto distante mientras
muevo los brazos y piernas desordenadamente.
Un coro de llantos y gemidos cuyo signicado
no puedo entender me detiene. Observo sus
rostros vacíos una vez más.
Elijo apagarme. Con los ojos abiertos, me
duermo.
COrreSpOndenCia:
german.v.valenzuela@gmail.com
Fecha de recepción: 21-10-2019.
Fecha de aceptación: 20-12-2019.