Acta Herediana vol. 62, N° 1, enero 2020 - junio 2020
1 Profesora asociada. Departamento de Estadística, Demografía,
Humanidades y Ciencias Sociales. Facultad de Ciencias y
Filosofía, Universidad Peruana Cayetano Heredia
Proyectos de vida, género
y maternidad en el Perú
Life, gender and maternity projects in Peru
Aymé Buitrón Aranda
1
RESUMEN
Este artículo tiene por objetivo mostrar la valoración de la sociedad
respecto a la maternidad, sobre todo desde la perspectiva de
las mujeres. Para cumplir este n hemos hecho una revisión
bibliográca y también nos hemos basado en dos investigaciones
que hicimos sobre el tema. Las variables que presentamos para
explicar la valoración de la maternidad son las siguientes: aspectos
sociales vinculados a la maternidad de la mujer en el campo
peruano, los proyectos de vida de las mujeres, la búsqueda de
afecto en función de la maternidad, la valoración que tienen ellas
del trabajo fuera del hogar y de los estudios universitarios. Nuestro
hallazgo ha sido encontrar que existe relación entre el proyecto de
vida, los estudios universitarios y la valoración de la maternidad.
Las madres adolescentes, por problemas en su autoestima y falta
de proyectos alternativos de vida tienen una valoración extrema
de la maternidad; en cambio, las jóvenes universitarias valoran la
maternidad tanto como los varones con quienes estudian.
Palabras claves: maternidad, madre adolescente, género, proyectos
de vida.
ABSTRACT
This article aims to show society’s appreciation of motherhood,
especially from the perspective of women. To achieve this goal
we have done a bibliographic review and we have also based on
two researches we did on the subject. The variables we present to
explain the assessment of motherhood are as follows: social aspects
linked to the motherhood of women in the Peruvian society,
the life projects of women, the search for aection according to
motherhood, valuation of out-of-home work superior studies.
We found that there is a relationship between the life project,
university studies and the assessment of motherhood. Adolescent
mothers, because of self-esteem problems and lack of alternative
life projects, have an extreme appreciation of motherhood; instead,
young university girls value motherhood as much as the young
men they study with.
Keywords: motherhood, teen-age mother, gender, life projects.
la maternidad como Proyecto de vida
L
a maternidad no es un hecho natural
sino una construcción cultural
(Knibiehler, 2001 p.36). En la antigüedad
la palabra maternidad no existía ni en griego
ni en latín, aunque la función de madre estaba
presente en las mitologías. La importancia de
la función era la maternal para la renovación
de los grupos sociales, de tal manera que para
compensar la elevada mortalidad era necesario
®Aldo Vivar
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tener muchos hijos. En el siglo XII aparece el
término maternitas, acompañado de la palabra
paternitas, y de esta manera exaltaron el culto
mariano, sin dejar de despreciar la maternidad
carnal de Eva. En la época de la Ilustración la
maternidad espiritual y la carnal se aproximan
y comienza a formularse el modelo de buena
madre, siempre sumisa al lado del padre y se
le valoriza sólo por la crianza de los hijos y
la relación afectiva complementa la función
nutricia. La gloricación del amor materno se
desarrolla el siglo XIX hasta los años sesenta del
siglo XX. (Knibiehler, 2001 pp. 40-41).
La religión en el Perú impuso un código estricto
de comportamiento sexual que impuso severas
penas a quien se alejara del paradigma de la
virgen María. En la versión bíblica la mujer es
despojada de su voluntad y debe someterse a
la voluntad del hombre y la desobediencia la
condena al desamparo (Knibiehler, 2001 pp.
15-21). La mujer que perdía su virginidad era
tachada de egoísta, frívola e impura, por lo que
debía llegar casta al matrimonio. Los hombres
aprendieron que los prostíbulos eran necesarios
porque la esposa no podía estar sometida a la
rutina sexual de esos lugares, la esposa debía ser
tratada con una rutina sexual breve y ascética
(Knibiehler, 2001 pp.51-57). El marianismo
es un fenómeno latinoamericano en el que se
exalta la dignidad del sufrimiento, la castidad,
la obediencia y la frigidez post nupcial y es la
contraparte del machismo (Barrig, 2017, p.58).
Tradicionalmente, el bienestar de la mujer
descansa en la experiencia de ser parte activa
de una relación afectiva, esta identidad del yo
supone un problema constante diferente a los
hombres. Se supone que una mujer puede vivir
periodos prolongados o hasta la vida entera
sin sexo, pero no puede vivir sin participar
activamente en una relación interpersonal con
amigos, familia o pareja (Dio Bleichmar, 1991,
pp.85-87).
Los estudios sobre la relación temprana madre-
hijo nos hablan de bebes que desarrollan de
manera normal física y psíquicamente, con
el cuidado de una buena madre que denen
como: disponible, comprensiva, cuidadora
y cariñosa, o sea una empresa de servicio
unipersonal (Dio Bleichmar, 1991, p.97).
A partir de los años sesenta, la maternidad
comienza a abordarse por la demografía, con
temas vinculados a la fecundidad y el uso de
anticonceptivos; también se estudia desde
la antropología, sobre todo las mentalidades
a través del estudio de la historia personal,
la familia y la infancia de la madre. Algunos
estudios abordan el estatus social de la mujer y
su maternidad, exponiendo las experiencias de
las madres a partir de la técnica de la historia
de vida y se reconstruye la experiencia de las
mujeres como madres (Buitrón, 2003, p.39).
Desde nuestros inicios profesionales ha sido
nuestra preocupación estudiar los estereotipos
de la mujer, nuestro interés inicial se vinculaba
al abandono infantil y me preguntaba: ¿Qué
puede hacer que sus padres los lleven a
exponerse a tantos peligros en las calles? ¿Por
qué concebirlos si no se les puede proteger en
su infancia? Este problema, lamentablemente
común en el Perú, me llevó a estudiar su génesis.
Es así que llegué al tema de la maternidad y
encontré que el tener hijos no es siempre una
elección si no el resultado de procesos sociales
que generan el abandono infantil.
Entre los procesos sociales que generan el
abandono infantil tenemos a la maternidad
adolescente y la pobreza de la familia del niño.
Si recordamos que el 70% de los pobres son
mujeres (ONU, 2009, p.1), se puede entender
más fácilmente que el género, la pobreza
y el abandono infantil se pueden vincular.
Entonces, debemos comprender porque la
mujer cae en dicha situación de pobreza y los
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problemas a los que se vincula frecuentemente
dicha situación.
El desempleo y la pobreza están muy
relacionados (ONU 2014, p.183). En el 2010,
la tasa de participación en la fuerza de trabajo
de la mujer continuaba estando por debajo del
30% en África septentrional y Asia occidental;
por debajo del 40% en Asia meridional; y, por
debajo del 50% en el Caribe y América Central.
A pesar de que la participación de la mujer ha
aumentado en las economías más desarrolladas,
la fuerza de trabajo femenina encuentra empleo
predominantemente en los servicios. Este
sector representa al menos tres cuartas partes
del empleo de las mujeres en la mayoría de las
regiones más desarrolladas, en América Latina
y el Caribe. La agricultura representa más de la
mitad del empleo de las mujeres y los hombres
en el África subsahariana (con exclusión de
África meridional) y de las mujeres en Asia
meridional. El sector servicios y la agricultura
ofertan empleos de tipo vulnerable, sobre todo
en África, Asia y América y ellas también son
trabajadoras por cuenta propia o trabajadoras
familiares no remuneradas (ONU, 2014 p.100).
Es así que debemos concluir en que la pobreza
afecta más a la mujer por la precariedad de
su empleo, pero ese no es el único factor que
inuye en la pobreza de género (ONU, 2014,
p. 176).
Sobre la pobreza de género debemos agregar
que en algunas partes del mundo, las mujeres
y las niñas sufren más los efectos de ella en su
hogar; por ejemplo, si en un hogar los padres
pobres deben elegir a quien enviar al colegio
o la universidad, preferirán enviar al varón
por considerar que ellos deben mantener
económicamente el hogar y la mujer debe ser
mantenida, porque ella es quien debe cuidar a
los hijos.
Los datos disponibles muestran que los
hogares presididos por mujeres tienen mayor
probabilidad de ser pobres que los hogares del
mismo tipo cuyo jefe es un varón. Lo que se
observa en América Latina y el Caribe y en las
regiones más desarrolladas, es que los hogares
de madres solteras con hijos tienen tasas
de pobreza más elevadas que los de padres
solteros con hijos (ONU, 2014 p. 177).
Vemos que en los hogares tradicionales pobres
se prepara menos a la mujer para el trabajo
fuera de la casa, en lo que corresponde a su
instrucción y también vemos que ellas tienen
más probabilidades de ser pobres que los
varones. Es en ese contexto que debemos
entender cómo algunas mujeres pueden verse
atrapadas en su maternidad y descuidan a los
hijos, exponiéndolos al peligro del trabajo
infantil.
En un estudio previo hemos encontrado
que la maternidad tradicional dependiente
es frecuentemente parte de un contexto de
violencia y paternidad irresponsable (Buitrón,
2003, p.84-86), sobre todo en el caso de la
maternidad que comienza en la adolescencia.
En las líneas siguientes vamos a explicar cómo
la pobreza y la violencia se unen en contra
del bienestar de los niños y de las mujeres
envueltos en esas circunstancias.
Las relaciones de pareja que implican
desigualdad de poder y autoritarismo del
varón parten de hogares de origen en que se
da la desvalorización de la mujer como ser
humano independiente, autónomo y se le
percibe como incapaz para desarrollarse fuera
del hogar.
Es muy importante la socialización en la niñez
y sobre todo en los primeros años para forjar
personas responsables y equilibradas (Buitrón,
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2003, pp.61-68). Los psicólogos plantean que la
base emocional de los primeros años de vida
es crucial para el desarrollo del niño porque el
amor satisfecho conduce a la autoestima y la
generosidad; en cambio, el amor insatisfecho
lleva a la desadaptación y el resentimiento
(Buitrón, 2003, p.61).
Según diversos estudios, el completo y feliz
desarrollo de los niños parece descansar en
la experiencia empática con sus padres, en
el estudio de Portocarrero vemos la relación
que existe entre la formación de una persona
violenta y la educación autoritaria y sin
diálogo en el hogar, la pobreza en no forja
personas con baja autoestima, desadaptación
y resentimiento, características que llevan a la
violencia, pero la falta de diálogo y la violencia
psicológica o física sí generan violencia
(Portocarrero 1998, p.224-225).
Carmen Pimentel estudia poblaciones de
bajos ingresos en el distrito de Comas en
Lima (Perú), formados por un 60% de parejas
convivientes, que un 30% inició su convivencia
porque la mujer quedó embarazada entre
los 13 y 18 años, el 14% de mujeres dice que
comenzó la convivencia porque buscaba el
amparo y protección para ella y sus hijos, y el
6% de mujeres son de poca edad y se unieron a
hombres de 50 a 60 años (Pimentel, 1988 p.55).
Observamos que en más del 30% de sus casos
de estudio, la maternidad prematura estuvo
muy vinculada al inicio de la convivencia y
a la dependencia económica; es decir, existe
una relación desigual dentro de la pareja o
de desequilibrio de poder. El desequilibrio
de poder en la pareja lleva frecuentemente a
la violencia, la cual es lamentablemente un
problema cada vez más común en nuestra
vida cotidiana y vemos que ella se genera en
hogares disfuncionales como los que estamos
señalando.
En diversos estudios se encuentra que la
maternidad adolescente se genera en parte por
la falta de diálogo en el hogar y la búsqueda
de afecto. De lo que podemos deducir que las
madres adolescentes provienen de hogares
disfuncionales y este no será un problema fácil
de superar en el hogar que formara, problema
que se añade al problema de pobreza que
generalmente atraviesan.
Vemos que los casos vinculados a la convivencia
por embarazo son comunes en el caso de las
adolescentes, quienes frecuentemente ven
frustradas sus expectativas futuras dentro de
un embarazo no planicado.
En adelante pasamos a desarrollar el caso de
las madres adolescentes, quienes presentan
proyectos de vida muy vinculados a la pobreza
y se desarrollan en hogares disfuncionales.
la maternidad adolescente
La maternidad adolescente en el Perú era de
un 12% entre los 15 y 19 años en 1999, pero
esta cifra ha aumentado al 14,6% (INEI,
2015, p. 126). Se observa que el 2009 la tasa de
maternidad adolescente se incrementa en 2,7%
a los 15 años y a los 19 años en 31,3%; además,
cerca al 60% de adolescentes mujeres hubiera
querido hacerlo posteriormente, en 1990 sólo
el 30% decía lo mismo. Vemos que a pesar de
que ha aumentado el deseo de no embarazarse,
el embarazo adolescente no disminuye, las
adolescentes que deseaban embarazarse
han disminuido del 52,6% al 31,7%. Por
esta razón es que debemos comprender que
los proyectos de vida de las adolescentes no
corresponden a la vida que nalmente tienen,
se han dado algunos cambios en la mentalidad,
hay un mejor manejo de información sobre la
sexualidad pero son otros factores las que las
llevan al embarazo no deseado (Mendoza W,
Subiría G., 2013, pp. 471-479).
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El embarazo adolescente es del 56,7% en las
adolescentes sin educación, el 34,9% en las
adolescentes con educación primaria y del 11,6%
en adolescentes con educación secundaria y
4,5% con educación superior. Queda claro que
la falta de instrucción se vincula a la realidad
de la madre adolescente. Además, entre las
adolescentes que se encuentran en el quintil
inferior de riqueza la maternidad adolescente
es mayor (24,0%) y en las del quintil superior
de riqueza (7,4%) es mucho menor (INEI, 2015,
p.129). El embarazo adolescente rural es casi
el doble que en el área urbana y en la selva es
del 27,5% para el 2012. La falta de proyectos
alternativos de vida en las adolescentes, como
la posibilidad de estudiar y de trabajar, motiva
a la maternidad temprana, así el grupo de
18 a 19 años, generalmente fuera del sistema
educativo, muestra prevalencias superiores al
20% de embarazo.
En las adolescentes más pobres, el embarazo
llevará a conseguir un empleo a edades más
tempranas y bajo malas condiciones laborales;
y, en tal sentido se perpetúan las inequidades.
La permanencia en la escuela secundaria puede
modicar las percepciones delas adolescentes
respecto de las oportunidades de trabajo que
perderían si la dejan, mejoraría su autoestima
e iniciativa personal, desincentivándolas
del riesgo de un embarazo no planicado.
También, esta mayor retención del sistema
escolar puede incidir en el uso del tiempo por
parte de las adolescentes, dedicándose a sus
estudios (Mendoza, 2013, p. 31).
En Colombia, el programa Subsidio Educativo
ha contribuido a reducir el embarazo
adolescente, siendo la condición no sólo asistir a
la escuela secundaria sino también alcanzar un
mínimo de rendimiento educativo (Mendoza,
2013, pp.33-34). El Gobierno de México
ha incorporado a su oferta de programas
sociales, en gestión con los gobiernos locales
y organizaciones comunales y Organizaciones
No Gubernamentales, un programa de becas
para adolescentes madres y gestantes. En otras
regiones del mundo se han registrado logros
semejantes (Mendoza, 2013, p.36).
La relación entre maternidad adolescente y
la convivencia es muy determinante, ya que
la convivencia no se presenta como producto
de una libre elección si no como el mejor
resultado esperado frente a una maternidad
no planicada.
Veíamos al inicio del artículo que las mujeres
tienen más probabilidades de ser pobres que
los varones, quienes por más que tengan
hijos no se hacen responsables de ellos. La
mayor educación correlaciona con mejores
ingresos económicos y en el caso del embarazo
adolescente encontramos que se vincula a la
deserción escolar; en conclusión, los niños y
jóvenes sin educación adecuada enfrentan un
mercado laboral escaso y de muy bajos salarios.
Uno de los hallazgos que hice en una
investigación, que realicé en 1999, fue que las
madres adolescentes no deseaban enviar a sus
hijos a trabajar y ellas querían dedicarse sólo a
cuidarlos, pero todo terminó en una realidad
muy diferente ya que ellas tenían que salir a
trabajar a la calle con sus hijos, el deseo de ser
protegidas por un varón dentro de sus hogares
no era posible, aunque ellas lo deseasen. El
trabajo infantil no es sólo una expresión de
la pobreza, si entendemos el trabajo infantil
como una desprotección y negligencia en la
crianza infantil, la podemos entender como
violencia contra el niño. Así Ana Jusid (1991,
pp. 30-62), en su estudio para Latinoamérica,
nos habla de la situación de conicto familiar
de la madre adolescente, además de su
soledad, la ausencia de la gura paterna, la
incomunicación, la búsqueda de afecto, los
modelos contradictorios de gura materna y
otros problemas.
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Para el caso de Chile, Salazar y Matamala
(1994, pp. 157-160) encuentran que las madres
adolescentes crecen en un medio de liberalidad
sexual pero sin la adecuada comunicación
con la madre. La madre de la adolescente
generalmente tiene muy poco tiempo libre
porque trabaja y afronta muchos problemas por
su precariedad económica, por lo que no logra
que su hija desarrolle una adecuada valoración
e identicación con ella; y, no llegan a establecer
lazos de conanza ni adecuada comunicación
con sus hijas, exigiendo de ellas básicamente
responsabilidad y apoyo en el hogar para la
atención de sus hermanos. Las autoras señalan
que la falta de autoestima y de espacios para
la afectividad familiar de la madre adolescente
está vinculada a la desafección al uso de
métodos anticonceptivos, ya que el embarazo
es el resultado de su búsqueda de atención y
afecto.
Un hogar sin diálogo y sin relaciones de afecto
promueve que los hijos salgan en busca de
alternativas fuera del hogar y las adolescentes
se embarazan en esta búsqueda y sus niños
se desarrollan sin la protección debida. En
el estudio que realicé en 1999 a partir del
seguimiento y desarrollo de historias de vida
de madres adolescentes captadas en el Instituto
Materno Perinatal de Lima, encontramos
dos grupos, una de maternidad adolescente
voluntaria y otra de maternidad adolescente
involuntaria (Buitrón, 2003, p.82). Respecto
a su zona de residencia, tanto las madres
voluntarias como las madres involuntarias
vivían en áreas periféricas de Lima,
especícamente en asentamientos humanos
de los distritos de Independencia, San Juan de
Lurigancho, San Juan de Miraores, Comas y
en zonas antiguas y tugurizadas del Cercado
de Lima y del distrito del Rímac. Es evidente
la situación de gran precariedad material en la
vida cotidiana de las madres adolescentes, así
se puede entender las presiones económicas a
las que ellas se han visto sometidas al igual que
sus familias de origen. Ellas no han salido de
esta situación de pobreza, algunas ni siquiera
se mudaron de las casas paternas o maternas
(9 del total) y las otras salieron a viviendas
independientes pero igualmente pobres (5 del
total). Respecto a su lugar de nacimiento, ocho
nacieron en Lima Metropolitana y seis fuera de
la capital. Encontramos que sólo cinco padres
nacieron en Lima Metropolitana, los demás
nacieron en provincias, principalmente en la
sierra del Perú (12 de 28). En este sentido, vemos
que muchos rasgos de la cultura andina se
encuentran en las madres adolescentes nacidas
en Lima. Los estudios señalan que el sentido
solidario y colectivista, poco individualista, es
propio de la idiosincrasia de las poblaciones de
las provincias que están fuera de la capital y de
los jóvenes de colegios estatales de la capital.
Dichos estudios concluyen que estos valores
inuyen en la maternidad temprana (León,
1996, pp. 11-44), en tanto la socialización con
una alta valoración de las relaciones familiares
enfatiza en que la mujer priorice siempre este
aspecto en su realización personal, lo que al
combinarse con la falta de afecto en el hogar
de origen lleva a la búsqueda de afecto fuera
del hogar de manera temprana.
En el estudio que realicé en 1999 (Buitrón, 2003,
p.106), las adolescentes señalaban sentirse
motivadas a ser madres de manera temprana
porque deseaban retener a su pareja al lado,
piensan que los hijos unen a la pareja. Ellas se
consideran completas y realizadas sólo cuando
son madres, el logro familiar y afectivo es más
valorado que el logro laboral. Ellas consideran
que un hombre puede trabajar fuera del hogar
porque es fuerte físicamente y así puede hacerse
respetar ante otros hombres; por lo tanto, es
su obligación mantener económicamente a su
pareja e hijos, pero como no es tierno y expresa
poco sus sentimientos no puede entenderse
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con los niños. En cambio, la mujer es tierna y
cariñosa, se le engríe más porque tiene que ser
más dulce y atenta con la familia, debido a que
su obligación es atender y servir a todos en su
hogar y cuidar a los niños. Ellas consideran
que es un logro que sus parejas mantengan el
hogar, porque es la obligación del hombre y no
de la mujer buscar dicho sustento económico.
La madre reacciona de manera diferenciada
ante las conductas de sus hijos varones o
mujeres, la imitación y el reforzamiento forman
a los niños de acuerdo al sexo de nacimiento.
Una niña que tiene una buena percepción de
su propio género está motivada para cumplir
los roles aprendidos (Hyde, 1995pp.59-62).
Las madres adolescentes del estudio
consideraban que las niñas tenían la obligación
de estudiar y atender en su hogar desde los
diez años o antes y que poco a poco aprendían
las tareas del hogar, en cambio los niños sólo
debían jugar y estudiar (Buitrón, p.134); aquí
debemos agregar que esto coincide con lo
que señala la literatura sobre la crianza en
los grupos nativos en la Amazonía (Brown,
Michael, 1984, pp.54-56).
Las madres adolescentes consideran que si la
mujer trabaja fuera del hogar, igualmente tiene
que dedicarse a las tareas de su casa y el dinero
que la mujer obtiene de su trabajo es para todo
el grupo familiar. Las madres adolescentes
denominan a sus madres abandonadas por sus
parejas, madre-padre, porque consideran que
no es función de una mujer el trabajo fuera del
hogar, actividad que han realizado sus madres
debido precisamente a que fueron abandonadas
por sus parejas. El concepto de abandonadas es
algo que las madres adolescentes mencionan
porque consideran que sus madres no pudieron
retener a sus parejas, menoscabando este
hecho la estima que sienten por ellas (Buitrón,
2003, p. 135).
el estatus que da la maternidad, Problemas
de autoestima y búsqueda de afecto
Las madres adolescentes encuentran que el
respeto que ahora los demás tienen por ellas es
algo de lo que antes de ser madres no gozaban
y que las satisface mucho. El género del hijo
es importante para las madres adolescentes,
porque si tienen un hijo varón ellas consideran
que disfrutarán de la seguridad económica que
su hijo les dará. Algunas madres adolescentes
mencionan el hecho de que por la belleza de
la mujer el varón se sentiría más estimulado
a mantenerla, protegerla y a la vez la mujer
tendría que subordinarse y aceptarlo como
jefe y protector (Buitrón, 2003, pp. 109-110).
Aquí debemos agregar que algunos estudios
encuentran que existe vergüenza por la fealdad
en la mujer y equiparan este sentimiento al
sentimiento de la impotencia sexual en el
varón (Dio Bleichmar, 1999, p.205), por lo
que muchas veces su baja autoestima puede
asociarse al sentimiento de fealdad.
Las madres adolescentes encuentran en su
entorno social pocas expectativas sobre sus
logros académicos o laborales. Dentro de sus
hogares sus padres le dieron más relevancia
a las funciones de apoyo de la adolescente
en el hogar que a las actividades académicas
que debía llevar a cabo (Buitrón, 2003, p. 136).
Como consecuencia de todo lo anterior, las
madres adolescentes no culminan sus estudios
en el colegio ni buscan trabajo fuera del hogar,
desde el momento en que empiezan a convivir
con su pareja. En el estudio que realizamos en
1999 encontré lo siguiente:
Respecto a la relación con sus padres señalaban
poca comunicación y falta de apoyo afectivo de
ambos respecto a su persona. La relación con el
padre es en todos los casos distante y en algunos
casos se explicita la presencia de maltrato físico,
alcoholismo o drogadicción, siempre asociado
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al incumplimiento de la obligación paterna
de llevar el sustento económico al hogar. Con
la madre señalaban un trato respetuoso pero
distante, además consideraban que su madre
no era su amiga. En algunos casos se registró
el abandono del hogar por la madre por lo
que algunas adolescentes crecieron con otros
familiares como abuelos o tíos (Buitrón 2003,
p. 85).
En resumen, puedo decir que las madres
adolescentes establecen una relación de
subordinación con sus parejas porque la joven
tiene pocas alternativas de vida y grandes
necesidades afectivas, las madres involuntarias
son quienes se cuidan menos con métodos de
planicación familiar, lo cual se vincula al hecho
de que fueron a convivir con su pareja a raíz
de su embarazo y sienten que exponiéndose
a nuevos embarazos legitiman su relación
de convivencia. Las madres adolescentes no
asumen de manera autónoma su sexualidad ni
su maternidad, tendiendo a responsabilizar de
esto a su pareja porque ellas consideran que el
hecho de que los varones mantengan a los hijos,
los hace acreedores al dominio o mando en la
relación. Así, la mujer debe subordinarse a él,
porque depende económica y afectivamente
de su pareja y la madre adolescente asume su
tarea reproductiva como central en su vida
(Buitrón 2003, p.63).
Vemos que esta realidad se encuentra lejos de
ser la ideal para el desarrollo de un niño, ya
que los padres no son realmente conscientes de
la responsabilidad afectiva y social que tienen
entre sus manos. Lo ideal sería un horizonte
donde la maternidad no sea un medio de
sobrevivencia o una manera de llenar vacíos
afectivos o aumentar la autoestima, sino que
la maternidad sea una forma de hacer feliz a la
niñez, donde cada hombre y mujer entiendan
que todos somos realmente responsables de
los niños que nacen cada día.
En adelante debemos ampliar la comprensión
de la problemática de la maternidad, para lo
cual revisaremos el tema de la maternidad
entre las mujeres que trabajan y tienen mayor
grado de instrucción en el Perú.
la maternidad, la educación y el emPleo
A partir de 1870 se comienza a dar una
educación adecuada a las mujeres de clase
media y alta y algunas se desarrollan en
la educación superior y profesional. En la
segunda mitad del siglo XX, las mujeres
obtuvieron igualdad de derechos ante la
ley, ingresaron masivamente a la educación
escolar y superior y luego muchas pudieron
controlar su fertilidad gracias a modernos
anticonceptivos (Fuller, 2004 pp. 196-198).
En el Perú, durante el siglo veinte, se ha
desarrollado una alta conanza en los estudios
en institutos y universidades para el ascenso
social, aunque dichos centros de estudios sean
poco calicados académicamente (Barrig, 2017,
p.11). Los costos de la educación particular,
limitan esta educación a la clase media y
son mujeres de esa clase social las que llegan
primero a la universidad.
El trabajo asalariado en la mujer, a comienzos
del siglo veinte en el Perú, no era algo anhelado
en la clase media o alta. Se veía mal al hombre
que necesitaba que su mujer trabaje, se le
veía como incapaz, incluso hasta entrada la
década de 1960 las aspiraciones laborales de
las mujeres languidecieron con el matrimonio
y la maternidad, siempre la mujer necesitaba
el permiso de su pareja y apelaba al bienestar
del grupo y no como parte de su desarrollo
individual ((Barrig, 2017, p. 26-33).
Incluso, en la actualidad, en algunos sectores
tradicionales se considera que el trabajo fuera
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del hogar no es necesario para la mujer; y, en
los sectores populares del Perú, el matrimonio
legal es visto como una alternativa que libra a
las mujeres del desamparo. (Barrig 2017,
p.56).
La oferta de trabajo para las mujeres no es
amplia sobre todo en los sectores populares.
En 1972 en Lima Metropolitana el 23,8% de
las mujeres trabajadoras era de empleadas
domésticas, frente al 1,4% de hombres en la
misma condición (Del Valle, 1976, p.64). El
sector servicios siempre ha captado a mucha
mano de obra femenina y entre las mujeres
con educación se consideraba que el trabajo de
educadora o enfermera era el indicado.
“Entre 1963 y 1973 la matrícula de la población
escolar femenina creció a un ritmo del 8%
superior a la masculina que creció al 6,9%”
(Barrig, 2017, p. 261). En la actualidad, el
número de mujeres universitarias es superior
al número de varones universitarios, incluso
esto es una tendencia mundial.
En 1996, el gobierno de Fujimori liberalizó
el mercado educativo y dio la bienvenida a
la inversión privada y al lucro. En el 2010, la
universidad con mayor número de estudiantes
fue la Universidad Alas Peruanas con 57 616
alumnos, más del doble de los que tenía la
UNMSM. El mayor número de alumnos en
las universidades peruanas las tienen las
universidades privadas como la César Vallejo
(37 163 estudiantes), San Martín de Porres,
la Católica de los Ángeles de Chimbote, la
Andina Néstor Cáceres Velásquez, llevándole
mucha distancia a la Ponticia Universidad
Católica del Perú con 17 531 alumnos (Barrig,
2017, p.111).
Hasta 1960 sólo 4 de cada 100 mujeres jóvenes
del campo iban a la escuela; y, se ha dado un
cambio importante desde 1961 de tal manera
que en el 2007, por primera vez en la historia
peruana, la proporción de mujeres rurales
jóvenes con educación secundaria o superior
fue mayor que la proporción de ellas sin
ningún nivel educativo (Boyd, 2013, p.22).
Además, en el 2015 se encuentra que tres de
cada cuatro estudiantes universitarios son de
primera generación (Cuenca, 2015 p.110).
En algunos estudios se encuentra que las
mujeres de los sectores medio de Lima, Iquitos
y Tarapoto ven la maternidad como la vía más
efectiva para que ellas tengan acceso al estatus
de adultas y prestigio social, pero no podemos
negar que el trabajo ha cobrado enorme
importancia en la percepción de sí mismas.
Muchas mujeres jóvenes están invirtiendo más
tiempo en sus proyectos laborales; pero, entre
las jóvenes de menores recursos económicos,
las bajas expectativas de encontrar trabajo
adecuado las conducen más rápidamente a la
maternidad (Fuller, 2004, pp. 204-205).
El discurso actual predica la presencia
del padre en la crianza del hijo pero las
exigencias laborales no permiten disponer
verdaderamente de tiempo para esa actividad
(Fuller, 2004 p.207). Se espera de la mujer un
menor aporte económico y un mayor aporte
en el trabajo doméstico, incluso una de las
motivaciones para unirse o casarse, de parte
de los varones, es contar con los servicios
domésticos de la mujer (Fuller, 2001, pp. 210-
211).
En un estudio hecho para Ecuador se muestra
cómo la migración ha contribuido a la economía
de la mujer, lo que es una estrategia de
supervivencia de las familias y son las mujeres
actoras económicas importantes por sus
aportes a la economía del hogar. Las mujeres
cuyas identidades de género han cambiado
como producto de la experiencia migratoria
tienden a posponer su decisión de retorno a su
Acta Herediana vol. 63, N° 1, enero 2020 - junio 2020
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lugar de origen, además la modernidad de los
medios de comunicación les permiten incluso
tomar decisiones en su hogar estando muy
lejos ((Herrera, 2004, pp. 390-397).
la mujer en el camPo Peruano
Sobre el tema de la mujer de sectores populares
y el trabajo en el Perú, Patricia Ruiz-Bravo
en su estudio sobre Puno y Lambayeque
encuentra en la cultura andina, a diferencia
del mundo criollo, que el trabajo es altamente
valorado. El que la mujer se dena como
trabajadora implica que ella tiene un lugar
muy importante en su sociedad. Las mujeres
de Puno son socializadas en el trabajo y desde
niñas se dedican a muchas actividades cuyo
n es la búsqueda del progreso económico. En
cambio, en Talambo, que está en Lambayeque,
en la costa peruana, la identidad femenina
pasa por el cuidado de los otros, y este sistema
patriarcal es la base de su organización social
(Ruiz-Bravo, 2004, pp.311-312).
En el caso de Puno, Ruiz-Bravo encuentra que
su incorporación al circuito exportador de lana
signicó una actividad económica vinculada
a la hacienda, donde la mujer debía cumplir
turnos en la casa del patrón, realizando tareas
domésticas, y el varón haciendo el trabajo servil
en el campo. Lamentablemente, algunas veces
las mujeres eran entregadas por sus parientes
al hacendado para evitar represalias y cobros
por pérdidas de ganado, considerándose el
cuerpo de la mujer como un objeto.
El trabajo en los Andes es un eje importante
en las representaciones colectivas, es el medio
de obtener posesiones y la laboriosidad es una
virtud. Los que más se dedican al comercio
son las mujeres, ellas son buenas negociantes
y guardianas del dinero; además, cuando se
pregunta a las mujeres sí desean participar en
el gobierno municipal, la mayoría responde
que sí (Ruiz-Bravo, 2004, pp. 286-295).
En el caso de la hacienda Talambo, se
desarrollan pequeños propietarios, quienes
se vieron obligados a ser asalariados de las
haciendas entre 1860 y 1904 y los trabajadores
productivos eran los varones. En la actualidad,
el papel de proveedor del varón está en crisis
y el historial laboral de las mujeres de Talambo
es inestable, por lo que las mujeres menores de
30 años son poco entusiastas. Varias mujeres
de Talambo han culminado sus estudios de
secretarias y ocinistas, pero encontrar trabajo
es muy difícil y se sienten frustradas. No es
raro que se refugien en una pareja esperando
protección y apoyo económico, como hicieron
sus madres. Ellas valoran mucho la virginidad,
el pudor y el honor sexual, por lo que hay un
estigma sobre las mujeres que son abandonadas
por sus parejas. Ellas consideran que deben
mantener unida a la familia, no se concibe que
ella pueda hacerse cargo sola de los hijos, por lo
que siempre debe tener una pareja. Además
la poligamia masculina se justica por una
supuesta sexualidad natural irrefrenable en los
varones. En cambio, la indelidad femenina
es inaceptable y los varones convencen a las
mujeres de que la calle es peligrosa por los
robos, violaciones y otros, colocando a las
mujeres en una situación de temor (Ruiz-
Bravo, 2004 pp.297-309).
El hecho de que la mujer andina se sienta
dignicada con su trabajo no modica su
situación de desigualdad económica frente
a los varones. Existen matices importantes
entre ambos grupos de mujeres, de Talambo
y de Puno, que debemos considerar porque
existe una diferencia psicológica entre el tipo
de mujer que se considera más autónoma
y la mujer psicológica y económicamente
dependiente del varón.
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Los estereotipos tradicionales plantean una
mujer altamente dependiente de su familia y
de las relaciones afectivas y es de esta manera
que, tradicionalmente, se educa a la mujer
en muchos sectores sociales en el mundo y
en el Perú. Cuando hablamos de estereotipos
tradicionales no nos referimos exactamente
a la cultura andina tradicional de la sierra
peruana, porque la mujer campesina de dicho
sector acostumbra el trabajo cotidiano diario en
el campo y valora su trabajo, el cual considera
como indispensable para toda persona y la
ociosidad es descalicada.
Ubicando a la mujer en el contexto mundial
encontramos que, aunque la mujer trabaje, este
esfuerzo no la saca de su pobreza, de tal manera
que las mujeres tienen más probabilidad de
ser pobres que los hombres cuando viven en
hogares unipersonales en muchos países de las
regiones tanto desarrolladas como en desarrollo.
Las mujeres están sobrerrepresentadas entre
los pobres de edad más avanzada en las
regiones más desarrolladas; además, en las
sociedades más tradicionales del mundo, el
derecho y las normas no escritas existentes
limitan el acceso de la mujer a la tierra y a
otros tipos de propiedad en la mayoría de los
países de África y en, aproximadamente, la
mitad de los países de Asia. En las regiones
menos desarrolladas, son menos las mujeres
con ingresos monetarios que los hombres y
una proporción signicativa de las mujeres
casadas no intervienen ni en las decisiones
sobre la manera de gastar sus ingresos, sobre
todo en los países africanos y en los hogares
más pobres (ONU, 2010, p.171). Las mujeres
de los quintiles más pobres participan menos
en las decisiones del hogar sobre las compras
para atender las necesidades cotidianas y son
menos las mujeres que los hombres las que
tienen ingresos monetarios o poseen tierras u
otros bienes. Este menor acceso a los recursos
aumenta la dependencia económica de la
mujer con respecto al hombre y la hace más
vulnerable a diversos problemas económicos y
ambientales (ONU, 2010, pp.187-188).
la mujer universitaria
Podríamos pensar que la educación
universitaria es una salida siempre exitosa al
proyecto de vida de las mujeres, realmente
esto se da solo en parte porque hay varias
limitantes propias de la cultura maternal de
nuestra sociedad contemporánea.
En el caso que estudiamos, de los jóvenes
universitarios de la Universidad Peruana
Cayetano Heredia de Lima en Perú,
presentaremos algunas características de
su personalidad y de su proyecto de vida,
haciendo énfasis en la perspectiva de género
y de la maternidad. La técnica que utilizamos
fue la encuesta a una población de jóvenes
estudiantes de cuarto año de estudios de
las facultades de la Universidad Peruana
Cayetano Heredia. La población de la que
partió la encuesta era de 450 alumnos del cuarto
año matriculados el 2016 y se determinó un
tamaño de muestra con un nivel de conanza
del 95%, error absoluto de estimación de 0.05,
asumiendo una proporción de estudiantes con
una valoración de tener un hijo o de trabajar
en algo relacionado con su profesión de 0.80;
y, a partir de la fórmula de tamaño de muestra
aleatoria se obtuvo un mínimo de 246.
Entre mujeres y varones encontramos las
siguientes diferencias (Buitrón, Carbajal 2017,
p.21): ellas le dan más importancia a tener
amigos, mayor satisfacción con su familia
de origen, con los estudios que realiza y con
la religión que tienen, mayor aprobación al
matrimonio homosexual, menor apertura al
riesgo y a arreglárselas solas, así como mayor
aprobación a ser obedientes. Ellas maniestan
tener un mayor grado de felicidad y le dan
Acta Herediana vol. 63, N° 1, enero 2020 - junio 2020
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mayor importancia a tener una pareja en sus
vidas y a formar una familia, así como tener
una buena posición económica.
Las mujeres declaran en menor grado que
los varones que: están de acuerdo con tener
un trabajo relacionado con sus estudios
profesionales y desarrollarse como personas,
así como en mantener el orden social, lo cual
podría expresar su descontento con los roles
tradicionales de género, porque a pesar de
mostrarse más apegadas que los varones a
las relaciones afectivas y familiares, tanto
hombres como mujeres declaran por igual el
grado de importancia que le dan a tener hijos.
Esto evidencia que para ellas todo lo anterior
es igual de importante, rompiendo con la
alta valoración que las mujeres le dan a la
maternidad tradicionalmente.
Además tanto varones como mujeres
están de acuerdo con el aborto y el uso
de anticonceptivos, ambos no apoyan las
aventuras sexuales fuera de la pareja ni el uso
de drogas y admiten el divorcio en alguna
ocasión (Buitrón, Carbajal, p.32).
Tanto varones como mujeres consideran
que es importante: hacer cosas placenteras
y consentirse a sí mismos, tomar sus propias
decisiones, mostrar lo capaz que son y
conservar las costumbres aprendidas (Buitrón,
Carbajal, p.33).
En conclusión, las mujeres sí muestran
apertura al trabajo fuera del hogar, desarrollo
personal y les interesa tener hijos tanto como a
los varones y no más que ellos. En cambio, en
los sectores populares o madres adolescentes,
ellas no muestran apertura al trabajo fuera
del hogar y su desarrollo personal está muy
vinculado a la maternidad.
En el caso de las estudiantes de enfermería
del cuarto año de estudios de la Universidad
Peruana Cayetano Heredia vemos diferencias
respecto al resto del alumnado de esta
universidad. Las estudiantes de enfermería
en mención se consideran de clase media y
en segundo lugar de clase media baja, lo que
contrasta con la mayoría de estudiantes de
dicha universidad, quienes se ubican en la
clase media o clase media alta. Las estudiantes
de enfermería encuestadas del cuarto año de
estudios viven en barrios o distritos de los
niveles económicos a los cuáles ellas dicen
pertenecer como Carabayllo, Independencia,
La Victoria, Puente Piedra, San Juan de
Lurigancho, San Juan de Miraores, San
Martin de Porres o Villa María del Triunfo.
Ellas quieren un trabajo interesante aunque
no sea en la profesión elegida, esto se puede
vincular a su origen de clase social pero
también debemos recordar que en el Perú existe
un contexto laboral difícil para la realización
profesional.
Las estudiantes de enfermería están en
desacuerdo con la importancia que tiene
el mandar y decir a los demás lo que tienen
que hacer, pero existen estudiantes de otras
facultades de la universidad en estudio que
no piensan igual y que sí le dan importancia
a esta actitud. El mandar y decir a los demás
lo que tienen que hacer se vincula al valor que
se da al autoengrandecimiento, lo que nos
indica que las estudiantes de enfermería no
le dan importancia a este tipo de armación
individual (Buitrón, Carbajal, p.38).
Aquí debemos añadir que el nivel del embarazo
en adolescentes peruanas que estudian
educación superior ha aumentado durante el
2000 en comparación a los años 90 del siglo 20
(Mendoza, 2013). Esto lo podemos vincular a
lo que nos dice Dio Bleichmar (Dio Bleichmar,
1991, p.182) sobre el avance de la mujer
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profesional en su independencia económica
y psicológica pero que muchas veces no logra
deshacerse de conictos maternales, ya que ella
encuentra que las mujeres son más pegadas al
orden y la tradición. Al respecto, agregamos
que las estudiantes de enfermería estudiadas
consideran que es muy importante ser
obedientes y también le dan más importancia
al orden que los demás estudiantes, en la
medida de que no tienen los mismos recursos
materiales para obtener los logros profesionales
necesarios para su independencia psicológica
y económica. Entendemos su perspectiva
tradicional y la mayor importancia que le dan
al ser madres y esposas, en comparación a
los otros estudiantes de la investigación que
realizamos (Buitrón, Carbajal, p. 43).
Tradicionalmente, las mujeres adolescentes no
perciben el campo laboral fuera del hogar como
relevante, inclusive estudian en la universidad
pero no están decididas a hacer una carrera
porque para muchas de ellas, el papel de
esposa es el más importante y consideran no
trabajar en la época de crianza de sus niños,
lo que no se puede hacer si desarrollas una
carrera profesional. Incluso, la mujer es muy
exible y se prepara para su pareja del futuro y
los hijos que tendría (Hyde, 1995, pp.156-157).
Cuanto mayor sea el número de hijos que
tenga una mujer, menos probable será que
trabaje fuera de casa (Nieva y Gutek 1981,
p.196). Respecto al bienestar psicológico, los
estudios indican que cuanto mayor sea el
número de papeles desempeñados, mayor será
el estrés, sobre todo si la mujer no encuentra
instituciones adecuadas para la atención del
niño. Un estudio de 1970 encuentra que la
mujer que trabajaba fuera del hogar y dentro
del hogar, en total trabajaba 15 horas semanales
más que los hombres, considerando el trabajo
del hogar ((Nieva y Gutek 1981, pp. 209-212).
Kanter en 1977 demuestra en su investigación
que se preere a los hombres para puestos
más importantes para aquellos que tienen
clientes hombres o porque ese es el estereotipo.
Se preere a las mujeres para puestos de
menor importancia, cuando sus clientes son
mujeres y cuando las mujeres ocupan puestos
directivos no suele reconocerse que reúnan
las características adecuadas para ser líderes
en forma satisfactoria, (como se cita en Hyde,
1995, p. 203), porque el liderazgo se asocia
a la capacidad que se cree tiene la persona
para lograr aumentos de sueldos para los
subordinados, inuencia en las decisiones de
los superiores, posibilidad de obtener ascensos
y otros.
Instone y colaboradores en 1983 demuestran
que cuanto más sea la experiencia en tareas
de supervisión que se brinde a las mujeres,
mayor será la conanza en su liderazgo
(como se cita en Hyde, 1995, pp. 204-205).
Mc Mahan, en 1971, estudia la ansiedad de
la mujer respecto al éxito o miedo al éxito,
pero también debemos resaltar el aporte de
Crandrall, en 1969, sobre los descubrimientos
vinculados a las diferencias de género en
relación a las expectativas de éxito, ya que
durante la socialización se tiende a educar de
manera diferenciada a varones y mujeres, de
tal manera que las mujeres desarrollan menos
expectativas que los varones, pero al entrar
a una competencia las expectativas de éxito
entre los géneros se uniformiza (como se cita
en Hyde, 1995, p. 192-193).
Dio Bleichmar encuentra varias causas de la
depresión vinculadas a los roles considerados
femeninos, los que pasamos a mencionar: la
crisis de la edad media por haber perdido su
individualidad en mujeres entre 35 y 50 años;
las mujeres de edad con el síndrome del nido
vacío; las mujeres tradicionales, quienes evitan
situaciones que las intimidan; la mujer moderna
que trabaja fuera del hogar y se siente culpable
Acta Herediana vol. 63, N° 1, enero 2020 - junio 2020
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por no cuidar de sus hijos; las mujeres sin hijos
habiendo deseado tenerlos; las mujeres con
relaciones adictivas o relaciones desiguales,
quienes justican el sufrimiento constante en
la relación de pareja; y, las mujeres con culpa
porque no llenan las altas exigencias de sus
padres respecto al cuidado de los demás (Dio
Bleichmar, 1991, pp.124-241).
Vemos así que el no reconocimiento del trabajo
que las mujeres desarrollan fuera de su hogar
y la culpa que ellas mismas sienten por no
dar el cuidado a los hijos o el miedo al éxito
laboral, llevan a la depresión y situaciones
emocionales de conicto personal. También,
la mujer tradicional, temerosa del mundo
fuera del hogar se hace insegura y con baja
autoestima, peor aún las mujeres que han
internalizado el sufrimiento, la obediencia y
la subordinación a la pareja como parte de sus
relaciones cotidianas. Siendo así la maternidad
un motivo de conicto no sólo para los estratos
populares o sin estudios.
Entender la condición de madre y trabajadora
lleva a relacionarse con diversas expresiones
de la problemática (Dio Bleichmar, 1991 p.67).
Lluís Flaquer trata de comprender la forma de
ser madre y profesionales exitosas de un grupo
de mujeres en España, a través de un estudio
empírico basado en la aplicación del grupo
focal como técnica de recojo de información,
él entiende que el sentido fundamental de la
pareja ya no es la procreación sino la relación
afectiva entre dos adultos en situación de
plena igualdad que, voluntariamente, se
plantean un proyecto de vida en común
(Flaquer, 1995, p. 299). La maternidad deja de
ser el único elemento central del proyecto vital
y de las trayectorias biográcas de las mujeres
y pasa a ser un complemento de su profesión,
una profesión que en algunos casos se coloca
en primera posición en su escala de valores
(Flaquer 1995, p. 303).
Las nuevas generaciones de mujeres jóvenes
no quieren seguir el mismo modelo de las
super mujeres, lo que constituye un factor más
a tener en cuenta a la hora de explicar la baja
natalidad en los países del sur de Europa.
Si se pregunta a las mujeres jóvenes cuáles
son sus planes de vida, la mayor parte sigue
armando que quiere tener hijos; pero, no son
pocas las que, no renunciando al deseo de ser
madres, posponen esta decisión al máximo con
el n de evitar los cambios negativos que esto
puede comportar en sus vidas. Es solo cuando
llegan a la edad límite, que a menudo surge
un deseo muy fuerte que les plantea una gran
urgencia y es entonces cuando el proyecto de
la maternidad se intenta llevar a la práctica.
También intervienen factores de carácter más
estructural, como por ejemplo las dicultades
de acceso a la vivienda, la precariedad de la
ocupación, la carencia de servicios para las
familias que faciliten la conciliación entre la
vida familiar y laboral (Flaquer 1995, pp. 298-
302).
En denitiva, si bien las mujeres han avanzado
mucho en la igualdad en relación a los hombres
en lo que se reere a su incorporación en la vida
pública, este cambio no se ha visto acompañado
de la penetración del hombre en el ámbito del
hogar. El exceso de trabajo no sólo empeora su
vivencia de la maternidad sino que también
hipoteca su vida profesional. Tener que optar
por priorizar una u otra dimensión resulta
algo necesario para estas mujeres, a diferencia
de lo que pasa en el caso de los hombres que no
tienen que escoger. El modelo de super mujer
implica un estrés y un nivel de presión que las
mujeres entrevistadas consideran intolerable.
Mientras la vivencia de la paternidad es
perfectamente compatible con las aspiraciones
profesionales de los hombres, no lo es para
ellas. Aquí radica la fuente del conicto. Por
eso ellas reclaman un reparto equitativo de las
responsabilidades entre hombres y mujeres, de
Acta Herediana vol. 63, N° 1, enero 2020 - junio 2020
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tal manera que se reconozca el derecho de las
mujeres a decidir qué tipo de maternidad y qué
tipo de trayectoria profesional desean seguir y
con qué intensidad. No todos los obstáculos
son externos, la propia mujer constituye un
impedimento en misma, la socialización
diferencial de género de estas madres se ve
impregnada por el modelo tradicional. Este
hecho explica buena parte de la ambivalencia
entre la esfera pública y la privada en la
mujer, por el hecho de no poder proporcionar
el cuidado a sus hijos, lo cual no exigen o no
esperan de los hombres. (Flaquer 1995, pp.304-
305).
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corresPondencia:
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Fecha de recepción: 04-09-2019.
Fecha de aceptación: 20-12-2019.