Acta Herediana vol. 62, N° 1, enero 2020 - junio 2020
1 Periodista, escritor, historiador.
Necropsias de
peruaNos ilustres
Necropsies of illustrious peruvians
Manuel Zanutelli Rosas
1
resumeN
El autor presenta los protocolos de necropsias de algunos
personajes importantes de la vida política e intelectual del país que
fueron asesinados. Así: los presidentes José Balta Montero (1814-
1872), Manuel Pardo y Lavalle (1834-1878), Luis M. Sánchez Cerro
(1889-1933); el empresario y periodista Francisco Graña Garland
(1902-1947); y, el periodista y escritor Edwin Elmore Letts (1890-
1925).
Palabras claves: Necropsia, asesinato, presidente, periodista.
abstract
The author presents the necropsy protocols of some important
gures of the political and intellectual life of the country who were
killed. Thus: Presidents José Balta Montero (1814-1872), Manuel
Pardo y Lavalle (1834-1878), Luis M. Sánchez Cerro (1889-1933); the
businessman and journalist Francisco Graña Garland (1902-1947);
and the journalist and writer Edwin Elmore Letts (1890-1925).
Keywords: Necropsy, murder, president, journalist.
L
a azarosa vida republicana de nuestro
país no ha estado exenta de hecho
violentos cometidos contra distinguidas
personalidades de la vida política e intelectual.
A continuación, se revisará sucintamente los
informes de necropsias de los presidentes
que fueron asesinados y de dos connotados
periodistas.
José balta moNtero (1814-1872)
Fue, sin lugar a dudas, un presidente
progresista. Contribuyó a dar otra sonomía a
la ciudad de Lima.
Don José Balta Montero
Dispuso que el contratista norteamericano
Henry Meiggs derribara las murallas tal que
hizo posible la expansión de la capital, tarea
que se llevó a cabo entre 1868 y 1870. Ordenó
al ingeniero Luis Sada, que trazara un plano
de Lima y mediante decreto del 2 de agosto de
1869 se emprendió la construcción del Parque y
Palacio de la Exposición, inaugurado después
el 1º de julio de 1872.
Inició su carrera como alumno del colegio
militar en 1835 a los 19 años y llegó al alto
grado de coronel.
Su política de construcción de ferrocarriles
la realizó sobre la base de empréstitos que
tenían como garantía el guano de las islas. Fue
asesinado el 26 de julio de 1872 en el cuartel
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de San Francisco por los coroneles hermanos
Gutiérrez, quienes se habían amotinado al
conocerse como ganador de las elecciones
presidenciales al civil Manuel Pardo.
una misma clase, pero de distinto calibre, o bien
de diferente orden.
Que ocasionando el proyectil profundas lesiones
patológicas en los órganos más importantes
para la vida del hombre como son los pulmones,
hígado y estómago, a la vez que hemorragias
activas y fracturas irregulares y múltiples en los
huesos principales de la cara, clavícula izquierda,
húmero derecho, del antebrazo izquierdo y
costillas; la muerte ha debido ser la consecuencia
fatal inmediata.
 Y que se adjuntan al presente certicado
dos proyectiles extraídos al cadáver durante la
operación de embalsamamiento por los doctores
José Julián Bravo, José María Macedo, Francisco
Rosas, Leonardo Villar, Rafael Grau, Manuel
Adolfo Olaechea, Ezequiel Miranda; y para que
 constermanelpresente.
Lima, julio 29 de 1872. Manuel Olaechea, Tomás
Salazar.
maNuel pardo y lavalle (1834-1878)
De izquierda a derecha: Tomás, Silvestre y Marceliano Gutiérrez.
El diario El Nacional narró lo siguiente:
Publicamos en seguida las conclusiones del
informe de los médicos de policía encargados por
la autoridad de reconocer el cadáver del
expresidente Balta.
Que el cadáver tiene 11 heridas, que presentan
caracteres anatómicos de origen contuso, y que
han dado margen a grandes desórdenes movidos
(sic) por interesar varios órganos y regiones del
cuerpo.
Que atendiendo a la formal situación, dirección
y más que todo a la naturaleza de las alteraciones
anatomo patológicas, que presentan las
mencionadas heridas: diez de estas son
practicadas con armas de fuego, y la otra es
resultado de la acción de un instrumento
punzante y cortante.
Que la disposición anatómica de las heridas
 maniesta evidentemente que el proyectil ha
sido descargado por mano extraña y a boca de
jarro.
Que presentan las heridas de armas de fuego
dos diámetros diversos: dichas armas, o son de
El 16 de noviembre de 1878, el presidente del
Senado Manuel Pardo y Lavalle, hijo de Felipe
Pardo y Aliaga y de Petronila Lavalle, fue
Manuel Pardo y Lavalle
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asesinado por el sargento Melchor Montoya,
integrante del batallón Pichincha, cuando
había ingresado al local del Parlamento.
Don Manuel González Prada en su libro Figuras
y gurones, dijo que en Lima “se convino en
asegurar que algunas personas honorables
habían cargado el rie de Montoya”.
embalsamaron el cadáver del señor Pardo. La
operación comenzó a las 5 de la tarde y terminó
a las 9 menos un cuarto de la noche. Los líquidos
necesarios fueron preparados por el farmacéutico
señor Grec.
Hecha la autopsia se ha visto que el proyectil
penetró por la parte posterior del tronco, casi
al nivel de la escápula (paletilla) fracturando las
costillas 4ª y 5ª en su parte posterior, y 2ª y
3ª, en la anterior. El pulmón izquierdo estaba
atravesado. El corazón había sido tocado. En
la cavidad del pulmón interesado se encontró
una cantidad de dos litros aproximadamente
de sangre. El embalsamamiento fue hecho por un
sistema mixto.
Después del examen hecho para el
embalsamamiento, se observó lo siguiente:
todos los órganos internos se encontraban en
el más perfecto desarrollo, sin que se notara en
los pulmones nada que manifestara haber estado
enfermo con tubérculos, como se creyó alguna
vez y por cuya razón tuvo que ir al clima de
Jauja.
El hígado ligeramente congestionado, presentaba
en la sustancia parenquimatosa, ligeros quistes.
El corazón y las demás vísceras en completa
sanidad, de tal modo que el señor Pardo ha podido
vivir muchos años, si la mano de un criminal no
hubiera cortado el hilo de tan preciosa existencia.
Los órganos interesados por el plomo homicida
han sido la paletilla izquierda, (escápula), las
costillas 4ª 2ª y 1ª considerando la marcha del
proyectil de atrás hacia adelante y de abajo arriba;
el lóbulo superior del pulmón izquierdo y algunos
vacíos de poca importancia. La lesión del pulmón,
que dio lugar a una abundantísima hemorragia,
fue la causa inmediata de la muerte.
Uno de los médicos que practicaron la autopsia,
nos dice que si el proyectil con que fue herido el
El motivo: se estaba discutiendo una ley que
impediría el ascenso de las clases a ociales.
Fue presidente de la República de 1872 a
1876. Manuel Pardo había nacido en Lima
el 9 de agosto en 1834, estudió en Chile y
posteriormente en el colegio de Guadalupe,
y nalmente en el Convictorio de San Carlos,
que dirigía Bartolomé Herrera. Casado con
Mariana Barreda Osma, su hijo José llegaría
como él a la primera magistratura del país.
Melchor Montoya, el sicario, solo fue la mano
ejecutora.
El diario El Comercio del 16 de noviembre de
1878, en su edición de la tarde, se expresó en
los siguientes términos:
Los señores doctores Mariano Macedo, Vélez,
Villar, Olaechea, Sánchez Concha y Fernández
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 señorPardonohubierasidoderieComblay,tal
vez se habría podido salvar la vida.
luis m. sáNchez cerro (1889-1933)
Luis Alayza y Paz Soldán, quien lo conoció,
decía que era pequeño y oscuro como una pastilla
de Evans. Había nacido en San Miguel de Piura
el 12 de agosto de 1889 pero estaba destinado
a vivir poco. Asumió la conducción del país
el 8 de diciembre de 1931 a los 44 años y fue
asesinado por un fanático en el hipódromo de
Santa Beatriz, el 30 de abril de 1933.
El mandatario había sido un personaje popular.
En el ejército se le conocía como El negro; el
pueblo, que lo apoyó en las elecciones y le
dio 152 000 votos lo llamaba cariñosamente El
collota, por faltarle el dedo índice de la mano
derecha que perdió el 4 de febrero de 1914.
descubierto que tenía asignado, en el que
acostumbraba desplazarse y, para evitar que
alguien fuese atropellado, dio orden de que
avanzara lentamente.
En el asiento delantero iba el jefe de la Casa
Militar coronel Antonio Rodríguez y el edecán
mayor Eleazar Atencio. Sánchez Cerro,
acomodado en el asiento de atrás, estaba
acompañado por José Matías Manzanilla,
ministro de Relaciones Exteriores y, a la vez,
presidente del Consejo de Ministros. Los seguía
un auto con cuatro ociales: un comandante,
un mayor y dos capitanes.
El parte de la Octava Comisaria dice: “Que
de la muchedumbre estacionada a ambos
costados de la salida del hipódromo, surgió
un individuo en actitud de aplaudir, como lo
hacía la mayoría del público”. Los soldados de
la Guardia Republicana ante esta actitud, “lo
dejaron surgir”. Corrió hacia la parte posterior
del auto presidencial, se agarró a él con la
mano izquierda y con la derecha comenzó a
disparar. De nada sirvió su custodia porque
resultó insólitamente inútil. Quien había
disparado era un peruano del Perú profundo,
“bajo, mestizo, vestido de azul, mal trajeado,
sin chaleco y una camisa a rayas” le fue fácil
escurrirse entre policías y detectives y matarlo.
Conducido al Hospital Italiano, situado en
la cuadra once de la avenida Abancay, fue
asistido por los doctores Juan Luis Rao,
Ernesto Delgado Gutiérrez y Teólo Rocha.
Después se unieron a ellos los también médicos
Carlos Monge, Juan José Mostajo y Carlos
Brignardello.
A pesar de todos los esfuerzos realizados, el
general Sánchez Cerro falleció. A su lado estuvo
sor Eugenia hasta el instante nal de su deceso.
Ese mismo día el Congreso Constituyente
nombró presidente de la República al general
Óscar R. Benavides.
Luis M. Sánchez Cerro
Después del desle de movilizables, realizado
en medio de un gran fervor patriótico, el
presidente y su comitiva pasaron a un salón.
Media hora después, a la una y quince de
la tarde, se retiró en el auto Hispano Suiza
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El protocolo de necropsia decía lo siguiente:
Que esta muerte violenta fue debida a dos heridas
por arma de fuego, perforante una del tórax y la otra
penetrante de las cavidades torácica y abdominal”.
Suscribieron el documento los doctores José
Darío Torres, Guillermo Fernández Dávila,
Ángel Parodi Vaccaro, Fernando Wieland y
José María Herrera.
Parte del protocolo de autopsia de Lis M. Sánchez Cerro.
Luego de ser embalsamado por el doctor
Fernández Dávila, se hicieron cargo de él los
miembros de la Casa Militar. “El corazón -dice
el mismo documento-, fue colocado en un frasco
especial y entregado al mayor Solari”.
De la instrucción que se abrió a propósito de este
suceso que conmocionó al país, el mayor juez
instructor de la Corte Marcial, en el documento
que dirigió al coronel presidente de ese
organismo, le expresó que había habido “delito
de negligencia”. Estaba comprobado que para el
resguardo del jefe de Estado se disponía de: a)
Brigada presidencial a cargo de un teniente al
mando de 33 hombres; b) Inspección general
de Investigación y Vigilancia, “con un efectivo de
130 hombres”; y c) Sección de Orden Público, “a
órdenes del señor prefecto del departamento,
que tiene 25 hombres a disposición de don
Damián Mústiga”.
Y, expresó algo que es históricamente cierto:
la muerte de este criminal oscurece el sumario”.
El desconcierto fue tan grande que los
guardias republicanos y los edecanes, todos
ellos inseguros, sin dominio de sus nervios,
profesionalmente incapaces, empezaron
a disparar a tontas y a locas, de manera
irresponsable. El asesino trató de huir, pero
fue atravesado por la bayoneta del soldado
Teodoro Rodríguez, miembro de la Guardia
Republicana, quien murió de un balazo
en la cabeza, disparado por sus propios
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compañeros. Se estableció que al mandatario
trece proyectiles le causaron 20 heridas. Así
quedó, convenientemente, difunto.
A nadie se le ocurrió que el atacante debía
ser apresado con vida para ser interrogado.
Fueron heridos un alférez, un sargento, y tres
soldados, quienes tuvieron que ser evacuados
al hospital militar de San Bartolomé.
La policía y los periódicos dieron a conocer
que el asesino se llamaba Abelardo Mendoza
Leyva. Según el informe del Cuerpo de
Investigación y Vigilancia, era de Cerro de
Pasco, radicó en Lima desde niño, vivió en
la calle de Malambo en la casa de Antonio
Martino, como doméstico, y en la misma
condición, durante tres años, a órdenes de José
Balestra.
A los 14 años de edad fue mozo en el bar Piñita,
situado en la Calle del Serrano (octava cuadra
del jirón Camaná y La Colmena), pero sus
robos de dinero le hicieron perder el empleo
y fue así como se dirigió a La Punta donde
encontró colocación en el hotel Ribera Palace.
De nuevo en Lima, la dueña de una fonda
de la calle Huáscar número 281, del barrio
de Surquillo, al notar que a diferencia de los
demás parroquianos pedía un solo plato, lo
hizo llamar con uno de sus mozos. Y confesó
que estaba sin trabajo. Como tenía vacante el
puesto de cocinero, la señora se lo ofreció.
Fotografía del asesino de Luis M. Sánchez
Cerro.
Desde el 24 de abril de 1933 había sido vendedor
ambulante de la empresa D› Onofrio, en su
afán de mejorar su situación. Vivía en Casma
240, una transversal de la 2ª cuadra del jirón
Trujillo en el Rímac.
El arma utilizada por el asesino no pudo ser
hallada en el lugar del crimen. Fue recogida
por el ciudadano Ángel Millán Ramos, quien
de esa manera se complicó la vida. La encontró
en el suelo. Era uno de los espectadores
cercanos al auto del presidente, la guardó en
uno de sus bolsillos y se retiró a su domicilio.
Al día siguiente viajó a Huancayo, mientras en
la Brigada de Investigaciones se preguntaban
dónde estaba el “cuerpo del delito”.
El revólver no lo hubiesen encontrado nunca si la
conviviente de Millán, de nombre Eva Sánchez
Rivero, no comunicaba a la policía lo que su
pareja le conara. Se trataba de una pistola
Browing número 352872, calibre 7.65, que
Autógrafa de Abelardo Mendoza.
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sólo así pudo ser remitida a Lima. Estuvieron
detenidas 19 personas, unas sospechosas
de complicidad y otras en condición de
encubridoras. Sufrieron mucho porque fueron
sometidas a largos interrogatorios. A ninguna
se le encontró culpabilidad y tuvieron que ser
dejadas libres.
El doctor Enrique Camprubí declaró a los
periódicos que él y el doctor Carlos Melzi
comprobaron que Graña había dejado de existir
minutos antes, luego de llegar al nosocomio,
y que el cadáver presentaba “cinco heridas
de bala, todas en el lado izquierdo: una en el
cuello, una en el hombro, dos en el codo y la
restante en el anco izquierdo”.
Sus atacantes huyeron en un automóvil marca
Buick. Sin embargo, la policía se mostró
extrañamente lenta en la investigación, y hubo
que contratar, en desmedro de la imagen de la
policía peruana, a un investigador extranjero.
Pistola Browning con que fue asesinado Luis M.
Sánchez Cerro.
FraNcisco Graña GarlaNd (1902-1947)
Durante el cogobierno de José Luis Bustamante
y Rivero con el Partido Aprista (1945-1948) se
trató de otorgarle a la International Petroleum
Company “una concesión perpetua de derecho
de perforación petrolera en el desierto norteño
de Sechura”, (Alfonso Quiroz en su libro La
corrupción en el Perú en el Perú, 2013).
Graña, mediante el diario La Prensa se opuso
rmemente con argumentos que le ganaron
seguidores. No imaginó, no pudo imaginar,
no obstante su experiencia política, que había
rmado su sentencia de muerte.
En la noche del 7 de enero de 1947 cuando
salía del laboratorio Sanitas fue derrumbado
a balazos y, aunque lo auxilió y lo condujo al
Hospital Italiano el personal de la empresa, no
se pudo salvarle la vida.
Fueron detenidos Manuel López Obeso,
Alfredo Tello, y Héctor Pretell. El alevoso
asesinato se transformó en un escándalo
político. Del autor intelectual no se sabía nada.
Leamos el protocolo de autopsia, en realidad
necropsia, que es el siguiente:
Morgue de Policía de Lima. Autopsia número
11,589. Fecha: 7 de enero de 1947. Edad: 47
años.
Juez: Cesáreo Vidalón.
A las 8 pm ingresó al Hospital Italiano el cadáver
del adulto Francisco Graña Garland, de 47 años
de edad, de sexo masculino, de raza blanca,
nacido en Lima, de profesión comerciante y de
estado casado.
Remitido por la Comisaría de Pueblo Libre
para investigar la causa de su muerte; habiéndose
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practicado la autopsia el día 7 a las 12 pm., en
presencia del señor Juez Instructor.
Datos referentes a la fecha y hecho de la muerte:
fue victimado con arma de fuego, según el parte
de policía.
Estatura: 1.80.
Constitución: buena.
Panículo adiposo abundante.
Masas musculares: bien desarrolladas.
Prendas de ropa que le cubrían: un pantalón beige
manchado de sangre en la parte anterior y
posterior, un calzoncillo blanco, un par de
medias blancas, un par de zapatos y dos sábanas
manchadas de sangre.
Objetos encontrados en los bolsillos: ninguno.
Signos cadavéricos: rigidez escasa.
Manchas cadavéricas: livideces en la parte
posterior.
Estado de los esfínteres: relajados.
Fenómenos oculares: opacidad corneal.
Grado de putrefacción nulo:
Fauna cadavérica: no hay.
Data de la muerte: 6 horas.
Piel trigueña.
Pelo: negro, lacio, escaso.
Cejas: negras.
Bigote: negro, recortado.
Barba: afeitada.
Ojos: parduzcos.
Párpados: normales.
Nariz: normal.
Fosas nasales: normales.
Labios: delgados.
Dientes: primer molar inferior izquierdo
platinado; los demás completos y bien cuidados.
Boca: normal.
Lengua: normal.
Ojos: livideces.
Conducto auditivo: normal.
Cerebro: no se abrió por haberlo ordenado el Juez
Instructor.
Pulmones: izquierdo manchado de sangre.
Páncreas: hay pero pálido, exangüe.
Apéndice: extirpado quirúrgicamente.
Vesícula biliar: normal.
Riñones: normales exangües al corte.
Vejiga: vacua.
Canal raquídeo: no se abrió.
Órganos genitales: normales.
Causa de la muerte: Heridas por arma de fuego
de pequeño calibre, cañón corto, penetrante el
cuello, tórax y abdomen, inferidos por mano
ajena.
Conclusiones:
1ª Que don Francisco Graña Garland, de 47
años de edad, falleció violentamente.
2ª La violencia de su muerte fue debida a heridas
por arma de fuego de pequeño calibre, penetrante
del cuello, abdomen y tórax.
3
a
Pero que las heridas descritas en 1º y 2º, en
primer y 2º lugar fueron las que le causaron la
muerte.
4º Que la herida del cuello determinó la ruptura
del paquete vascular nervioso del lado izquierdo,
con gran hemorragia externa e interna.
5º Que la herida descrita en 2º lugar, es de
dirección ascendente y el proyectil comprometió
el bazo, el lóbulo izquierdo del hígado, diafragma,
pericardio, ventrículo derecho el que perfora de
abajo hacia arriba, entra en la cavidad ventricular
y vuelve a perforar el corazón, en la pared
anterior de dicho ventrículo, para exteriorizarse
a nivel del espacio intercostal donde se encuentra.
6ª Que estas heridas eran de naturaleza mortal
inmediata y que por la ubicación y características
 de sus oricios de entrada por la dirección
seguida por los proyectiles y su ubicación al
término de su trayectoria, corresponden a
heridas inferidas por mano ajena, y a una
distancia mayor de 50 centímetros;
7º Que en el acto de la autopsia los proyectiles
fueron entregados al señor Juez Instructor de
turno, doctor Cesáreo Vidalón, que presenció la
autopsia.
Lima, 7 de enero de 1947.
Firmado, director. Firma ilegible.
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Con relación a la rma, el diario El Comercio
dijo que la autopsia había sido efectuada por el
doctor José Darío Torres, director de la Morgue.
Era un prestigioso médico legista especializado
en otorrinolaringología, ex alumno de San
Fernando, quien inició sus estudios en 1914.
En 1930 asumió la dirección de la Morgue.
Fue docente en la Universidad de San Marcos
y falleció el 4 de junio de 1959, “víctima de
una afección gástrica súbita”, según el diario
El Comercio del 5 de junio de 1959. El mismo
diario dijo que “pasó los 28 últimos años de
su vida prácticamente entre los cadáveres de
la morgue, donde desempeñaba el cargo de
director”. Era considerado el decano de los
médicos legistas.
edwiN elmore letts (1890-1925)
comentaba: “Días antes de que el general
Prado se retirase a Lima [26 de noviembre]
nombró una comisión compuesta del coronel
de artillería Arnaldo Panizo, el ingeniero
Teobaldo Eléspuru y del mayor Ugarteche
para llevar a cabo la defensa de la plaza por
su retaguardia o sea por tierra”. Soldados
chilenos a caballo del escuadrón Carabineros
de Yungay, sorprendieron al ingeniero Elmore
y al teniente Pedro Ureta en Chacalluta. Fue
hecho prisionero el 29 de mayo de 1880.
Esa es la historia del ingeniero Teodoro
Elmore, controvertida y dudosa, pero nunca
comprobada. De esa manera le dejó a su hijo
un legado de muerte.
Dos fueron los consejos de guerra en los que
la guarnición, representada por sus más altos
jefes a la cabeza del coronel Bolognesi, decidió
no rendir las armas, luchar hasta quemar el
último cartucho. El primer consejo se efectuó el
28 de mayo de 1880 y el segundo el 5 de junio.
En la colección documental de Pascual
Ahumada Moreno, Guerra del Pacíco (8
tomos), gura una carta del capitán Manuel
R. Barahona que dice: “Un ingeniero Elmore
era el que había dirigido el trabajo de minas
con que están rodeadas todas las trincheras
y parapetos. Por éste supimos todo lo que
necesitábamos para hacernos cargo de la
manera cómo estaban defendidos los fuertes.
Él eligió entre ser fusilado y hablar sin mentir”.
¿Por qué se expresó así? El coronel Pedro Lagos
en Arica dio la orden de fusilarlo si se negaba a
colaborar con información sobre los reductos;
pero el ingeniero se negó amparándose en el
Derecho Internacional. Pronto se convenció
que sus palabras carecían de valor ante los
vándalos chilenos, y se comportó como un
hombre de poco carácter y demostró al nal
que era un ojón, porque no asumió una
actitud rme cuando el coronel Lagos le exigió
que fuese al campo peruano y le trasmitiera al
Edwin Elmore Letts José Santos Chocano
El periodista y escritor Edwin Elmore Letts era
hijo del ingeniero Teodoro Elmore, quien el 7
de junio de 1880, en Arica, recibió la orden del
coronel Francisco Bolognesi de hacer volar el
Morro legendario con defensores e invasores.
El cableado eléctrico de baterías no funcionó
y los chilenos avanzaron por el Morro y la
ciudad sin temor alguno.
Le cargaron la culpa a Elmore y hubo razones
para que fuese así. Mariano Felipe Paz Soldán,
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coronel Bolognesi las exigencias de rendición
del jefe chileno. Bolognesi se negó a recibirlo.
No reconoció su carácter de parlamentario
precisamente por ser peruano y lo despidió
visiblemente indignado.
En la página 214 de su estudio sobre Arica,
escribe Gerardo Vargas:
“Cuando Bolognesi intentó hacer explotar
personalmente las minas de Elmore, exclamó:
traición, por no haber dado fuego ninguna de
ellas”. “También ingresó por Azapa en la tarde
del 6, sin ser advertido, el ingeniero Elmore,
enviado por Lagos para inducir a Bolognesi a que
aceptara la capitulación propuesta el día
anterior”.
Tan grave hecho histórico tendría muy
lamentables resonancias futuras. Lo utilizó,
malamente, el poeta José Santos Chocano contra
un hijo de Elmore, el joven intelectual Edwin
Elmore, en una polémica de 1925. Chocano
admirador de las tiranías organizadoras
lamentaba que en el Perú no hubiese habido un
gobierno como el de Juan Manuel de Rosas en
Argentina o de Diego Portales en Chile. Elmore
no estaba de acuerdo con esta forma de pensar.
A pesar de que hubo conversaciones e informes
entre los sobrevivientes, que ponían a salvo
su patriotismo y su comportamiento cívico
y militar, Chocano se atrevió a llamarlo por
teléfono y preguntarle:
- ¿Hablo con Edwin Elmore?
- Sí.
- ¿Con el hijo de Teodoro Elmore?
- Sí señor.
- ¡Ah! el hijo del traidor de Arica.
Debemos recordar lo que escribió Gerardo
Vargas en La batalla de Arica: 7 de junio de 1880
(publicada en 1921):
“Desde el primer día en que el coronel Bolognesi
se hizo cargo de la defensa de la plaza, se dedicó
a mejorar la defensa de ésta; tuvo por
colaboradores entusiastas en esta obra, al
ingeniero Teodoro Elmore”.
Entre Chocano y Elmore estaba anidado el
odio y el destino les tenía un presente trágico,
la ofrenda o regalo que nadie desea.
Elmore, impetuoso (y quizá arrebatado)
no quiso acudir al código del marqués de
Cabriñana, tan presente nombrado por los que
no querían exponerse a nada. Su mejor código
de honor eran sus puños. Chocano, un hombre
maduro en el lindero de la vejez, no aojó.
Limeño con mucha calle, se defendió como
pudo, y sabiendo que tenía todas las de perder,
terminó el problema a balazos.
El diario El Comercio del domingo 1º de
noviembre de 1925, informó largamente sobre el
ataque de Chocano a Edwin Elmore. “Tenemos
el sentimiento de anunciar a nuestros lectores
que el hall principal El Comercio fue teatro ayer
de una lamentable y sangrienta escena, como
consecuencia de la cual se halla gravemente
herido el señor Edwin Elmore”.
Ese día, “minutos antes de las cinco de la
tarde”, se encontraron inesperadamente en
el citado periódico, y cómo entre ambos se
había originado el diálogo al que se ha hecho
referencia, se produjo la violencia.
“El señor Elmore sujetaba de la solapa, con la
mano izquierda, al señor Chocano, mientras
con la derecha le golpeaba el rostro”. El poeta
“logró desasirse de su contendor”, extrajo un
revólver de uno de los bolsillos y disparó.
Elmore cayó y Chocano fue desarmado.
El ocial jefe del cuartel 2º lo condujo a la
comisaría. El revólver era un Smith Wesson
calibre 38. El herido fue internado en el
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Hospital Italiano y lo atendieron los doctores
Guillermo Gastañeta y José Bazzochi; después
se incorporaron otros profesionales, pero
falleció.
La necropsia fue realizada por los doctores
Américo Accinelli y Adrián Pastor. El informe
que suscribieron ambos galenos detalló:
“que las seis perforaciones del intestino estaban
cerradas; que había en la vejiga una ligera
herida, que todo el vientre presentaba huellas
de peritonitis generalizada, y que el proyectil se
encontraba incrustado en uno de los huesos de
la pelvis (ilíaco) presentando los demás órganos
las huellas peculiares a los procesos tóxicos”.
En junio de 1926 el Tribunal Correccional
condenó a Chocano a tres años de cárcel,
pero no obstante ser una sentencia benigna ni
siquiera la cumplió porque el Congreso cortó
el juicio el 10 de abril de 1927.
El tiempo que estuvo preso en el Hospital
Militar, no obstante su condición de civil,
lo utilizó para desde allí editar el periódico
La Hoguera y así herir y burlarse de todo el
mundo. Colaboró con él la periodista Ángela
Ramos. Su abogado Carlos Dulanto, no estuvo
de acuerdo con el fallo y, como recuerda Luis
Alberto Sánchez, interpuso un recurso de
nulidad. Causó indignación que el Congreso
ordenase cortar el juicio y de esa manera el reo
abandonó su cárcel dorada desde el 10 de abril
de 1927.
Su presencia en el país era insoportable. Ya no
le quedaban amigos ni protectores. Leguía,
en su calidad de presidente ya no atendía sus
llamadas. En cambio, lo odiaban muchísimos
peruanos y lo calicaban de indigno. En
octubre de 1928 abandonó el país, pero lo
abandonó como un réprobo y la gente fue
olvidándolo.
Durante su estancia en Chile, sin el apoyo ocial
de ningún gobierno, su vida se transformó
en un inerno. La miseria lo agolletó. Fue
asesinado por Martín Bruce Padilla. Este lo
mató a cuchilladas el 13 de diciembre de 1934
en un tranvía. Bruce era un enfermo mental
con quien Chocano equivocadamente había
iniciado la búsqueda de un presunto tesoro en
una calle de Santiago.
Vivía el poeta en una casa pequeña de la calle
Eduardo Llanos. Su pobreza era extremada,
según la comprobación que hizo Luis Alberto
Sánchez.
Es necesario decir algo. Durante la batalla
de Arica Elmore había sido hecho prisionero
el 29 de mayo de 1880. El capitán de navío
chileno Pedro Lagos declaro al Eco de Tacna
en junio de 1880, reriéndose a Elmore: “Me
es verdaderamente doloroso que se imputen
a dicho señor actos de indencia a su patria
y de cobardía. Me hago un deber declarar
aquí que el ingeniero mencionado fue parco y
categórico en sus respuestas, prohibiéndome
mi propia delicadeza y el respeto a la dignidad
ajena, arrastrar al señor Elmore a revelaciones,
que cualquiera que hubieran sido, en nada
hubieran cambiado mi modo de proceder en
todo lo que se relaciona con el asalto de Arica
(Paz Soldán, MF; 1883).
Nota del editor
Se espera que la lectura de este artículo sirva para la
meditación y, de estar interesado en hecho alguno de lo
relatado, sea el germen de una búsqueda posterior.