Acta Herediana vol. 63, N° 1, enero 2020 - junio 2020
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En 1541, San Ignacio de Loyola (n.1491-m.1556)
acogió este monograma en su sello de superior
de la Compañía de Jesús, convirtiéndolo en
el emblema de los jesuitas, orden religiosa
aprobada por el papa Paulo III mediante
la bula del 27 de setiembre de 1540, que luego
llegaría al virreinato del Perú bajo el gobierno
de San Francisco de Borja, su tercer Superior
General, desembarcando en el puerto del
Callao el 28 de marzo de 1568 con la misión
de fundar la primera provincia jesuítica en
territorio hispanoamericano (21, 22).
Por ello estimamos que el monograma del
reverso de la medalla corresponde a la
Compañía de Jesús y por tanto es muy probable
que haya pertenecido a uno de sus miembros
en el Perú, confeccionándose una por una, en
un número indeterminado, durante la época
de la consagración de la Catedral de Lima.
Por entonces era una práctica común entre los
sacerdotes, llevar consigo medallas de carácter
religioso no conmemorativo, fabricadas en
España u otros países europeos, las cuales eran
tomadas entre las manos o besadas durante
los rezos y otros ritos cristianos. En este caso
lo insólito era el carácter conmemorativo del
ejemplar que hemos descrito.
Aunque los jesuitas alcanzaron gran inuencia,
poder y riqueza en las colonias hispanas
de América, serían acusados de incitar el
tumulto popular sucedido en Madrid en
1766, y de pretender convertir al Paraguay en
un reino independiente de la Corona, por lo
que Carlos III ordenó su expulsión mediante
la pragmática del 2 de abril de 1767 que se
comunicó sigilosamente a los virreyes y
capitanes generales de sus colonias, quienes
la ejecutaron casi simultáneamente tiempo
después. (21)
La consagración de la Catedral de Lima fue
la última actividad relevante del arzobispo
López de Ocampo, quien poco después
partió en visita pastoral rumbo al norte del
virreinato, falleciendo inesperadamente en el
pueblo de Recuay, en la provincia de Huaylas,
a la medianoche del miércoles 16 de diciembre
de 1626. (23) Según Mendiburu, al parecer
fue asesinado por un cacique de la zona en
venganza porque el prelado lo había separado
de su concubina. (6) Se le enterró el lunes 21 en
el pavimento del altar mayor de la iglesia de
aquel lugar. (23)
EPÍLOGO
El hallazgo de una rara medalla colonial
peruana del siglo XVII despertó el interés por
conocer las primeras décadas de la turbulenta
existencia de la Catedral de Lima, ello implica
que el descubrimiento de otros ejemplares
virreinales puede constituir una fuente de
información inédita y un gran estímulo para
investigar otros hechos olvidados para la gran
mayoría de peruanos, y que sólo están a la
espera que los estudiosos los descubran.
referenCias bibLiográfiCas
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