Acta Herediana vol. 62, N° 1, enero 2020 - junio 2020
La ConsagraCión de La
CatedraL de Lima a través
de una rara medaLLa
Conmemorativa, 1625
The Consecration of the Cathedral of Lima Through a rare
Commemorative Medal, 1625
Ricardo Álvarez-Carrasco
1
1 Instituto Nacional Materno Perinatal, Lima. Asociación de
Historia de la Medicina Peruana y Parques Conmemorativos.
Prosecretario de la Academia Panamericana de Historia de la
Medicina.
resumen
El objeto de la presente investigación es la descripción del devenir
histórico de la Basílica Catedral Metropolitana de Lima durante
sus primeros noventa años de existencia, entre 1535 y 1625, es
decir desde su primera fundación hasta el acto de consagración, a
propósito del hallazgo de una rara medalla que conmemoraba este
último acto.
Palabras claves: Catedral, Lima, virreinato, Perú, numismática,
siglo XVI.
abstraCt
The purpose of the present investigation is the description of
the historical evolution of the Metropolitan Cathedral Basilica of
Lima during its rst ninety years of existence, between 1535 and
1625, that is, from its rst foundation until the act of consecration,
regarding the nding of a rare medal commemorating this last act.
Keywords: Lima, cathedral, viceroyalty, Peru, numismatics, 16th
century.
L
a Basílica Catedral de Lima es uno de los
principales edicios de la ciudad, siendo
además una de las construcciones más
antiguas que existen hoy en día; sin embargo,
su actual arquitectura es el producto nal de
un turbulento proceso que se extendió por
muchos años.
Primera CatedraL (1535-1543)
La primitiva catedral fue establecida el lunes
18 de enero de 1535, el mismo día que se
fundó la ciudad, cuando Francisco Pizarro le
asignó un solar en la Plaza Mayor, al igual que
a la casa de gobierno y el cabildo. Además,
el conquistador mandó a trazar las calles que
circundarían el centro original de la ciudad,
zona que con el transcurrir de los años se
denominaría el Damero de Pizarro. (1)
La fábrica de la primera iglesia fue
decididamente estrecha y modesta, incluso
el obispo de Panamá Tomás de Berlanga,
con motivo de su visita a Lima, le reprochó
a Pizarro tal situación, quien prometió
remediarla prontamente pero la muerte le
impidió cumplir su ofrecimiento. (1)
segunda CatedraL (1543-1572)
En 1543, al erigirse la sede episcopal de Lima,
su primer obispo Jerónimo de Loayza ordenó
la demolición de la iglesia erigida por Pizarro
y en su lugar se construyó una más amplia y de
mejor calidad, capaz de sustentar con mayor
decencia su dignidad de catedral. (1) Este
templo se terminó en 1551, bajo la advocación
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y patronazgo de San Juan Evangelista pero
sus mejoras no agradaron a Loayza quien,
secundado por el cabildo, el gobernador Lope
García de Castro y los vecinos más notables de
la ciudad, resolvió edicar una nueva iglesia
que estuviera a la altura de las catedrales de
España. (1)
terCera CatedraL (1572-2020)
En 1564, cuando el cabildo discutía la
ubicación y orientación de la futura catedral,
se nombró a Alonso Beltrán como maestro
mayor encargado de construirla, quien levantó
los planos ajustándose a las características de
la Catedral Metropolitana de Sevilla, aunque
con dimensiones menores (1). Sin embargo,
su orientación espacial no se denió por largo
tiempo, ya que los pareceres eran muy diversos,
siendo el virrey Francisco de Toledo quien
dispuso se construyera con dirección al oriente
y que las casas arzobispales, que se habían de
tomar para la obra, se edicaran en el sitio de
la antigua cárcel, lugar que actualmente ocupa
el Museo del Palacio Arzobispal.(2)
En 1572, Jerónimo de Loayza colocó la primera
piedra de la tercera catedral aunque no llegó
a verla concluida pues falleció en octubre de
1575. (2) El término del gobierno de Toledo
constituyó un importante revés para el avance
de las obras ya que sus sucesores carecieron de
la resolución y el ingenio para continuarlas. (1)
La falta de dinero no sólo paralizó la
construcción, además las autoridades
decidieron derribar todo lo edicado y reanudar
los trabajos con los mismos fundamentos pero
con materiales menos costosos, de tal suerte
que la ejecución ofreciera menos dicultades,
se hiciera más rápidamente y se tuviera la
garantía de concluirla exitosamente. (1)
Al nalizar el gobierno del virrey García de
Mendoza, todo lo avanzado se había demolido
y sólo perduraban una parte de los cimientos
a or de tierra. (1) En 1596, cuando Luís de
Velasco se hizo cargo del virreinato, se ordenó
construir los muros y pilares con cal y ladrillo,
sobre bases de cantería, con la suciente
solidez para soportar el peso de las bóvedas;
las obras se reanudaron en 1598 y alcanzaron
una rapidez inusitada bajo la atenta vigilancia
del virrey. (1)
En 1604 estaba terminado alrededor de la
mitad del edicio, ello permitió instalar un
altar, donde el obispo Toribio de Mogrovejo
celebró una misa por la esta de la Puricación
de Nuestra Señora, el 2 de febrero de aquel
año, evento que dejó muy satisfecho al virrey,
cuyos desvelos se vieron coronados aunque
sea parcialmente. (1). El conde de Monterrey,
sucesor de Velasco, no puso mayor empeño en
el asunto y los avances fueron muy modestos
en aquel período (2); para colmo de males,
en 1609, durante el gobierno del marqués de
Montesclaros, Lima fue asolada por un sismo
de gran intensidad, que produjo graves daños
en el templo inconcluso, en particular en sus
bóvedas. (1)
Luego de largas discusiones y varios
dictámenes, se decidió derribar las bóvedas
mayores y modicar parte de los planos para
evitar que sucedieran averías semejantes en
el futuro; sin embargo, ello no evitaría que la
dañaran gravemente los terremotos de 1687 y
1746 (2,3). Los trabajos se reanudaron durante
el gobierno del príncipe de Esquilache, en
la época en que la sede arzobispal de Lima
la ocupaba Bartolomé de Lobo Guerrero, y
se ajustaron a lo dispuesto por el Supremo
Consejo de las Indias; es decir, se fueron
volteando los arcos y cerrando las bóvedas en
crucería. (1)
En 1622 quedaron habilitadas la capilla y
el retablo mayor, ubicándose el coro de los
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capitulares al principio de la nave central y,
gracias a ello, el 15 de agosto de aquel año
se celebró la Asunción de Nuestra Señora.
(2) Al cabo de cincuenta años del inicio de la
construcción del tercer edicio de la catedral,
los vecinos de la ciudad al n podían vislumbrar
el término de la misma, aunque sólo de puertas
para adentro porque las portadas y las torres
aún estaban por edicarse. (1)
Poco después, Pedro de Noguera, un
distinguido artíce catalán, comenzó a labrar
la portada principal al estilo del renacimiento
italiano, por entonces denominado toscano
(2), y con ese propósito se adoptó los dibujos
del maestro Juan Martínez de Arrona (3), y se
empleó la piedra de Panamá como principal
material. (1)
Noguera era natural de Barcelona, aunque fue
en Sevilla donde se inició en la arquitectura y
el tallado, en una época en la que aún se dejaba
sentir el inujo de Pietro Torrigiano, notable
émulo de Miguel Ángel. (4) Vino al Perú en
los primeros años del siglo XVII, contrayendo
matrimonio con la dama limeña Úrsula de
Bonifaz, el 30 de diciembre de 1621, y luego de
una fructífera labor artística falleció alrededor
de 1655. (4)
El levantamiento de las torres se emprendió
a continuación, alcanzando una altura de
120 pies castellanos -poco más de 33 metros-;
sin embargo, resultaron defectuosas ya que
no guardaban la debida proporción con su
volumen. Domingo Angulo reere que dicho
desperfecto fue solucionado por los sismos
que asolaron la ciudad, ya que sólo dejaron en
pie sus bases que eran lo único que valía. (1)
El 20 de abril de 1625 hizo su entrada pública
Gonzalo López de Ocampo, cuarto arzobispo
de Lima (Figura 1), quien al conocer que nuestra
catedral aún no estaba consagrada decidió
cumplir con ese rito el domingo 19 de octubre
de aquel año, en una ceremonia principió entre
las siete y ocho de la mañana y duró hasta
las cuatro y media de la tarde. (1,3,5) Según
Mendiburu, aquel día “se derramaron muchas
monedas de plata que se acuñaron con las armas
del Rey y de esta iglesia”, aseveración con la que
concuerda Palma, quien, a nes del siglo XIX,
refería que “aún existen medallas de plata que se
acuñaron para conmemorar el acto” , aunque no
las describió. (6,7)
Figura 1. Gonzalo López de Ocampo, arzobispo de
Lima, 1623 a 1626. Dibujo de Fabbri publicado en el
libro Galería de retratos de los gobernadores y virreyes del
Perú (1532-1824) de Domingo de Vivero y José Antonio
Lavalle, Lima 1891.
Portal nos legó una extensa descripción de la
ceremonia, basándose en una narración de la
época:
“Al toque del alba, las campanas de las iglesias
dieron la señal para que la nobleza saliese de sus
casas, y los estruendos del cañón fueron recibidos
por la música de viento. En el cementerio de la
Catedral se veían dos magnícos solios destinados
al Sr. Virrey y al Revdmo. Arzobispo, y estos los
ocuparon a las seis de la mañana. Las puertas se
hallaban cerradas y custodiadas por la tropa, para
alejar el gran concurso”. (8)
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“A la hora dicha, comenzaron las ceremonias, y el
Iltmo. Sr. Arzobispo, después de bendecir el agua,
comenzó a hisopear por la parte de afuera la iglesia
y cementerio. Después de esto, tocó con el báculo
la puerta principal tres veces, entonando el Attolite
portas principes vestras, y le fue abierta por un
señor canónigo que se había situado en el interior”.
(8)
“Entró su Iltma. con algunos ministros revestidos
de capa magna, y comenzó la orquesta musical a
entonar el himno Veni Creator Spiritus, y después
las letanías. En el interior se había esparcido
del altar mayor al coro, en forma de cruz, ceniza
interpolada con arena, en la que escribió ó dibujó
el Sr. Arzobispo el abecedario griego, y después el
latino”. (8)
“Concluida esta operación, bendijo nuevamente
agua con sal, vino y ceniza para la consagración del
altar, que comenzó con el entonamiento del salmo
Deus in adjutonum, dio varias vueltas a la iglesia,
rociándola con la indicada agua, y después tomó el
Santo Óleo del Crisma, y ungió las doce cruces que
se habían puesto en las paredes del templo”. (8)
“La conclusión de estas ceremonias fue anunciada a
las dos de la tarde con un repique general y salva de
artillería; abriéndose las puertas del templo para que
entrasen el Virrey y el pueblo, con gran derroche de
monedas, ostentando las armas de la Iglesia y las de
Su Magestad Católica”. ( 8)
El virrey mencionado en este relato es Diego
Fernández de Córdova, primer marqués de
Guadalcazar, quien había entrado en Lima el
25 de julio de 1622, gobernando por seis años,
cinco meses y diecinueve días; y, nalmente,
entregó el mando al conde de Chinchón, el
14 de enero de 1629. (5) Para comprender la
importancia de esta ceremonia religiosa, se
le debe situar en el contexto de una sociedad
limeña aún pueblerina, eminentemente
católica y cuya vida discurría en el
oscurantismo. (9) Esto la convirtió en un hecho
único y extraordinario que merecía procurarle
el mayor realce y perennizarlo por los siglos
de los siglos, y ello propició la existencia de
medallas conmemorativas, tanto la referida
por Mendiburu como la que es objeto de esta
investigación. (6)
Figura 2. Catedral de Lima e iglesia del Sagrario, década de 1860. Grabado de Godard y Jardinet, París.
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La catedral se declaró concluida en 1649,
veinticuatro años después de su consagración
(gura 2); y, en 1924, al conmemorarse los 299
años de dicha consagración, fue elevada a la
categoría de Basílica por el papa Benedicto XV.
(8)
La medaLLa Por La ConsagraCión
de La CatedraL de Lima
Hace más de una década hallamos una
medalla colonial peruana que databa del siglo
XVII, que luego de prolijas investigaciones
concluimos era muy rara, se trataba de una
pieza que conmemoraba la consagración de la
Catedral de Lima, el domingo 19 de octubre
de 1625. Todos los numismáticos consultados
desconocían su existencia y al inspeccionarla
ninguno opinó contra su legitimidad;
además, se adquirió en circunstancias en las
que claramente no había afán de lucro, el
comerciante que la poseía carecía de mayor
conocimiento histórico y numismático pero
consideramos indispensable continuar nuestra
pesquisa documental en diversas fuentes
bibliográcas.
El ejemplar tiene un aspecto físico e
inscripciones que nos dan clara cuenta que se
trata de un emprendimiento particular y que
la hechura es artesanal, habiéndose grabado
sus leyendas mediante un punzón (Figura
3). Tamayo dene a las medallas artesanales
como aquellas no acuñadas en la Casa de
Moneda por medios mecánicos y que han sido
trabajadas a mano. (10)
Antes de 1760 fue excepcional la fabricación
de medallas en el Perú, ello no era exclusivo
de este virreinato, la acuñación de ese tipo de
ejemplares no se acostumbraba en España y sus
colonias, incluso para hechos tan trascendentes
como la ascensión al trono de los monarcas
hispanos. (11)
La Real Casa de Moneda de Lima se había
establecido el 21 de agosto de 1565 mediante
la Real Cédula dictada por Felipe II, en la
ciudad de Segovia (12,13), comenzando a
funcionar en marzo de 1568 (14), en un solar
adyacente al Palacio de los Virreyes (15). En
1574 se suspendió la acuñación en Lima, que se
trasladó íntegramente a Potosí, reiniciándose
en 1577, siendo nuevamente paralizada en
1592. (15)
Los escandalosos fraudes ocurridos en la Real
Casa de Moneda de Potosí convencieron a
Figura 3. Anverso y reverso de la medalla por la consagración de la Catedral de Lima.
Domingo, 19 de octubre de 1625. Colección personal.
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Carlos II para que emitiera una Real Cédula en
1683 que ordenó la reapertura denitiva de la
ceca de Lima (13,14,16).
En 1760, el virrey José Manso de Velasco,
conde de Superunda, ordenó la acuñación de
la primera medalla peruana que conmemoró
la jura de delidad a un monarca hispano, en
este caso la que se realizó en Lima en honor a
Carlos III (17), que se fabricó con la máquina
volante llamada San Andrés Apóstol, llegada
en 1751 (18), y fue grabada por el artista
mexicano José Rivero de Zúñiga, por entonces
talla mayor de la ceca limeña. (16)
Entre las medallas que celebraron la jura
de delidad a los reyes españoles hay dos
ejemplos de hechura artesanal, la de Carlos IV
en Paucartambo -1790- y la de Fernando VII
en Arequipa -esta no contiene la fecha, pero
está documentado que la ceremonia se llevó a
cabo en 1809. (10,19) Las medallas coloniales
sobre temas diferentes a la exaltación de
tales monarcas se pueden considerar raras, y
aquellas fabricadas por fuera de la ceca limeña
aún más exóticas.
La medalla objeto de esta investigación es de
plata aunque no hemos denido su ley en no,
tiene un diámetro de 27 milímetros, un peso
de 5,7 gramos, el cospel posee un espesor de
alrededor de 1 milímetro, los bordes son algo
irregulares, y el canto es liso. Carece de una
marca o inicial que identique a su grabador,
y presenta un oricio de aproximadamente 2
milímetros de diámetro, practicado en forma
artesanal, seguramente con el propósito de
colgarla al cuello.
Tiene estampada en el centro del anverso,
una puerta de dos hojas, que suponemos es la
principal de la Catedral de Lima, la cual está
rodeada por la inscripción latina, incusa y
semicircular “PHI:REX IV” -Rey Felipe IV- a la
izquierda, y a la derecha “FUNDAVIT LIMA”
-Fundada en Lima-. Esta leyenda denota que
al momento de la consagración catedralicia, el
rey de España era Felipe IV (n.1605–m.1665),
quien ascendió al trono el 31 de marzo de 1621,
cuando apenas tenía 16 años, y reinó por más
de cuatro décadas, falleciendo de disentería a
los 60 años de edad. (5)
El centro del reverso está dominado por la
inscripción “IHS”, epígrafe formado por letras
entrelazadas que originalmente abreviaban el
nombre de Jesucristo, a las que posteriormente
se dio el signicado Iesus Hominum Salvator
-Jesús salvador de la humanidad-. De la letra
central del epígrafe emerge una cruz, y debajo
de este conjunto aparece un pequeño corazón
del cual surgen tres saetas con las puntas
hacia arriba, esta alegoría está rodeada por la
inscripción incusa circular “OTU 19 DE 1625”
-Octubre 19 de 1625 -.
Es evidente que esta medalla no es la descrita
por Mendiburu, quien arma que aquel día
se repartieron unos ejemplares acuñados “con
las armas del Rey y de esta iglesia”. (6) Por su
parte San Cristóbal maniesta: “Alguna vez fue
el que estas noticias historiales redactan poseedor
de una de las medallas de plata que se acuñaran,
conmemorativas de la magníca esta. El disco de
la medalla era el de medio duro” ; sin embargo, no
abunda en su descripción. (20)
El epígrafe del reverso originalmente
fue adoptado por el religioso francés San
Bernardo de Claraval (n.1090-m.1153),
como representación de la divinidad en sí
mismo, más tarde lo utilizó Juan Colombini
(n.1304-m.1367), aristócrata italiano, quien
fundó la congregación de los clérigos
apostólicos de San Jerónimo y luego de su
muerte fue beaticado por Gregorio XIII.
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En 1541, San Ignacio de Loyola (n.1491-m.1556)
acogió este monograma en su sello de superior
de la Compañía de Jesús, convirtiéndolo en
el emblema de los jesuitas, orden religiosa
aprobada por el papa Paulo III mediante
la bula del 27 de setiembre de 1540, que luego
llegaría al virreinato del Perú bajo el gobierno
de San Francisco de Borja, su tercer Superior
General, desembarcando en el puerto del
Callao el 28 de marzo de 1568 con la misión
de fundar la primera provincia jesuítica en
territorio hispanoamericano (21, 22).
Por ello estimamos que el monograma del
reverso de la medalla corresponde a la
Compañía de Jesús y por tanto es muy probable
que haya pertenecido a uno de sus miembros
en el Perú, confeccionándose una por una, en
un número indeterminado, durante la época
de la consagración de la Catedral de Lima.
Por entonces era una práctica común entre los
sacerdotes, llevar consigo medallas de carácter
religioso no conmemorativo, fabricadas en
España u otros países europeos, las cuales eran
tomadas entre las manos o besadas durante
los rezos y otros ritos cristianos. En este caso
lo insólito era el carácter conmemorativo del
ejemplar que hemos descrito.
Aunque los jesuitas alcanzaron gran inuencia,
poder y riqueza en las colonias hispanas
de América, serían acusados de incitar el
tumulto popular sucedido en Madrid en
1766, y de pretender convertir al Paraguay en
un reino independiente de la Corona, por lo
que Carlos III ordenó su expulsión mediante
la pragmática del 2 de abril de 1767 que se
comunicó sigilosamente a los virreyes y
capitanes generales de sus colonias, quienes
la ejecutaron casi simultáneamente tiempo
después. (21)
La consagración de la Catedral de Lima fue
la última actividad relevante del arzobispo
López de Ocampo, quien poco después
partió en visita pastoral rumbo al norte del
virreinato, falleciendo inesperadamente en el
pueblo de Recuay, en la provincia de Huaylas,
a la medianoche del miércoles 16 de diciembre
de 1626. (23) Según Mendiburu, al parecer
fue asesinado por un cacique de la zona en
venganza porque el prelado lo había separado
de su concubina. (6) Se le enterró el lunes 21 en
el pavimento del altar mayor de la iglesia de
aquel lugar. (23)
EPÍLOGO
El hallazgo de una rara medalla colonial
peruana del siglo XVII despertó el interés por
conocer las primeras décadas de la turbulenta
existencia de la Catedral de Lima, ello implica
que el descubrimiento de otros ejemplares
virreinales puede constituir una fuente de
información inédita y un gran estímulo para
investigar otros hechos olvidados para la gran
mayoría de peruanos, y que sólo están a la
espera que los estudiosos los descubran.
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www.biblioteca.org.ar/libros/70680.pdf
CorresPondenCia:
ralvarezcarrasco@yahoo.com
Fecha de recepción: 14-01-2020.
Fecha de aceptación: 20-02-2020.