Acta Herediana vol. 62, N° 1, enero 2019 - junio 2019
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la clasicación racial colonial de zambo,
mulato, cuarterón quinterón, etc.; ahora, eran,
simplemente, “zambo”, “negro”, “moreno”,
“sacalagua”, “del pelo”. Y, para las otras
pieles había “chino”, “achinado”, “del ojo”; y,
“cholo”, “serrano”, “paisano”, “blanquiñoso”,
“blanquito”, etc. Estas denominaciones tenían
signicados que iban desde lo amical hasta
lo peyorativo, dependiendo del contexto de
cuándo y cómo se decían. Además, no siempre
los individuos se reconocían como tales y
muchas veces decían ser “blancos” antes que
“mestizos”. Por otro lado, el tener ancestros
en la ciudad capital o no tenerlos ya hacía
un distingo: “limeños” y “provincianos”.
Estos últimos eran “costeños”, “serranos” y
“chunchos” o “charapas” según su procedencia
de la costa, sierra y selva, respectivamente.
El criollismo era una forma de vida. El
trabajador, luego de la jornada laboral, se
reunía con sus amigos en casa de uno de
ellos, esto era alternante, en los callejones y
solares, para rasgar una guitarra, idealmente
una primera y una segunda, y una voz, lo que
era suciente para cantar los viejos valses y
los nuevos.
(11)
Las casas, casas de vecindad,
eran precarias en espacio y en los servicios
higiénicos, “callejón de un solo caño”.
(12)
Había
comida y se solía beber ron, que era la bebida
alcohólica de moda y por ser barata.
(13)
Muchas
veces estas reuniones terminaban después de
11 Para el vals, el cajón fue incorporado a nes de la década de
1940.
12 No existía una marcada segregación residencial. La “gente
decente” vivía en el centro de Lima pero también era común
la existencia de casas señoriales al costado de callejones en los
sectores aledaños, lo que era frecuente en el Cuartel Quinto de
la ciudad, que era el área denominada Barrios Altos. Lo de
“altos” se reere a que las viviendas estaban situadas en la
parte alta o elevada de la ciudad.
13 La producción del aguardiente de caña (“cañazo”) era mayor
que la del aguardiente de uva (pisco). El “cañazo” solía se
rebajado con agua gaseosa. El pisco también, así: “res” (pisco
quebranta con ginger ale, limón y hielo). Por otro lado, la “lija”
era un vino corriente (“rascabuche”) mezclado con agua
gaseosa. Pero, también se tomaba el pisco y el ron puros.
la medianoche y la idea era pasarla bien, no
emborracharse. Por supuesto que algunas
veces hubo excesos y esto fue lo que le dio
una pátina de bohemia a la jarana pero que en
realidad no lo fue, o lo fue parcialmente, por una
sencilla razón: en la mañana siguiente había
que trabajar. Por esto, repito, el criollismo fue
una forma de vida de la clase trabajadora, no
teniendo o habiendo muy pocas maneras para
distraerse de los agobios de la vida cotidiana.
Por otro lado, las clases alta y media, y la
popular también, se divertían con la música
de moda, la foránea, especialmente de la
norteamericana (fox trot, one step, charleston) y
el tango.
Se resalta la gura de Alejandro Ayarza
Morales, “Karamanduka” (1884-1955), militar
y compositor, quien fue un díscolo personaje
de la clase alta que con un grupo de congéneres
formó el grupo “La Palizada” y se dedicó a
disfrutar y, con ello, propalar la música criolla.
Su hermana, Mercedes Ayarza Morales (1881-
1969), fue una notable concertista de piano,
profesora de música y canto, compositora y
recopiladora del acervo criollo, como de los
“pregones”, entre otros.
Otro hecho importante de la época fue
cuando los intérpretes Eduardo Montes
Rivas y César Augusto Manrique fueron
invitados por la Columbia Phonograph &
Company a sus estudios en Nueva York,
EE.UU., a donde viajaron en noviembre
de 1911. Montes y Manrique hicieron 182
grabaciones: 31 marineras, 9 tonderos, 20
valses, 2 mazurkas, 7 polcas, 41 yaravíes, 31
tristes, 23 canciones y 8 piezas teatrales, más
10 piezas para bandas.
(14)
Por esta pequeña
proporción de valses grabados, algunos
autores consideran que Montes y Manrique no
fueron los verdaderos “Padres del criollismo”
14 Rohner, Fred. 2018:321-332.