Acta Herediana vol. 62, N° 1, enero 2020 - junio 2020
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terminar la carrera de medicina para plasmar
lo que realmente le atraía: la investigación,
el hacer ciencia. No fue mucho después,
que solicitó su traslado a la recién estrenada
Facultad de Ciencias y Humanidades, actual
Facultad de Ciencias y Filosofía.
Abraham se graduó de Bachiller en Ciencias
en el año 1969, y obtuvo una beca para realizar
estudios de doctorado en la Universidad de
Brandeis en los Estados Unidos de América.
Ahí, fue expuesto a una realidad distinta.
Sus profesores trabajaban a dedicación
exclusiva, es decir destinaban todo su tiempo
a la labor docente y de investigación, y se
contaba con gran cantidad de fondos de
investigación provenientes del estado y de
donativos. Todas las semanas se realizaban
conferencias, a cargo de profesores de
universidades y centros de investigación de
todo EEUU y de Europa. Además, debido a la
ubicación de Brandeis, Abraham pudo asistir
a conferencias en la Universidad de Harvard,
en el Instituto Tecnológico de Massachussets,
y en universidades como Boston y Tufts.
En 1972, aproximadamente a la mitad de su
período de estudios en Brandeis, obtuvo una
beca para asistir a un curso de tres meses
en los Laboratorios de Biología Marina
Woods Hole. Esta experiencia fue fabulosa
para Abraham, ya que pudo interactuar de
manera mucho más personal con cientícos
de renombre mundial.
En 1974 regresa al Perú y es nombrado
profesor a dedicación exclusiva en la Facultad
de Ciencias y Filosofía de la Universidad
Peruana Cayetano Heredia. Su objetivo central
era poder establecerse como investigador. Le
habían reservado un área de laboratorio, pero
ésta no cumplía con los requisitos necesarios.
Entonces, con nanciamiento obtenido
a través de familiares y amigos, logró
implementar el laboratorio con los equipos
que requería para realizar cultivos de células,
e incluso consiguió negociar un área mayor
de la que se le había asignado originalmente.
Obtener fondos de investigación era muy
difícil en ese tiempo, sobre todo de fuentes
locales. Tocó varias puertas a lo largo de 3 años
en nuestro país, pero no tuvo éxito. Luego,
apareció una gran oportunidad: el contacto
con la Fundación Internacional para la Ciencia
(IFS) basada en Estocolmo, Suecia, la cual
estaba enfocada en promover la investigación
original y el crecimiento cientíco en países
de medianos y bajos recursos. Para Abraham
fue decisivo el haber cruzado su camino con
ellos. Gracias a la IFS obtendría recursos para
continuar implementando su laboratorio e
investigar en productos naturales con función
cicatrizante a lo largo de aproximadamente 10
años. Un golpe de suerte inicial como él suele
decir, pero que indudablemente no podría
haberse consolidado en un nanciamiento a
largo plazo sin la calidad y la seriedad de su
trabajo.
Luego, entre las décadas de los 80 y 90,
Abraham tuvo la oportunidad de investigar
sobre el virus de sarampión con apoyo
de la Organización Mundial de la Salud,
las fundaciones Rockefeller y Kroc, los
Institutos Nacionales de Salud y la Agencia
para el Desarrollo Internacional de EEUU,
en colaboración con investigadores de las
Universidades Johns Hopkins y Alabama en
EEUU, y McGill en Canadá. Fue así que conoció
a Richard “Dick” Johnson, considerado el padre
de la neurovirología, un ser humano ejemplar
y amigo, experiencia que dejaría marca en
Abraham. Diane Grin, otra colaboradora en
el tema de sarampión, también mantendría
una amistad con Abraham a través de los años.
En la década de los 90 Abraham se asocia con
Walter Lewis de la Universidad Washington en
St. Louis, Missouri, obteniendo nanciamiento