Acta Herediana vol. 62, N° 1, enero 2020 - junio 2020
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y patronazgo de San Juan Evangelista pero
sus mejoras no agradaron a Loayza quien,
secundado por el cabildo, el gobernador Lope
García de Castro y los vecinos más notables de
la ciudad, resolvió edicar una nueva iglesia
que estuviera a la altura de las catedrales de
España. (1)
terCera CatedraL (1572-2020)
En 1564, cuando el cabildo discutía la
ubicación y orientación de la futura catedral,
se nombró a Alonso Beltrán como maestro
mayor encargado de construirla, quien levantó
los planos ajustándose a las características de
la Catedral Metropolitana de Sevilla, aunque
con dimensiones menores (1). Sin embargo,
su orientación espacial no se denió por largo
tiempo, ya que los pareceres eran muy diversos,
siendo el virrey Francisco de Toledo quien
dispuso se construyera con dirección al oriente
y que las casas arzobispales, que se habían de
tomar para la obra, se edicaran en el sitio de
la antigua cárcel, lugar que actualmente ocupa
el Museo del Palacio Arzobispal.(2)
En 1572, Jerónimo de Loayza colocó la primera
piedra de la tercera catedral aunque no llegó
a verla concluida pues falleció en octubre de
1575. (2) El término del gobierno de Toledo
constituyó un importante revés para el avance
de las obras ya que sus sucesores carecieron de
la resolución y el ingenio para continuarlas. (1)
La falta de dinero no sólo paralizó la
construcción, además las autoridades
decidieron derribar todo lo edicado y reanudar
los trabajos con los mismos fundamentos pero
con materiales menos costosos, de tal suerte
que la ejecución ofreciera menos dicultades,
se hiciera más rápidamente y se tuviera la
garantía de concluirla exitosamente. (1)
Al nalizar el gobierno del virrey García de
Mendoza, todo lo avanzado se había demolido
y sólo perduraban una parte de los cimientos
a or de tierra. (1) En 1596, cuando Luís de
Velasco se hizo cargo del virreinato, se ordenó
construir los muros y pilares con cal y ladrillo,
sobre bases de cantería, con la suciente
solidez para soportar el peso de las bóvedas;
las obras se reanudaron en 1598 y alcanzaron
una rapidez inusitada bajo la atenta vigilancia
del virrey. (1)
En 1604 estaba terminado alrededor de la
mitad del edicio, ello permitió instalar un
altar, donde el obispo Toribio de Mogrovejo
celebró una misa por la esta de la Puricación
de Nuestra Señora, el 2 de febrero de aquel
año, evento que dejó muy satisfecho al virrey,
cuyos desvelos se vieron coronados aunque
sea parcialmente. (1). El conde de Monterrey,
sucesor de Velasco, no puso mayor empeño en
el asunto y los avances fueron muy modestos
en aquel período (2); para colmo de males,
en 1609, durante el gobierno del marqués de
Montesclaros, Lima fue asolada por un sismo
de gran intensidad, que produjo graves daños
en el templo inconcluso, en particular en sus
bóvedas. (1)
Luego de largas discusiones y varios
dictámenes, se decidió derribar las bóvedas
mayores y modicar parte de los planos para
evitar que sucedieran averías semejantes en
el futuro; sin embargo, ello no evitaría que la
dañaran gravemente los terremotos de 1687 y
1746 (2,3). Los trabajos se reanudaron durante
el gobierno del príncipe de Esquilache, en
la época en que la sede arzobispal de Lima
la ocupaba Bartolomé de Lobo Guerrero, y
se ajustaron a lo dispuesto por el Supremo
Consejo de las Indias; es decir, se fueron
volteando los arcos y cerrando las bóvedas en
crucería. (1)
En 1622 quedaron habilitadas la capilla y
el retablo mayor, ubicándose el coro de los