Acta Herediana vol. 63, N° 1, enero 2020 - junio 2020
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El estereotipo de ‘cientíco loco’ surgió hacia
nes del siglo XIX, durante la Era Victoriana,
luego del Romanticismo, como una respuesta
a la fascinación por el avance cientíco a la
vez de un temor por la degeneración moral y
material de las personas que podría acarrear
dicho avance. (3)
Desde los tiempos primigenios de la ciencia,
no han faltado quienes han pretendido crear
un ser vivo, o modicarlo, pero no han pasado
más allá de pensarlo o de intentarlo. La
literatura nos da una idea de ese afán humano,
así, Mary Shelley nos presenta al doctor
Víctor Frankestein, en Frankestein o el moderno
Prometeo (1818), quien da vida a un cuerpo
formado de trozos de cadáveres; Goethe, en
Fausto (1832), con el profesor Wagner que crea
un homúnculo en una redoma; o H.G. Wells,
en La Isla del doctor Moreau (1896), donde el
alucinado personaje pretende contradecir la
evolución creando seres híbridos de humanos
y animales mediante grotescos trasplantes
por vivisección. Pero, la realidad excede a la
cción muchas veces, como sucedió con el
desquiciado médico nazi Josef Mengele y sus
experimentos de genética y eugenesia con los
prisioneros, y obsesionado con los gemelos,
durante la Segunda Guerra Mundial.
La preocupación por conciliar la ética con la
investigación cientíca quedó establecida con
la Declaración de Helsinki (1964), promulgada
por la Asociación Médica Mundial, como un
cuerpo de principios éticos que deben guiar a
los que se dedican a la experimentación con
seres humanos. Sin embargo, en las décadas
posteriores, ocurrieron notables violaciones de
dicha declaración.
Desentrañada la naturaleza del ADN, el
desarrollo de la biología molecular hacia nes
del siglo pasado llevó de la experimentación
en embriones a la manipulación del código
genético; y, pronto, de experimentar con seres
vivientes simples se llegó hasta los mamíferos.
En 1984, el cientíco danés Steen Malte
Willadsen hizo quimeras, animales que poseen
un mosaico de células de dos series de ADN
distintas, mezclando células de distintos
embriones e incluso mezclando células de
embriones de diferentes especies, como una
oveja con una cabra, o una oveja con una vaca.
Estas experiencias motivaron al grupo de Ian
Wilmut, en 1996, a clonar una oveja, Dolly, que
fue el primer animal clonado a partir de una
célula adulta. (4)
Después de las experiencias de Willadsen
y Wilmut, era de espera que se manipulen
embriones humanos, lo que llevó a que
se recurran a consideraciones éticas que
terminaron en el Convenio de Oviedo.
El 4 de abril de 1997 se rmó el convenio
para la protección de los derechos humanos
y la dignidad del ser humano con respecto a
las aplicaciones de la biología y la medicina,
conocido como el Convenio de Oviedo, en que
28 países rmantes se adhirieron a la prohibición
de modicar genéticamente el genoma humano
tal que se exprese en la descendencia. Si bien es
cierto que muchos países no han rmado dicho
convenio, este sigue vigente.
Por otro lado, aun se considera a la técnica de
edición genética CRISPR como imperfecta. Por
tanto, el singular accionar de He Jiukan fue una
abierta violación a la ética de la experimentación
con el genoma humano.
La descripción física de los cientícos
modernos que han hecho y hacen locuras no
coincide con el estereotipo de ‘cientíco loco’
pero sí podemos armar que tienen en común
una personalidad ambiciosa de fama, dinero
y poder, sin ética y de confrontación con la
sociedad.